--> La secuencia de imágenes no tiene desperdicio. Probablemente ya todos la han visto pero paso a relatarla rápidamente por si alguien camina despistado. Pocos minutos antes de la gala de entrega del Balón de Oro al mejor jugador de fútbol, Cristiano Ronaldo espera en la sala anexa, sentado en un sofá, acompañado de su madre y de su hijo. Por delante pasa Leo Messi, que se detiene a saludar y aquí es donde la escena adquiere un momento más significativo que cualquiera de los goles que han podido marcar estos dos fenómenos. Ante la vergüenza del pequeño Cris, el portugués le reconoce a Messi que es admirador suyo, mientras el argentino le corresponde con una carantoña… La relato en presente porque, pese a ser un momento breve, me parece profundamente relevante, contundente y muy educativo.
Un artículo Jorge Segura (@jseguraclara).Seguir a @jseguraclara
Aunque la rivalidad deportiva
entre Messi y Cristiano comenzó antes de la llegada del futbolista de Madeira
al Real Madrid, cuando ambos se midieron en eliminatorias e incluso una final
de Liga de Campeones estando el portugués en el Manchester United, la
intensidad de esa confrontación deportiva explotó con ambos ya en nuestra Liga.
La aparición de Mourinho en la historia de ambos sirvió para tensar el pulso
(como sucedió con cualquier debate entre Real Madrid y Barcelona), que ha
alcanzado públicamente dimensiones dramáticas por el enfrentamiento verbal de
una parte y otra en estos años. El entorno culé y merengue no lucha ya sólo por
los títulos colectivos, cada año lo hace también por los individuales que ambos
jugadores se reparten: 7 de los últimos 8 Balones de Oro que se han entregado.
Y da la sensación de que en esa pelea, a muchos les interesa que su enemistad
sea algo más que deportiva, desgraciadamente porque los tiempos han cambiado.
La pugna futbolística que ahora
mantienen Leo y Cristiano, no difiere tanto de la que en su día libraron
Alfredo Di Stefano y Ladislao Kubala, porque el juego en general no ha
cambiado. Además, ambos no sólo se respetaron sino que cultivaron una amistad
que llevó a la participación del madridista en el homenaje al culé, vistiendo
la camiseta barcelonista, como Kubala hizo lo propio junto a Di Stefano en el
tributo a Molowny. ¿Imaginan esa escena ahora protagonizada por Cristiano o
Messi? Imposible.
Más allá de las razones de
marketing propio o colectivo por parte de sus clubes, existe una pléyade de
abejorros en su entorno a los que interesa seguir picando el orgullo de ambos
para mantener un teórico enfrentamiento que vaya más allá de lo deportivo. Las
tertulias televisivas de varios programas se nutren de ello, lo fomentan con
cierta agresividad a cada mínima oportunidad y luego existe una concatenación
que se traslada a buena parte del resto de medios, dependiendo si están
asentados en Madrid o Barcelona. Por concretar, para unos cuantos el
ensalzamiento de Cristiano debe venir acompañado de la mofa o el ataque a Messi
y viceversa.
Es cierto que los dos han tenido
comportamientos deportivos y personales, así como declaraciones públicas, que
son reprobables, pero una cosa es la crítica y otra el insulto. Pocos son los
que han escapado a esa delgada línea. Yo mismo en algún momento me equivoqué
con alguno de mis calificativos. Grave error que deberíamos rectificar. Pero
muchos no lo harán.
Ha tenido que venir a colorearnos la cara el hijo de Cristiano, con escasos 5 años. Afortunadamente el pequeño ha visto vídeos de Messi jugando al fútbol y no de algunos de los que le llaman “enano” o “dictador”. Además, y eso cualquier padre o hijo lo sabe, está claro que del argentino se debe hablar con respeto en casa del portugués para que el chaval sienta ese punto de admiración por Leo. En definitiva, un ejemplo.
Como lo fue Alejandro Rodríguez
Macías, a quien la mayoría ya habrá olvidado. Aquel chaval separó a un árbitro
y su monitor en un partido de prebenjamines entre el Unión Viera y el Barrio
Atlántico, cuando discutían por una jugada. Mereció el reconocimiento del
jurado de los Premios Nacionales del Deporte 2013, por un gesto de
"especial nobleza o juego limpio". Yo diría que por una lección de
educación a sus mayores.
A Cris junior y Alejandro hay que darles las gracias por su ejemplo. Una vez más los adultos no estamos a la altura de los pequeños. Canta Joan Manuel Serrat aquello de “a menudo los hijos se nos parecen y así nos dan la primera satisfacción. Esos que se menean con nuestros gestos…”. Deberíamos ser nosotros quienes nos pareciésemos a esos “locos bajitos”.
Pd: Si hay crítica negativa al
comportamiento de algunos compañero de profesión, también debe haberla en
positivo para los que nos permitieron conocer los gestos de estos niños. Sin
aquella foto de Alejandro y las imágenes de Cris, sus acciones no habrían
tenido tanta trascendencia. Centrémonos en conseguir esas noticias.
Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara)
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