"" julio 2015 ~ El Chut <br> Expertos deportivos

"Que quien se calla cuanto me callé
no se podrá morir sin decirlo todo.".

José Saramago.

Aquí no dimite ni Dios

Perdonen la blasfemia, pero Dios también habría de dimitir de su cargo divino, si es verdad aquello que Alejandro Blanco afirmó en su condición de muy respetable presidente del Comité Olímpico Español. "Dios va con Madrid", dijo muy ufano. Qué cosas tiene el señor Blanco. Dios, ya se sabe, carga con demasiadas responsabilidades, y uno no puede pretender que se ponga siempre de su lado.

Ganó Wimbledon, perdió la “Batalla de los Sexos”

Este 25 de octubre se han cumplido 18 años del fallecimiento de una de las personas que más ha contribuido al progreso del tenis femenino y también a la igualdad de premios de la que tanto se habla en la actualidad.

Novelismo (I): “El germen de la traición”

Pateaban un balón de fútbol contra una pared, igual que cuando contaban apenas doce años. Se entendían sin palabras y agradecían mutuamente el silencio con el que se comunicaban. Pep Guardiola y Tito Vilanova hacían tiempo antes del entrenamiento de la mañana.

Mi futbolista favorito

Habría que recordar más a menudo la razón que convierte al fútbol en el más universal de los deportes: el fútbol es lo que es porque lo juegan niños de toda condición, y los ricos pocas veces son los mejores.

La decisión

"¿ Todos los días tomamos decisiones. Es inevitable. Prácticamente desde el primer momento, al despertar, cuando escoges poner primero un pie u otro en el suelo. La mayoría son nimias. "

16 julio 2015

Aimar, el futbolista diferente

--> Fue en el último enlace de un largo viaje transoceánico donde perdieron una de mis maletas. Tras realizar tres intercambios desde la pequeña Pensacola de Florida hasta París, fue en la capital francesa donde se produjo el error y lo que me obligó a permanecer más tiempo del esperado en Valencia, antes de seguir el rumbo vacacional hacia Almería. El tiempo en Estados Unidos fue de desconexión total. Por teléfono mi padre me dijo que Mista se había marchado al Atlético de Madrid, cosa que esperaba, pero nada más significativo.

Un artículo de Jorge Segura (@jseguraclara)



      Ya de camino por carretera, sonó el móvil: “Hola Jorge, cómo andás”, era la inconfundible voz de Aimar. “Bien, Pablo, aún de vacaciones. ¿Qué tal tú?”... A continuación me confirmó que acababa de rescindir su contrato y que se marchaba al Zaragoza, que si podía ir al día siguiente a la ciudad deportiva, pasaría a recoger sus últimos trastos, despedirse de la gente y quería darme la última “nota” (entrevista). Entonces yo trabajaba en Canal 9, habíamos hecho muchos reportajes, nos unieron diversas circunstancias desde hacía 6 años, existía mutuo respeto, confianza y cariño. Me dolió en el alma no poder acudir a la cita. Me disculpé y fue mi compañero Vicent Sempere (Aimarista convencido) quien le tomó esas últimas declaraciones como valencianista. Se fue casi en silencio, prácticamente sólo…

     Su llegada en el año 2000 fue todo lo contrario. A la firma de un traspaso desde River Plate que se cerró casi a las tres de la madrugada, le sucedieron portadas en todos los diarios deportivos, recibimiento de cientos de aficionados y medios de comunicación en el aeropuerto de Manises y debut soñado ante el Manchester United en Liga de Campeones. El Valencia había fichado a la gran promesa del fútbol argentino y Mundial. El ‘Cai’, el ‘Payasito’, ‘Pablito’… daba igual el apodo. 
     Su juego transmitía alegría y Maradona le señalaba como el sucesor. Llegó para liderar un proyecto que a punto había estado ya de ser Campeón de Europa y que se había asentado solo unos meses antes con compañeros como Ayala, Deschamps, Baraja….
     Desde el primer momento se vio que era tan bueno, pensaba y jugaba tan rápido que no iba a conectar bien con el equipo de Cúper. Construido para la defensa y el contragolpe, Pablo no terminaba de ensamblar. Aun así y pese a la juventud, se hizo indiscutible y sólo la tanda de penaltis de Milán le apartó de la gloria nada más llegar.

     Con Rafa Benítez dio la sensación de alcanzar su mejor momento. Decisivo en la primera Liga con goles bellos y decisivos como el de Tenerife y horribles y más decisivos como al Deportivo. Eje del ataque de un equipo campeón y sólido. Cuando más y mejor se alineaba, con experiencia ya de sobra y asentado en el país, las lesiones empezaron a martirizarle. Especialmente la de pubis, que le alejó de la titularidad en la temporada del doblete y le impidió brillar mucho más hasta su marcha.

     Futbolísticamente Pablo no sólo quedará ligado a la mejor etapa hasta ahora del Valencia. Aimar repartió profesionalidad desde su llegada, se partió literalmente la cara aquel día en que su tocayo en el Atlético de Madrid le pateó involuntariamente la cabeza, sufrió una meningitis… de todo. Pero, fundamentalmente, dejó talento y alegría a muchos en el campo con aquel ‘caño rodado’ o la rabona que inventó en un derbi contra el Levante y que sólo el palo impidió que se convirtiera en uno de los mejores goles de la historia. Con otra buena parte de los aficionados, como le sucedió en muchos momentos con el estilo de juego de su equipo, simplemente no conectó. Así es el fútbol.
     Aimar no es seguramente uno de los mejores de la historia porque tampoco le interesaba. Pablo jugaba al fútbol por diversión, por amor al juego. Lo hizo desde pequeño y quizás eso le hizo llegar tan lejos. No luchaba por mejorar estadísticas personales, lo hacía por bailar con el balón, hacerlo llegar al compañero mejor colocado y marcar. Ganar, pero no de cualquier manera. Triunfar divirtiéndose y divirtiendo. ¿Acaso hay algo mejor?     
     Puede que por ello su mejor amigo en el fútbol fuera Riquelme. Otro que jugaba por el hecho de disfrutar. Igualmente tímidos, siempre recordaré sus conversaciones en el túnel de vestuarios de El Madrigal, aún sin ducharse, medio desvestidos y sentados en el suelo… hablando del partido y, sobre todo, de la vida.
Aquí es donde Pablo sí marcaba las diferencias y se convertía en el número uno, en comparación con el resto de compañeros de profesión. Inteligente, culto, lector empedernido, amante de la música, del teatro y del cine. Gran admirador y amigo de Ricardo Darín (que le profesaba la misma devoción), no se perdía una de sus obras cuando pasaba por Valencia. Aimar prefirió vivir en el centro de la ciudad, la sintió y la disfrutó, pese a que salir le costaba por el agobio constante de la gente que le idolatraba.

     Sin embargo, se escapaba de tanto en tanto para disfrutar de la mejor lasaña o helado… para eso y para estar cerca de los niños. Porque cuando nadie le veía, Pablo pasaba unas cuantas horas en la planta de oncología de la Fe o de algún que otro hospital local, siempre con la promesa de que no le darían publicidad a sus visitas para animar a los chavales. Así es Aimar.

     Entiendo el debate futbolístico que generó en Valencia. Entiendo que si hubiera caído en otro equipo con otras condiciones, seguramente hubiera sido más grande. En el campo, la mejor definición es que sea el ídolo de Leo Messi, poco más se puede añadir. Yo aprendí a disfrutarlo en el terreno de juego, pero aún más fuera de él. Ahora recuperará su vida y al fútbol… al fútbol seguirá jugando como siempre, para divertirse.


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara)

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