"" El tifo de la discordia en Valencia ~ El Chut <br> Expertos deportivos

"Que quien se calla cuanto me callé
no se podrá morir sin decirlo todo.".

José Saramago.

26 febrero 2015

El tifo de la discordia en Valencia

--> El Valencia es especialista en encontrar problemas, incluso cuando no los busca. Es una realidad que está tan arraigada a su historia como el escudo. Si las cosas funcionan en lo deportivo, habitualmente ha sido la vertiente institucional la encargada de enredar. Pocas veces ha sucedido a la inversa. Si de repente llega un momento donde todo converge en una dirección positiva como la actual, ya sucederá cualquier contingencia que alterará ese momento de felicidad. En este caso, el punto de discordia con buena parte de sus aficionados ha llegado con la prohibición del club a la ‘Curva Nord’ de realizar un tifo con imágenes de la ciudad, que incluían referencias a la virgen de los Desamparados, la patrona de la ciudad. Con la Iglesia hemos topado.

Un artículo de Jorge Segura (@joseguraclara).

El tifo de la discordia.

     España es un país aconfesional. No lo digo yo, lo proclama la Constitución de 1978, esa que muchos no quieren modificar lo más mínimo por temor a provocar un desequilibrio en la estabilidad lograda tras la dictadura franquista. Esa calificación del Estado básicamente respeta (o debería) cualquier convicción religiosa y la tendencia tendría que ser a igualarlas. La realidad social es otra. La mayoría de ciudadanos son creyentes católicos y las fiestas de casi todos los pueblos, grandes y pequeños, vienen marcadas por el antiguo santoral. Pese a la aconfesionalidad legal, se da por entendido, casi ni se discute. Yo mismo, que unos días creo y otros no, celebro la Navidad o la Semana Santa y animo a mis hijos a hacerlo, pese a no estar bautizados ni educados diariamente en ninguna religión. De hecho el Valencia, como institución, jamás en su historia democrática había llegado a plantearse esta situación. Digo democrática porque es evidente que durante los 40 años de dictadura era impensable oponerse a cualquier directriz de la iglesia católica española.
     Mestalla, como el estadio Ciudad de Valencia del Levante, tiene una capilla propia en sus instalaciones. La valencianista se encuentra en el acceso al mismo túnel de vestuarios de salida al campo de juego. Es la única. 
     Quiero decir que no hay otro recinto dedicado a la oración. Da igual si son musulmanes, budistas, protestantes o testigos de Jehová, quienes quieran dedicar unos minutos a sus meditaciones. El club a inicios de cada temporada realiza una ofrenda floral a la virgen de los Desamparados en la catedral. Tradicionalmente. Y creo que aquí está la clave del debate y la decisión de los nuevos dirigente valencianistas a la hora de prohibir esta manifestación popular que incluía una vertiente religiosa.
    Tradición no equivale a hacer bien las cosas. No debe al menos. Las costumbres de la mayoría siempre que sean legales y respetuosas, deben ser igualmente respetadas por el resto. Pero la mayoría debe aprender también a aceptar las minorías y una gran institución tiene la obligación de plantearse la idoneidad de ceder su imagen a según qué actos. Más aún si son tan fervientes y a veces extremas como las religiosas o políticas.
     Hay que felicitar a los nuevos dueños por habérselo planteado y reconocerles el legítimo derecho a hacerlo. Más aún como institución privada. Y no porque pertenezca a unas personas en concreto sino porque en esa creencia (un tanto idílica ya) de que el club siempre será de sus aficionados, a muchísimos se les olvida que eso incluye también a los que no sienten o piensan como ellos. Sean de izquierdas o derechas, creyentes o ateos.   

     Durante años esto no ha sido así. No sé los motivos, pero pueden intuirse. No cambiar las cosas por temor a que nadie se ofenda, puede ser una. Porque quienes mandaban en su organización tenían esas mismas creencias y ni se lo planteaban, puede ser otra. Ahora alguien cree conveniente variar ese inmovilismo. Y lo aplaudo. No sólo porque el Valencia tenga seguidores por todo el mundo que profesen otras creencias totalmente diferentes y que no se vean representados en ese tipo de manifestaciones. Ni siquiera por los miles también nacidos en la ciudad y a los que les suceda lo mismo. Básicamente lo aplaudo porque un club donde se reúnen tantas variedades en todos los ámbitos vitales, no puede ser plataforma ni escaparate para reivindicaciones masivas de cualquier tipo. Por muy tradicionales que sean. No vaya a ser que algún día y salvando muchas distancias, unos cuantos consideren que por llevar 30 años gobernando en Valencia, Rita Barberá será un elemento tradicional más, le quieran dedicar un mosaico y celebrarlo al grito del ya famoso “caloret”.


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara)

Pinche aquí para consultar otros artículos de Jorge Segura.


Comparte este artículo:

1 comentario:

  1. Me parece interesantísimo el artículo, Jorge.

    Yo no tengo tan claro que se deban prohibir estas cosas. El mensaje, aunque está en los antípodas de mi manera de ver el mundo, no me resulta ofensivo.

    De hecho, me gusta que la gente se exprese políticamente en todos los ámbitos. Y creo que sólo se deben prohibir las expresiones políticas (o religiosas) que se hallen fuera de lugar.

    Por ejemplo: hoy mismo leía que Antiviolencia exige a los organizadores de la Copa del Rey de baloncesto que impidan futuras pitadas al himno nacional. Con perdón: reivindico mi derecho a pitar a mi rey, mi himno, mi bandera y a mi mismísimo papa.

    Porque mostrar desacuerdo no es faltar al respeto. Y expresar las propias creencias no es negar las de los demás.

    He dicho. :-)


    Salud.

    ResponderEliminar