"" Brasil contra su propio Mundial ~ El Chut <br> Expertos deportivos

"Que quien se calla cuanto me callé
no se podrá morir sin decirlo todo.".

José Saramago.

20 junio 2013

Brasil contra su propio Mundial

--> Un Mundial de fútbol en Brasil es como una cena de gala en la casa de una familia común. El anfitrión gastará lo que no tiene en adecentar un espacio demasiado humilde, grotesco para semejante dispendio. Adornará con exceso y con probable mal gusto, y generará con ello llamativos contrastes entre el lujo y la escasez. Servirá platos que superarán con mucho sus habilidades culinarias. Querrá impresionar a los invitados, aunque en el fondo será muy consciente de que los invitados lo mirarán sin remedio por encima del hombro. Tomarán éstos lo que hayan venido a buscar. Propinarán una palmadita en la espalda al maestro de ceremonias y saldrán corriendo a llenar la panza en otro lugar. Así son los negocios de los ricos. No se paran a comprobar si sus trapicheos han beneficiado o no a los pobres.

Un artículo de Sergio M. Gutiérrez (@sergiomguti).

Rivaldo, celebrando un gol.

     Rivaldo fue pobre, y aún lleva la escasez encima. La riqueza que disfruta como futbolista de primer nivel no ha conseguido borrar de su rostro los restos de aquellas penurias de infancia. Fue rematadamente pobre pese a que su padre ejercía el muy digno oficio de jardinero municipal en la ciudad de Recife. Un salario ínfimo para sostener a demasiados hijos. Suerte que el tercero de ellos jugaba como nadie a la pelota.

Brasil, país de fútbol

     El gran futbolista que fue Rivaldo no ha olvidado aquellos orígenes. Y dice sufrir aún hoy cuando observa que su país reparte de modo injusto la riqueza y los esfuerzos. Grandes estadios pagados con dinero público (¿con qué dinero habían de pagarse si no?, ¿con qué dinero cree usted, querido lector, que se paga todo en este mundo?). Infraestructuras deficientes, la Amazonia devastada, servicios públicos impropios de un Estado poderoso. Porque Brasil organiza una Copa del Mundo (y unos Juegos Olímpicos) para demostrar al planeta que está aquí, que ha llegado, que hay que contar con los brasileños. Brasil se mete en este tinglado (y en este desproporcionado gasto público) para demostrar a los no brasileños que Brasil forma parte del primer mundo.
"Es una vergüenza gastar tanto en este Mundial y dejar los hospitales y escuelas en condiciones precarias", afirma Rivaldo. Y Neymar lo acompaña: "¡Quiero un Brasil más justo, más seguro y más honesto! Entro en el campo de fútbol inspirado por esas movilizaciones".

Los indignados brasileños

     Los brasileños se han echado a la calle para protestar. Están cansados de pagar los dispendios que implica la organización de un torneo que por otra parte adoran ganar. No comprenden por qué se han de subir las tasas del transporte público o por qué se ha de racanear en recursos educativos y sanitarios. Las grandes economías funcionan así: cuando se precisa aumentar el gasto, se suben los impuestos indirectos, los más injustos, los que todos los individuos pagan por igual, independientemente de su poder adquisitivo. No gravan las autoridades brasileñas los beneficios de las grandes compañías, la acumulación de capital privado o las rentas más elevadas. Gravan el transporte público.
Una pancarta indignada rezaba: "País desarrollado no es aquel en el que los pobres tienen coche, sino aquel en el que los ricos usan el transporte público".
     Los brasileños se han echado a la calle, en efecto, y han revocado la subida de las tasas del transporte público en las grandes ciudades. Ya encontrarán los poderosos el modo de pasarles la factura. Porque las Copas del Mundo de fútbol y los Juegos Olímpicos cuestan dinero a los ciudadanos. Los sufragan los ciudadanos. Y no son rentables para ningún país, por mucho que algunos se empeñen en decir lo contrario. Los Mundiales y los Juegos Olímpicos son rentables sólo para las empresas organizadoras, para la FIFA y para el COI, que procuran vender su producto al mejor postor, ofrecer la imagen más perfecta de sí mismos, la más nueva, la más limpia, la que exige mayores inversiones a las economías locales. Esos organismos elefantiásicos, con vida y voluntad propias, colocan su Mundial o sus Juegos Olímpicos en los mercados emergentes porque en los mercados emergentes es donde desea entrar cualquiera que tenga un producto que vender. Y después huyen, sembrada la semilla y recogida la cosecha. Y dejan esos campos baldíos en forma de lujosas instalaciones... para el disfrute de los pobres. De los pobres que han costeado la fiesta.

     Hace bien Brasil en rebelarse contra su propio Mundial.


Escribe para 'El Chut': @sergiomguti

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3 comentarios:

  1. Me quedo con el tono del artículo, y es muy acertado. Pocos llegan a analizar que esos estadios provocan el cierre de hospitales, escuelas... Pero por desgracia así funciona todo.

    Te planteo un tema: El otro día estaba tomando algo con mi padre, y discutiendo (o debatiendo, como se prefiera) acerca del tema de los impuestos con otros conocidos del local. Ni corto ni perezoso afirmó que los ricos no tenían derecho a ir al Carrefour, o al Alcampo como "el resto de los pobres". Me parece una demagogia enorme, y más cuando se acrecentó al decir yo que entonces los que estén parados deberían hacer la compra gratis, y aprovecho para decir que lo dije en un tono de... "Pero Dios mío, de verdad puedes creer eso en serio.."

    A lo que voy es... ¿Tan lejos hemos llegado para pensar que un tío según gane más o menos debe pagar más o menos por un mismo producto?

    ¿Sería justo que un tío que gane 100.000 € al mes pague, digo yo, 100 por una barra de pan?

    ¿Es justo decir que si a Piqué le roban 1.000€ no tiene nada de qué quejarse, porque con lo que gana sería un insulto? ¿ESTAMOS LOCOS? ¿Cómo le sienta a alguien que gane 1.000 que le roben 10?

    Lo siento, pero el tema me crispa.

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  2. Pienso que la organización de estos eventos le sirve mucho a Brasil, se esperan de 600,000 a 1'000,000 de aficionados para el mundial, imagínate el derroche de dinero que va a significar esto, además les sirve para mostrarse al mundo como un destino turístico, el turismo es importantísimo en una economía. En México, representa el 9% del PIB.

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    1. Turismo y deporte van de la mano, sí.

      Pero también la Fórmula Uno en Valencia, por poner otro ejemplo, era un chollo, una inversión segura. Agujero negro terrible.

      Estas cosas hay que organizarlas bien. Brasil no necesita un Mundial para atraer turismo. Necesita transmitir que es un país moderno, seguro, habitable, recorrible, plácido. Justo lo contrario de lo que está transmitiendo.

      La inversión es desproporcionada porque así lo exige FIFA. No es rentable. No lo es.

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