"" abril 2015 ~ El Chut <br> Expertos deportivos

"Que quien se calla cuanto me callé
no se podrá morir sin decirlo todo.".

José Saramago.

Aquí no dimite ni Dios

Perdonen la blasfemia, pero Dios también habría de dimitir de su cargo divino, si es verdad aquello que Alejandro Blanco afirmó en su condición de muy respetable presidente del Comité Olímpico Español. "Dios va con Madrid", dijo muy ufano. Qué cosas tiene el señor Blanco. Dios, ya se sabe, carga con demasiadas responsabilidades, y uno no puede pretender que se ponga siempre de su lado.

Ganó Wimbledon, perdió la “Batalla de los Sexos”

Este 25 de octubre se han cumplido 18 años del fallecimiento de una de las personas que más ha contribuido al progreso del tenis femenino y también a la igualdad de premios de la que tanto se habla en la actualidad.

Novelismo (I): “El germen de la traición”

Pateaban un balón de fútbol contra una pared, igual que cuando contaban apenas doce años. Se entendían sin palabras y agradecían mutuamente el silencio con el que se comunicaban. Pep Guardiola y Tito Vilanova hacían tiempo antes del entrenamiento de la mañana.

Mi futbolista favorito

Habría que recordar más a menudo la razón que convierte al fútbol en el más universal de los deportes: el fútbol es lo que es porque lo juegan niños de toda condición, y los ricos pocas veces son los mejores.

La decisión

"¿ Todos los días tomamos decisiones. Es inevitable. Prácticamente desde el primer momento, al despertar, cuando escoges poner primero un pie u otro en el suelo. La mayoría son nimias. "

27 abril 2015

Iniesta, el genio del tiempo

--> Viajar en el tiempo. El viejo anhelo del ser humano. Retroceder a otras épocas, avanzar hacia el futuro. Impensable para algunos, irrealizable por el momento, quién sabe si en el futuro. Origen de cuentos, historias, libros, canciones y películas. Tanto como la posibilidad de detenerlo. Por ahora también ciencia ficción. Aunque quizás el arte se ha acercado más a esa posibilidad de congelar un instante y traducirlo, por ejemplo, en un lienzo. Puede que el fútbol se haya acercado a su manera. Al menos sí he visto a jugadores con capacidad para dibujarlo por una fracción de segundo.

Un artículo de Jorge Segura (@jseguraclara)

Andrés Iniesta.

     No son demasiados los que tienen la habilidad, seguramente innata, de apretar el botón de pausa. La sensación que me dejó no estuvo muy alejada de aquella escena de la película 'Evasión o Victoria' (John Huston, 1981), en la que un Pelé disfrazado de actor hace una preciosa chilena. Huston, el director, a través de los ojos de Max von Sydow (comandante alemán) detiene el momento, acompañándolo de diversas repeticiones desde varios ángulos y con una música como único acompañamiento. Difícil transmitirlo mejor.
     A mis 40 he presenciado a unos cuantos lograrlo puntualmente. A Mendieta se lo vi hacer en La Cartuja, en 1999, con el primer gol del Valencia que arrasó al Atlético de Madrid en aquella memorable final de Copa. Toque de espaldas, sombrero y volea a la red. 
     Si cierro los ojos soy capaz de revivirlo sin necesidad de imagen alguna. Unos años antes me sucedió con aquel prodigioso empalme de Marco Van Basten, en 1988, con Holanda en la final de la Eurocopa que ganaron a la URSS.

     Parar asíduamente y de alguna forma metafísica ese tiempo futbolístico ya no está al alcance de tantos. En estos años sólo unos pocos me lo han parecido. No en vivo, pero sí los videos me dejaron los ejemplos suficientes en Di Stefano o Pelé. Aquellos taconazos de Alfredo, ese sombrero del brasileño a Suecia en 1958 o su remate de cabeza en la final del Mundial de 1970, suspendido en el aire pareció detenerse. Añádanle a Cruyff. Arrancaba, paraba, arrancaba, paraba, el holandés parecía jugar con el crono...

     A Maradona ya se lo vi sin necesidad de tirar mano de videotecas. Su gol en el Bernabéu, quebrando a Agustín y San José antes de embocar. Su frenazo antes de batir la portería inglesa en el estadio Azteca... y unos cuentos más. Quizás los cuatros son considerados los más grandes porque tenían el don de parar cuando todos aceleran.

     De finales del siglo XX a esta parte han habido genios como Zidane o Messi, dignos herederos de los anteriores pero, para mí, no por esa virtud. Esa se la veo últimamente solo a Andrés Iniesta. Lo hizo primorosamente en el estadio Rey Balduino ante Bélgica (busquenla, octubre de 2008) y lo bordó históricamente en Johannesburgo en 2010. Por no seguir, volvió a parar el reloj hace unos días frente al PSG. Agarró el balón en el centro del campo, se deshizo con regates y cambios de ritmo de tres rivales y, cuando lo fácil era chutar con violencia y acelerar, él paró el tiempo y deslizó una suave asistencia para el gol de Neymar. Quién sabe si el carácter manchego, puede que la tranquilidad del genio. El genio del tiempo.   


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara)

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17 abril 2015

Mi futbolista favorito

--> Habría que recordar más a menudo la razón que convierte al fútbol en el más universal de los deportes: no se trata de su ingenioso reglamento, ni del componente estratégico del juego; no enfrenta el balompié tantas pasiones antagónicas como a menudo cree el hincha desnortado; poco tienen que ver la calidad del espectáculo, el interés económico que lo rodea o el sentido político que se le otorga. No, no hay mercadotecnia capaz de ingeniar semejante producto. El fútbol es lo que es porque lo juegan los niños de toda condición, y los más ricos pocas veces son los mejores. El fútbol es lo que es porque la pelota, como ocurre con la muerte, no distingue clases; y nos hace a todos iguales.

Un texto de Sergio M. Gutiérrez (@sergiomguti).

Jamie Carragher, con el Liverpool.
     Los tiempos cambian, eso sí, y el fútbol ya no es lo que era. Recuerdo una época en la que uno podía declararse aficionado del equipo que le diera la gana, y no corría el riesgo de que lo señalaran como estúpido o traidor por no apoyar al club de su ciudad. Era una época también en la que elegir futbolista favorito implicaba mucho más que cuestiones estéticas; se trataba de una decisión crucial, que pertenecía al terreno de lo íntimo pero definía al individuo a los ojos de los demás como un rasgo determinante de su personalidad.

     El crío se miraba en el espejo, componía una mueca de concentración y procuraba recordar lo poco o mucho que había visto de aquel jugador que llamaba su atención. Lo juzgaba con severidad, consciente de que aquel instante marcaría el resto de su existencia.
     Y decidía como quien decide darse en matrimonio: "Soy de Santillana, porque posee un pundonor noble que me ayudará a superar todos los obstáculos que me presente el destino". O quizá: "Soy de Arkonada, porque en este mundo tendré que reaccionar rápido a los reveses, y sabré revolverme cuando todos me crean batido".
     Hubo devotos del poderío físico de Migueli y del dominio del cronómetro de Emilio Butragueño. Los primeros deseaban derribar muros a puñetazos. Los segundos sentían que la vida se les escapaba demasiado rápido, y se preguntaban si en verdad era posible detener los relojes o viajar en el tiempo con el simple gesto de dejar colgando los brazos.

     El privilegiado admiraba al futbolista trabajador y el obrero envidiaba los regates del extremo habilidoso. Cada cual buscaba en el campo aquello que desde su perspectiva la vida debía ser y pocas veces era: orden y esfuerzo, para unos; magia, transformación, revolución para tantos. Había, por supuesto, futbolistas del pueblo, aquellos que no contaban con el favor del entrenador, suplentes habituales que animaban las tardes de domingo cuando por fin se hacía el cambio que todos reclamaban.
     Y existían hombres de club. Y cada aficionado adoraba al suyo porque con aquel amor mutuo ambos se sentían saciados. No necesitaban mucho más, ni siquiera el triunfo.
     Compruebo con desconsuelo la reciente degradación de todos estos valores asociados al futbolista, los que comparto y los que me provocan sarpullido. Los hay de Messi porque es el mejor y los hay de Cristiano porque Cristiano es de los suyos (y porque es fuerte y marca muchos goles, ay el día que deje de hacerlo). Los hay de éste o de aquél porque es guapo o es nuevo, casi siempre porque el jugador pasaba por allí y su imagen estaba asociada a la del éxito.

    Compruebo con desconsuelo que esas fidelidades son cada día más volubles. Y compruebo con especial tristeza que ya nadie apuesta por los probables perdedores. Lástima de sociedad que sólo aplaude la victoria; no conocerá la felicidad de una derrota digna, de muchas derrotas dignas, de una existencia entera siendo derrotado con la mayor de las dignidades.

     ¿Cuál es mi futbolista favorito? Tuve muchos. Tengo algunos. No me pidan un solo nombre: soy un tipo complejo.


Escribe para 'El Chut': @sergiomguti

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16 abril 2015

Aimar sueña con su última función

--> Volvió el “Payaso”. Todos lo esperaban desde que deslumbró por su potrero exquisito. Quiere retirarse en River pero una lesión en su tobillo lo tiene a maltraer. Su pícara sonrisa cordobesa se desdibuja con una nueva cirugía pero nadie le quita la ilusión ni a él ni al mundo River.

Un artículo de Leandro Bailac (@pilarfutbol).
(Publicado en la revista "Por Amor a River").


     Volvió un día para retirarse en su club. “Tarde”, “roto”, dice el hincha que no entiende, que no vio las primeras funciones de Aimar, donde jugaba y se divertía con “la banda”, ese hincha que por un fanatismo delirante no perdona que no haya vuelto antes y no entienda el tiempo “corto” de un futbolista, que trabaja, que tiene familia, que tiene una vida.

     Cuando le pregunté a un amigo que significaba para él la vuelta de Aimar a River me sorprendí: “es una ilusión volver a verlo, es volver a la esencia, volver a ser un niño. Aimar es River”.

     Mi amigo además de hincha del “millo” -hoy tiene apenas 2 años más que Aimar-, casualmente dejó el país en 2001 y se fue a España como “Aimar. Y “el Payaso”, como mi amigo, como todo aquel que deja su país, dejó mucho más que a su país.

     Cuando escuché la respuesta me dí cuenta que River en su “volver a ser”, además de títulos y copas, necesita como al aire, jugadores que se identifiquen con aquel “ser”, o según este nuevo slogan de campaña (en claro mensaje, también, a quienes involuntariamente “maltrataron” tal imagen en el último tiempo), lo que alguna vez fue.
     Pablo César Aimar se hizo en River y él hizo a la historia de River, escribió páginas doradas en la historia millonaria, por su manera de ser y sobretodo su manera de sentir, de “jugar” al fútbol.
     Cuando alguien se va, deja dijimos. Cuando un jugador se va de su club al exterior, viaja por lo económico sin dudas, viaja a “hacer la diferencia”. Cuando un jugador con la inteligencia y el sentir de Aimar se va, buscará además nuevos desafíos, relacionarse con nuevas culturas, aprender (y si además tenemos en cuenta aquel contexto-país, el objetivo será también escapar de aquella Argentina de Machinea-López Murphy-Cavallo y la convertibilidad; Argentina “difícil” para resumir y no desviarse y empantanarse).

     Aimar, en Enero de 2001 dejaría su adorado River para pasar al Valencia C.F., tras debutar en el “tricampeón” de Ramón y jugar entre Gallardos Ortegas, Enzos y Salas.

     Mi amigo (su mamá en su casa, adonde siempre vuelve) aún guarda una gran lata de pan dulce con la foto de aquel tremendo equipo, donde iba a colarse un tal Pablo “César” Aimar (César por  el “flaco” Menotti). El “Payito”, debutaría en el ‘96, y se colaría tanto y a tal punto en el equipo de Ramón que aparecería en la foto del “latón” de pan dulce de la navidad ‘97, hoy recipiente de polvo de lavar.

     La realidad dice que “Payito” (en honor a su padre el “Payo” Ricardo Aimar), más tarde “el Payaso” (apodo que no le interesa, impuesto por un periodista de Clarín en 1997 luego de: “reírse y hacer reír”, decía el epígrafe de la foto), nace en Río Cuarto, a orillas de aquel Río su fútbol de potrero, y lo amateur en la Asociación Atlética Estudiantes. En una nota -en el sitio “Puntal.com.ar”- afirmaba: “Nunca me divertí tanto jugando al fútbol como cuando era chico, cuando vivía acá”. Se fue a probar a River, con Héctor Pitarch para medir nivel pero volvió, y al poco tiempo José Pekerman lo sorprende y quizás cambie su vida: de Río Cuarto a la Selección Sub-17, a pelear la “10” con César La Paglia. Post-torneo juvenil en Perú, Daniel Pasarella, convencerá a su padre Ricardo, jugador de fútbol y técnico de “Payito” en la 6ta. de Estudiantes, y al poco tiempo River club y colegio serían su nueva vida, extrañando siempre aquel su potrero, sus sierras, su familia. Porque como todo y quien se va, no hay día en que no piense en volver, por sus raíces, por sus amores. Pablo además de haber formado su familia con Ana Belén y cuatro hijos, 2 valencianos y 2 niñas portuguesas, muere por sus viejos y por el “Nane”, su hermano -también futbolista- Andrés. Cuenta que lloró frente a una computadora, cuando Andrés le hacía 2 goles a Talleres: “porque es así, es mi hermano”.

     Su primer título fue en la 10ma. categoría, Campeón provincial de la A.C.F con Estudiantes en Belle Ville, en 1992, título por el que sonríe, el más importante para su padre Ricardo: “Dales bola a los que te corrigen y no a los que te palmean”, fue una de las enseñanzas del viejo D.T., su “mejor entrenador”.
En River, los torneos conseguidos, Apertura ’96; Clausura y Apertura ’97, marcarían el debut, la aparición. La historia dice que cuando le dan la noticia, que debía entrenarse con el plantel de primera, no tenía botines con él, y quien le prestó los suyos fue un tal Ariel Ortega. Su debut oficial fue el 11 de Agosto de 1996.

     El Apertura ’99 -su recordado gol a Boca “crucificándose” en el banderín del corner- y Clausura 2000, sellarían la consagración, le erigirían ídolo. Fue fundamental en aquel equipo bicampeón; corridas en el aire, frenos indescifrables, pases de billar y gritos exquisitos fueron su manera de ser. Bastó y sobró para enamorar a todo River. Pero se fue. El insiste en que todo, se le fue dando casi sin querer, y se fue.
     Me pongo la piel del hincha pero no entiendo el no perdonar, expresando que vuelve cuando justamente “está de vuelta”. Hay que enfriar, reitero, comprender que hay una carrera “corta”, una familia; una vida de futbolista si, una vida al fin. ¿Cómo no entender? ¿Cómo no valorar el volver por más tardío que asome?
     Siempre volvió Aimar a Córdoba, mi amigo también a Buenos Aires, para las fiestas.

     Todos lo esperaban a Pablo, todos esperamos a mi amigo: sus familias, sus amigos.

     Al repasar la historia del “Payaso”, sus diferentes colores, es imposible no recordarlo de celeste y blanco y desde muy temprano en la Sub-17. Hubo risas mientras debutaba en River; Aimar se lució en el Sudamericano Sub-20 y más aún en el campeón del Mundial en Malasia, junto a sus amigos Juan Riquelme y Esteban Cambiasso. Pero hay tristeza que recordar también, alguna lágrima con Bielsa en la decepción de Corea-Japón, mientras gambeteaba a todos ya en Mestalla.

     Se fue a Valencia en 2001 y se vio la mejor versión de Aimar. En River el flaquito de 1,70 y pico era rápido, inteligente, “jugaba”, hacía jugar; se paraba sobre la pelota mientras pensaba, se reía y hacía reír hasta llorar, y se fue. “El Payaso” se fue a hacer reír hasta llorar a la comunidad valenciana. Se fue por 7 años y por dos docenas de millones de Euros, y por esos días se expresaba otro cordobés, leyenda de la historia “Che”: “Marito” Kempes lo calificaba como “el fichaje perfecto para contrarrestar la falta de creatividad del Valencia”, y otro tan lúcido y del mismo palo, Santiago Solari opinaba: “tiene lo más importante, la técnica”, y no se equivocó.

     Mi amigo haría historia en la ecléctica Ibiza trabajando pasados los amaneceres isleños; el “Payaso” Aimar llevaría al Valencia C.F. a lo más alto de su historia. Fue donde más jugó, donde más goles y acrobacias hizo, donde más funciones dio. Consiguió nada menos que 2 títulos de Liga 31 años después, allá lejos y con Don Alfredo Di Stéfano DT. Conquistaría además una Copa Uefa, y la Supercopa. En “Uefa.com” escribirían “Aimar’s divine improvisation”; jugaría una final de Champions League. La descosió y volvió a coser Aimar en Valencia, hasta que comenzó algún dolor, y apareció el peor: despedirse y marcharse al Real Zaragoza. Duro golpe para la “afición blanquinegre” también, que lo consideraba un símbolo ya. Saludó a Cañizares, Ayala, Villa, a Kluivert, y se fue.

     Se fue una vez más con la misión cumplida, el hacer reír hasta llorar.

     Su estadía en el conjunto “Maño” desde el verano de 2006 se vio afectada por lesiones. Ya había pasado un nuevo sueño en el Mundial de Alemania, donde apenas sonrió hasta 4tos. de final. Hace poco al respecto decía: “me hubiese encantado en vez de ir a 2 mundiales ir a 3, cuentas pendientes tengo (Francia ’98?). Me hubiese encantado ganar uno”.

     En la “Romareda” disfrutaron poco de sus funciones, de la lírica de Aimar, hasta que a fines del 2008, todos vieron y sufrieron con el descenso del club a Segunda División.

     Rui Costa por entonces Director Deportivo del Lisboa, al igual que su ya conocido entrenador “Quique” Sánchez Flores, lo seducen para cambiar de club, de país. “Espero jugar y disfrutar”. Y jugó casi 180 partidos, ganó la liga de Portugal en 2010 y 4 Copas de Liga. Hizo 17 goles para el Sport Lisboa de Benfica: “Tener éxito es hacer muchas veces lo que te gusta” suele decir, vaya si es exitoso Aimar, apodado ahora en Portugal como el “Mago da Luz” (por el “Estadio da luz”).

     Entonces fue tentado por River, por su ya secretario técnico Francescoli. D’Onofrio también apoyó la moción: “me gustaría que vuelva pronto Aimar, después del mundial, o antes si fuera posible”. Fue seducido por Belgrano de su Córdoba también, y Pablo con su tonada, esa que ni los viajes pudieron borrar agradeció: “Fue hermoso que me llamaran de Belgrano, pero en Argentina y si River me aceptara y estaría dispuesto, solo jugaría en River”; y en otro medio cordobés (MD) afirmaba en Julio: ”Cómo no va a ser una posibilidad River! Yo salí de ahí, ese estadio, esa historia, esa camiseta… Está claro. Pasa que primero tengo que estar convencido de ciertas cosas y después decidirlo, pensarlo bien. Yo sé que seguramente es el último paso en el fútbol profesional de mi carrera, así que tengo que decidirlo bien”.

     Pero apareció el millonario fútbol del sureste asiático, Malasia.

     Por cifras que aún no se conocen -solo trascendió que sería el jugador mejor pago de la historia de aquel país-, el 14 de Septiembre de 2013 con 33 años, es presentado por el Johor Darul Takzim F.C. en el Larkin Stadium. Apenas 2 goles en 8 partidos. Y afectado por su lesión en el tobillo y voluntad de regreso definitivo es prácticamente despedido vía Facebook el 21 de Abril de 2014 por el club: “Aimar no se ha recuperado completamente de su lesión y no puede contribuír al ciento por ciento en los partidos”, afirmaba el presidente del club.

     Mi amigo se mudaría a Barcelona, viajaría por India, Turquía, volvería a Buenos Aires para las fiestas y se volvería a ir. Aimar decidió volver. Después de muchos años de experiencia internacional (14), volvió y pensó en River como no. Se negoció su regreso con Enzo, con Gallardo pero realmente el tobillo no lo dejaba mentir, engañarse, traicionar su pensamiento desde chico, quería disfrutar, jugar, reírse, hacer reír hasta llorar. Y comenzó a entrenarse por su cuenta una vez más: “no estaba listo para regresar”, decía Goñi su representante.
Aimar, a mediados de 2014 coincidió con River en su vuelta. Tras ser operado de su talón, buscó recuperarse ya que “quiere volver con todo, no quiere dar ventajas y ganar algo grande” decían desde su entorno, la Copa Libertadores de América. La dirigencia ofreció lugar de entrenamiento pero el “Payaso” prefirió “no usar a River de enfermería”.

     Aimar cumplió 35 años, pasó las fiestas en su ciudad y confirmó que terminaría su recuperación en River, que se uniría a la pretemporada el 4 de Enero: “me quiero dar el gusto de retirarme en River, jugando bien, para eso me operé dos veces para encontrar una solución a la lesión. "En agosto no estaba para quedarme porque no iba a poder jugar en el nivel que se necesita en un club como River. En cambio ahora he notado la mejoría”, reconocía en conferencia de prensa.
     Y así fue, “Payito”, el “Payaso”, el “Cai”; el “Mago da luz” se volvió a entrenar en River, se fue a Punta del Este con el grupo, con toda la ilusión de volver: “Le dije a Gallardo que mi ilusión era volver. Gracias a Dios y a él, dijo que podía hacer la recuperación en la pretemporada”. Y fiel a su estilo y su sentir aclaraba: “la vara que me pongo es disfrutar y disfrutar es no tener dolor, estoy ilusionadísimo”.
     El Viernes 13 de febrero, con éxito, fue intervenido quirúrgicamente una vez más en su tobillo derecho. Ahora una entesopatía aquiliana le provocó severos dolores y no hubo otro camino que operar. Su recuperación, según el médico del plantel Pedro Hansing demandará entre 3 y 4 meses, por lo tanto habrá que esperar, hasta la segunda mitad del año, pasada la Copa América en Chile.

     River lo necesita, Aimar necesita a River por eso volvió, para reír y hacer reír. Quiere volver a ser el “Payito” por un momento, igual de pensante, menos vertical. Y River, como me dijo mi amigo -mi querido amigo que caminó hasta Compostela antes de volver una vez más para las fiestas-, intentará definitivamente “volver a ser”, porque Aimar es River, aquel River, el River que reía hasta llorar con campeonato tras campeonato.


     Es grande la ilusión de ver una última función de Aimar en cancha y con “la banda”. Ojalá se de. Ojalá vuelva mi amigo alguna vez.


Escribe para 'El Chut': Leandro Bailac (@pilarfutbol)

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08 abril 2015

Dejen tranquilo a Gayà

--> Hay veces en las que antes de escribir ya eres consciente de que a la mayoría no gustará lo que digas. Esta es una de ellas. Lo asumo. El Valencia vuelve a estar inmerso en una complicada ampliación de contrato (o no) de un futbolista importante para su presente y futuro cercano. No es la primera vez. Ahora le toca a José Luis Gayà, quien en poco más de año y medio se ha ganado la revisión de contrato por merecimientos. En el campo por haber mostrado brillantez y fuera por dejar entrever una madurez seguramente impropia en este mundo.

Un artículo de Jorge Segura (@jseguraclara)

José Luis Gayà.
     Conviene felicitar a Rufete, el manager general valencianista, que no dudó en traspasar a Bernat al Bayern de Múnich porque era consciente de que el relevo que tenía en el filial era incluso mejor. Acertó de pleno. Tanto que ahora la entidad se ve abrumada por las ofertas de varios clubes potentes, el Real Madrid principalmente. Llegado este punto, las partes andan en un tira y afloja de negociaciones. Previsible, lógico y comprensible, casi todo.

     Aunque no comparta, puedo llegar a entender la publicidad que se empeña en dar el presidente ejecutivo a cada paso de la negociación, con filtraciones interesadas a sus medios y periodistas afines. Es tan viejo como el juego en sí. Meter presión mediática y popular a la otra parte. Incluso las medias verdades o mentiras que se encarga de transmitir no me asombran. No es patrimonio único. Todos los grandes y sus dirigentes se aprovechan de estos engranajes. Tampoco es suyo el problema sino de quienes prefieren hacerle el juego, que algún rédito tendrán. En este sentido, sólo diré que el cálculo de asociaciones es sencillo: cláusula de rescisión alta equivale a sueldo elevado. Y viceversa.
     Más allá de esa lógica matemática, tanto el club como los agentes tienen experiencia y envergadura suficiente como para defender sus intereses, hasta el límite. En este caso además, no hace tanto que ya se las han visto en los precedentes de Soldado y Alcácer. Se conocen de sobra.
     El punto que no comprendo de todo este agotador proceso y que suele venir cargado de peligrosas consecuencias es el de pretender inmiscuir públicamente al jugador. Y en esas está ya la bancada presidencial. Presión constante, peticiones de pronunciación, consejos diarios… todos desde la supuesta benevolencia del que desea lo mejor para el chico. Como si de amigos de Pedreguer de toda la vida habláramos. Hablan en primera persona del valencianismo porque el valencianismo son ellos. En esto tampoco tienen la culpa, es quien les cree el que debe reflexionar.

     ¿Qué sentido tiene poner en la picota a Gayà? Ninguno. No le beneficiará personalmente y tampoco a la entidad. Cualquier fallo en el campo, cualquier gesto se interpretara subjetivamente y seguramente de forma errónea en muchos casos. Incluso tratándose de un chico inteligente como José Luis. Al Valencia le interesa, por lo fundamental de su participación para el equipo, un profesional plenamente centrado, lo que incluye el trabajo en el terreno y la tranquilidad en su vida.

     No hace tanto que algunos de los supuestos valencianistas de cuna (una minoría ínfima) malinterpretaban los mensajes que se lanzaban alegremente y vivimos desagradables escenas como el intento de agresión a Fabián Ayala, el zarandeo del coche de Héctor Cúper, los insultos y desprecios a Mendieta… y unos cuentos episodios más propios del esperpento. Así que mejor dejar en paz a Gayà


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara)

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03 abril 2015

Las risas de los mediocres

--> He visto ‘42’, una película norteamericana. Una más diría, nada del otro mundo. Estrenada en 2013. Me llamó la atención la presencia de Harrison Ford y la historia que contaba, por eso la alquilé, porque sí aún soy de los que acuden de tanto en tanto al videoclub. Narra parte de la vida de Jackie Robinson, el primer jugador negro que formó parte de las Grandes Ligas de Béisbol, como miembro de los Dodgers, que entonces estaban en Brooklin, Nueva York. La cuestión es que es un largometraje más de los muchos que el cine estadounidense dedica a sus deportistas, figuras o no, y que por algún motivo merecen llegar a la gran pantalla.

Un artículo de Jorge Segura (@jseguraclara).

Jackie Robinson.

     A lo largo de su historia las hay buenísimas. Basadas en hechos reales. ‘Hoosiers’, ‘Money Ball’, ‘Titanes’, ‘Invictus’… Gene Hackman, Dennis Hoper, Brad Pitt, Denzel Washington, Morgan Freeman, recreando grandes interpretaciones. Otras cuentan historias tan veraces que merecen la eternidad. ‘Million Dólar Baby’, por ejemplo, con el fantástico Clint Eastwood o ‘Rocky’ con aquella increíble banda sonora. Unas y otras, alaban la superación del deportista, ahondan en el dramatismo de la derrota o la victoria, cómo el deporte contribuyó a cambiar las reglas de una sociedad enferma… Eso en España parece impensable.
     Sinceramente no creo que el génesis del problema esté tanto en nuestra industria del cine como en la envidia de nuestra sociedad. Y por mucho que digan no hay envidia sana. No nos faltan héroes del deporte que, por un motivo u otro, merecerían ser recordados por siempre en una película.
     En la parte artística tenemos talento de sobra, productores, directores, guionistas, actores… es evidente que últimamente falta dinero, pero si lo hay para otras producciones por qué no para una deportiva que, además, cuenta grandes hechos unidos al protagonista o el momento. La gente del cine no es tonta. Nadie obvia que las grandes audiencias televisivas, las webs más visitadas, los periódicos más vendidos, los programas de radio más escuchados en este país se los llevan los grandes eventos deportivos. ¿Son ajenos a ello? No lo creo. Me basta pensar en mi buen amigo, excelente director y guionista Dany Campos, amante del baloncesto por encima de todo. O en la pasión por el fútbol y su Málaga del gran Antonio Banderas. Por poner algún ejemplo.

     Pero, teniendo en cuenta que cualquier creación cinéfila necesita también de unos beneficios económicos para justificarse y la idiosincrasia latina, más concretamente española, qué sentido tiene lanzarse a un proyecto que ya nacerá criticado (viciado) por buena parte de la potencial audiencia. Puede que así todo se entienda más fácil.

     Nuestra última víctima se llama Fernando Alonso. Un tipo que sólo ha sido dos veces campeón del Mundo, otras tantas subcampeón, exitoso y casi pionero en un deporte tan poco nuestro como la Fórmula 1. Más allá de títulos, considerado como el mejor piloto en la última década, capaz de llegar a correr en las mejores escuderías y de ser el mejor pagado….  y que sufrió un grave accidente en Barcelona con su McLaren hace poco más de un mes. Nada de eso cuenta. Aquí somos de echarnos unas risas y alegrarnos de su desgracia tras tener que abandonar en la carrera de Malasia y ganar Sebastian Vettel con el Ferrari. ¿El motivo? Ya he escuchado muchos, sobre todo de compañeros de la Prensa. Es antipático, un creído, nunca tiene la culpa… puede que haya parte de razón en todo eso, pero qué tiene que ver con su valía deportiva y su trayectoria. Nada. Es pura envidia. Porque aquí somos de reír la desgracia, de regocijarnos en ella.

     Ya lo hicimos con otro talento como Carlos Sáinz (el padre), otro que sólo fue dos veces campeón del mundo en rally, una disciplina deportiva muy española como se sabe. Incluso lo suyo se llevaron los Fernández Ochoa en esquí, Arantxa o Conchita en tenis… por no hablar de la irrespetuosa falta de atención a gente del waterpolo, balonmano y tantas otras modalidades a las que sólo hacemos caso cuando se cumple un ciclo olímpico y llegan los Juegos. Cada 4 años. Mientras tanto, somos de echarnos unas risas.

     Incluso he escuchado risas y críticas con Rafa Nadal o Pau Gasol. A uno por madridista, a otro por culé. O porque cantan mal. O vaya usted a saber. El caso es rajar. Qué risa oye. Con estos últimos me voy a quedar, total llevan 15 años en la élite del deporte mundial. Ganándolo todo y levantando admiración y respeto en cualquier país. Sensibles con los problemas de la sociedad, ejemplo en la derrota y la victoria, embajadores de Unicef… nada, menudencias. Puede que un día pueda alquilar una peli sobre ellos. Si es que aún existen videoclubs y si es que algún americano se decide a contar su historia claro.       


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara)

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01 abril 2015

España necesita otro equipo

--> Vicente del Bosque debió marcharse tras el Mundial de Brasil. La contundente y dolorosa eliminación de la selección en la primera fase del campeonato fue un motivo más que suficiente. Quizás precisamente esa circunstancia fue la que llevó al entrenador salmantino a quedarse o puede que la petición del presidente de la federación. En cualquier caso, quedó claro el final de una etapa para él y varios de los mejores jugadores de la historia. No sólo la española sino la del fútbol planetario. Solo unos pocos lo comprendieron a tiempo. No el técnico y tampoco algunos de los emblemas de la bicampeona de Europa y reina del mundo en 2010. Casillas, Villa o Torres debieron seguir el ejemplo de Xabi Alonso y Xavi Hernández. Pero no lo hicieron.

Un artículo de Jorge Segura.
 
Vicente Del Bosque, seleccionador español.

     Casi un año después, el desprestigio de España ha ido en aumento. Incapaz de ganar a cualquier selección potente, se ha visto claramente superada por Francia, Alemania, Inglaterra u Holanda. Además, sufriendo en cada momento con rivales difícilmente comparables a la Roja hasta hace un par de años. Eslovaquia, Ucrania y algún que otro rondón más. Es palpable que las decisiones que los protagonistas tomaron tras el fiasco brasileño y la situación actual andan muy relacionadas. Pero lo hecho ya no tiene solución.

     No conviene mirar atrás, bueno o malo. Principalmente en lo peor. Siempre nos quedará el pasado excelso, el que hizo a la selección la mejor de la historia, capaz de encadenar lo que ninguna antes, cuatro años de glorioso esplendor traducido en tres grandes títulos y, en la mayoría de casos, un gran juego, único en algunos instantes. 
     Ese recuerdo debe servir de impulso y ejemplo para los llamados a reconstruir un futuro que ya no se aleje del éxito, que no siempre supone ganar. Pero no debe servir de lastre para mantenerse firme en ciertas posturas con la añoranza de recuperar lo. Eso no sucederá porque aquello fue irrepetible.
     También está claro que Del Bosque no se marchará hasta que finalice la próxima Eurocopa, pase lo que pase. Entre otras cuestiones, la fase de clasificación es tan blanda y asumible, que España estará en el tramo final de la Eurocopa de Francia. Por muchos tropezones que haya en el camino. Es momento entonces de pedirle decisiones que reactiven su proyecto.

     Probablemente la primera es la más complicada. La que hizo sufrir también a Luis Aragonés, la de hacer de un combinado de muy buenos futbolistas un equipo. Del Bosque sabe de qué va el asunto porque supo recoger ese legado que le dejó su antecesor y reforzarlo con muchas modificaciones camino de Sudáfrica primero y Ucrania y Polonia después. ¿Dónde perdió después ese aura? El seleccionador debe saberlo y ponerle remedio. Puede incluso que renunciado a mejores jugadores por otros menos brillantes pero más cohesionadores.

     A partir de ahí y pese a lo perdido, debe defender lo que crea necesario, sin miramientos. Si es Fábregas, junto a Ramos y Silva, su elegido para comandar la regeneración, la apuesta debe ser absoluta. Caiga quien caiga. Incluso si se trata de Iniesta. Porque nada es eterno. Lo mismo sucede si el empecinamiento en Diego Costa ha sido baldío. Alcácer, Morata… afortunadamente a Del Bosque no le faltan recursos. Esa es la gran noticia.

     Futbolísticamente España es ahora un vivero de grandes jugadores. Puede que falten defensas centrales, seguramente en ello deben trabajar desde la cantera. Pero está De Gea, Carvajal, Bernat, Gayà, Koke, Isco… y un buen puñado más. No conviene juzgarlos ya y mucho menos quemarlos. ¿Cuánto tiempo les costó a Iker, Xavi y compañía alcanzar la plenitud en la selección? Todo cuesta. Y, básicamente, no les comparemos con ellos, no es justo.

     La regeneración debe llevar a la recuperación de la frescura, el hambre, las ganas de competir y el convencimiento de alcanzar el éxito. Ese deseo es el que une a un equipo, en cada momento. Eso y perder el miedo. Otra vez. Ese que perdimos con aquella agónica tanda de penaltis ante Italia y el gol de Cesc.             


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura.

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