"" 2015 ~ El Chut <br> Expertos deportivos

"Que quien se calla cuanto me callé
no se podrá morir sin decirlo todo.".

José Saramago.

Aquí no dimite ni Dios

Perdonen la blasfemia, pero Dios también habría de dimitir de su cargo divino, si es verdad aquello que Alejandro Blanco afirmó en su condición de muy respetable presidente del Comité Olímpico Español. "Dios va con Madrid", dijo muy ufano. Qué cosas tiene el señor Blanco. Dios, ya se sabe, carga con demasiadas responsabilidades, y uno no puede pretender que se ponga siempre de su lado.

Ganó Wimbledon, perdió la “Batalla de los Sexos”

Este 25 de octubre se han cumplido 18 años del fallecimiento de una de las personas que más ha contribuido al progreso del tenis femenino y también a la igualdad de premios de la que tanto se habla en la actualidad.

Novelismo (I): “El germen de la traición”

Pateaban un balón de fútbol contra una pared, igual que cuando contaban apenas doce años. Se entendían sin palabras y agradecían mutuamente el silencio con el que se comunicaban. Pep Guardiola y Tito Vilanova hacían tiempo antes del entrenamiento de la mañana.

Mi futbolista favorito

Habría que recordar más a menudo la razón que convierte al fútbol en el más universal de los deportes: el fútbol es lo que es porque lo juegan niños de toda condición, y los ricos pocas veces son los mejores.

La decisión

"¿ Todos los días tomamos decisiones. Es inevitable. Prácticamente desde el primer momento, al despertar, cuando escoges poner primero un pie u otro en el suelo. La mayoría son nimias. "

17 octubre 2015

Raúl, la mentira del 7 de España

--> A mi Raúl siempre me ha parecido un excepcional jugador, digno de admiración. Inteligente, líder, resolutivo, solidario... un ejemplo en el campo. Pocos pueden presumir de tantas cualidades en la historia del fútbol. Incluso reconozco la injustica que se cometió con él cuando debió ganar el Balón de Oro de 2001 y en cambio se lo dieron a Michael Owen. No tengo dudas de su relevancia para el deporte del balón en España y a nivel internacional.

Escribe para El Chut: Jorge Segura.



     En mi memoria retendré siempre goles maravillosos, empezando por el primero que marcó en la elite, frente al Atlético de Madrid y que le dedicó a Dani. Aquella fantástica jugada que inventó en la final de la Copa Intercontinental contra el Vasco de Gama y que bautizaron como el 'aguanís' o la pillería en la final de la Champions de 2002 ante el Bayer Leverkusen. Imposible olvidar también sus gestos de mandar callar el Camp Nou o el señalarse el nombre y el número de la camiseta cuando empezó a estar cuestionado por unos cuantos, celebración que ha mantenido hasta el final.

     Es una galería que siempre es de color blanco, eso sí. Blanco madridista en su mayoría. De hecho, hasta el mejor gol que le recuerdo con la Selección también fue vestido de inmaculado, el que le hizo a Nigeria en el partido inaugural español del Mundial de 1998. Ese en el que, con el resto de compañeros y seleccionador, fracasó estrepitosamente, al caer eliminados en la primera fase ante el combinado africano y Paraguay.

     Porque, y a pesar de muchos, la historia de Raúl con España nada tiene que ver con su idilio como madridista. Tras el fiasco francés, le siguieron el de la Eurocopa de 2000, donde la imagen que quedó sí fue suya, hundido de espaldas y cabizbajo tras mandar a las nubes un penalti ante Barthez que nos mandaba a la calle. Y continuó en 2002, cayendo ante la anfitriona Corea del Sur en un partido donde se quedó en el banquillo por molestias. Luego vino la penosa eliminación, otra vez a la primera, en la Euro de Portugal y la última de la Copa del Mundo de Alemania, en una ambiente viciado y una especie de 'sublevación' porque Luis Aragonés empezó no contando con él y otros veteranos como Cañizares o Salgado.

     Poco más tarde, y tras otro ridículo nacional en Belfast contra Irlanda del Norte (similar al vivido en la época de Clemente en Chipre), el seleccionador decidió no convocarlo más. Y lo sufrió Aragonés, que tuvo que soportar la terrible presión mediática de aquellos que se empeñaron en convertir al capitán madridista en el '7' de España. Por imposición. 
     Tanto le apretaron las clavijas a 'Zapatones' que incluso se dio una rueda de Prensa de apaciguamiento con el propio Luis y Raúl presentes. Vergonzoso.
     Nada sucede por casualidad, tampoco que unos cuantos se empeñaran en hacerle emblema de la Selección, algo que nunca cortó Raúl porque le vino muy bien. Apoyado principalmente por los Hierro, Guardiola, Salgado, Morientes.... y los que iban llegando que debían entrar al juego. Respaldado por ellos y publicitado por otros, encargados a la vez de informar del Real Madrid y que luego eran voces, caras o plumas de lo que acontecía en torno a la 'Roja'.

      Dudar de la necesidad y obligación de que Raúl liderara a España, era poco más o menos que ser un loco. Es el '7' de España y punto. A David Villa también se le asaeteó a preguntas por la elección del número, cómo osaba quitárselo, da igual si luego se ha convertido en el máximo goleador de la historia con el combinado nacional.

     De aquello han pasado ya 7 años, curiosa coincidencia numérica. España ha ganado 2 Eurocopas y un Mundial sin él. Gracias al 'loco' de Luis Aragonés (que en paz descanse) y a un buen puñado de otros locos bajitos que sí cambiaron el sino de nuestro fútbol y sí nos hicieron ganadores... aunque algunos se empeñen en mantener la mentira del '7' de España. 


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara)

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04 octubre 2015

El peor Valencia en ataque de la historia

--> El equipo de Nuno es el peor Valencia en ataque de su historia. No lo digo yo, lo dicen los números que son incontestables y que sólo reflejan el desastre ofensivo en el que se ha convertido la escuadra valencianista. Sólo 4 goles marcados en 7 jornadas que empeoran el registro anterior más deficiente en 96 años de vida del club, los 5 que se lograron en la campaña 1978-79 y en la que los blanquinegros finalizaron séptimos en la clasificación de aquella Liga. 

Un artículo de Jorge Segura.


     Hasta la dolorosa y clara derrota en San Mamés, el conjunto del portugués al menos también mantenía el tipo defensivamente. Ante el Athletic Club, se presentaron con sólo 2 goles encajados, algo que sólo mejoraba esta temporada el Real Madrid con uno y que, hasta ayer, era el segundo mejor bagaje estadístico del equipo desde el ejercicio 2003-04. En aquella ocasión, el bloque que entrenaba Rafa Benítez solo recibió un gol en este periodo y terminó siendo campeón de Liga. De golpe, los de Ernesto Valverde le hicieron 3 tantos, un equipo que en las seis jornadas precedentes sólo había logrado 5.
     Los dígitos se hacen más oscuros teniendo en cuenta los rivales, porque el Valencia se ha quedado sin marcar ante el equipo más goleado del campeonato: el Espanyol con 16; además de frente al Rayo que con 12 ocupa la tercera posición en el negativo 'ranking' y solo hizo uno al Granada, que ha recibido 13. Para llorar.
     No perderé mucho más tiempo en el artículo haciendo cálculos. Eso sí, conviene recordar lo vivido hace sólo 12 meses. A estas alturas, el once del murciélago había hecho 17 goles, marcando en todos los partidos, de tres en tres en la mayoría. El delantero centro titular entonces era Paco Alcácer y ya había anotado 4 veces y junto al valenciano, hasta 9 futbolistas más, incluyendo a 3 defensas (Gayà, Otamendi y Orban). El paupérrimo número actual se lo reparten Parejo, Mustafi, Alcácer y Negredo... por orden inverso a cuando lo lograron. Con los dos últimos me quedo.

     Teóricamente Paco y Álvaro conforman una de las mejores parejas de delanteros que un equipo puede desear. Juventud y veteranía de dos internacionales por España, con cualidades distintas y que, seguramente, pudieran compaginarse. Sin embargo, ambos parecen desaprovechados y perdidos, sin confianza alguna. Puede que Nuno no tenga culpa de errores tan claros como el que cometió Negredo con el partido empatado en Bilbao, pero sí de marearlos. Es incapaz de asimilar su estilo de juego al perfil de ellos e incluirlos juntos como titulares, tal y como otros entrenadores hacen en diferentes equipos, aprovechando el potencial de sus jugadores. Más allá de eso, tampoco se decanta claramente por uno u otro, con lo que incide en el nerviosismo de los dos.

     Para colmo, el resto de compañeros de vanguardia anda en una línea parecida. Los veteranos como Piatti, De Paul o Feghouli han aportado poco juego y ningún gol en estas siete fechas, mientras que a los nuevo como Santi Mina y Bakkali se les ven ganas y detalles (más al marroquí) pero andan en la dinámica deprimida del grupo. Un caso aparte es Rodrigo. Al hispano-brasileño lo hundieron primero sus errores y ahora lo anda devorando la presión de Mestalla. Tendrá que ser muy fuerte para revertir la situación, aunque tiene a Parejo como ejemplo de que se puede.

      La segunda línea de ataque es también un solar. Sin André Gomes no hay ideas, último pase, imaginación... el Valencia es plano. No tiene recambio y hasta que no alcance un nivel físico bueno, así seguirá siendo. Y puede que ese aparezca como el último punto a plantearse, el estado físico en general de la plantilla, que es lamentable. ¿Cuestión de cansancio? ¿Pesa demasiado el nefasto momento anímico?

     Puede que ni siquiera Espírito Santo se lo explique, pero el mismo equipo que hizo récord de puntos en su primera temporada, sigue su caída en picado en la presente. Sólo el Málaga con 3 goles ha marcado menos que su Valencia, porque incluso los colistas Granada y Levante ya han hecho 5.


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura. (@jseguraclara)



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28 septiembre 2015

Villarreal, líder 17 años después

--> El Villarreal había conseguido hasta el sábado hitos que parecían inimaginables para un club de fútbol de una ciudad tan pequeña. Desde que Fernando Roig se convirtió en máximo accionista y presidente, en 1997, los amarillos pasaron del ascenso a Primera hasta alcanzar tres semifinales de competiciones europeas (una de ellas, la Champions en la temporada 2005-06), un subcampeonato de Liga y la cota más reciente fue llegar también por primera vez a la penúltima ronda de la Copa, la temporada pasada, donde cayeron eliminados por el Barça. Todo menos liderar el campeonato de la regularidad y ganar un título. 

Un artículo de Jorge Segura.


     Ante el Atlético y aprovechando los tropezones de Real Madrid y Celta, el equipo de Marcelino hizo un poco más de historia para sus seguidores consiguiendo la primera posición de la tabla. Puede que una anécdota dentro sólo de unas semanas, pero significativa del resurgir de un proyecto que se tambaleó en 2012 con un inesperado descenso a Segunda División. Desde entonces, el regreso se ha saldado con dos clasificaciones consecutivas para la Europa League y la remodelación de una idea que continúa siendo la misma para su dueño: hacer un equipo campeón.

     En este camino que le ha llevado hasta lo más alto, conviene centrar la mirada en dos aspectos que son fundamentales. El primero, la evolución del estilo de juego implantado por Marcelino. El entrenador asturiano convirtió en sus primeros dos años al submarino en un conjunto por el que merecía la pena pagar para ver, incluso en la derrota. Seguro en el toque, atrevido y rápido en la transición, con capacidad goleadora en todas sus líneas... capaz de tutear en el juego, cara a cara, a los mejores equipos del torneo. Además, un conjunto por encima de individualidades, donde sustituir a ocho futbolistas entre un partido y otro no suponía diferencia alguna, de aptitud ni actitud.

     Sin embargo, ese buen grupo tenía la mandíbula de cristal. Casi tan frágil como la paciencia de su entrenador para no perder los nervios en el área técnica. A poco que las cosas se torcían en un encuentro, el Villarreal se veía incapaz de superarlas. ¿Cuestión de carácter o de juventud de plantilla? Puede que de ambas. Lo sufrieron en las ocho primeras jornadas del pasado ejercicio, ante Barcelona y Real Madrid (era previsible), pero también en Ipurúa o Granada. Hasta el noveno compromiso. 
     El fiasco de Sevilla hizo virar la nave a García Toral. Durante 85 minutos, su equipo bordó el fútbol en el Sánchez Pizjuán y en sólo 160 segundos cometió varios errores graves, se vino abajo y perdió el encuentro.
     Al Villarreal le faltaba contundencia, seguridad y cerrar los partidos. Por si al técnico asturiano le costaba verlo, desde el palco se lo recordaron. La nueva línea de trabajo pero también la inversión, aunque menor que la de otras épocas, necesitaba más de resultados que de virtuosismo. Y así, se pasó a un juego más efectivo y menos preciosista. Pese a las lesiones de jugadores clave, los castellonenses volvieron a clasificarse para competiciones europeas.

     Al nuevo enfoque futbolístico, añadió el club este verano un buen trabajo de rastreo y contrataciones para reforzar la línea de ataque. Traspasaron al mejor jugador de la temporada pasada, Vietto, se quitaron de encima a uno de los peores, Gio, y los cambiaron por tres delanteros de alto nivel: Soldado, Baptistao y Adrián, además de un cuarto que pinta muy bien, Bakambu. Incluyendo en la lista de salidas a Gerard, no hay dudas de que ha salido ganando en los cambios.

     Más allá del liderato, seguramente difícil de mantener por mucho tiempo ante Barcelona y Real Madrid, los 'groguets' se han parapetado en 6 jornadas con 7 puntos de ventaja frente al Valencia y 11 con el Sevilla, teóricamente sus dos grandes rivales por el objetivo real que es regresar a la Liga de Campeones. No es que sea una ventaja definitiva, pero sí un colchón importante si mantiene la regularidad. Mientras tanto, habrá que esperar su evolución en Europa, otro camino de entrada a la 'Champions' y el más corto a la consecución de un trofeo que aún esperan las vitrinas del Madrigal. 


Escribe para 'El Chut': Jorge Sgura (@jseguraclara)



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24 septiembre 2015

¿Qué quiere Nuno?

--> El Valencia zozobró en Cornellá-El Prat. No fue un naufragio como el que sufrió la temporada pasada en Copa, porque aquí sigue teniendo margen de recuperación, aunque las sensaciones fueron tan malas o peores a esa debacle. Las consecuencias de esta derrota liguera parecen aún incalculables, porque de otra manera recuerdan también al instante en el que Miroslav Djukic perdió cualquier confianza que tuviera de sus jugadores, en el mismo escenario. El serbio la aniquiló por hablar mal y más de la cuenta. Nuno puede que se haya dejado en el camino buena parte de esa comunión con sus futbolistas por las decisiones que tomó antes y durante el encuentro.

Un artículo de Jorge Segura (@jseguraclara).


     Porque resulta complicado imaginar qué pretende Espírito Santo. Hay ciertas modificaciones en el equipo que pueden entenderse por la acumulación de partidos que llegan, incluído el trascendental de Champions en Lion después de la derrota en casa frente al Zenit. ¿Pero tantas? Difícil de digerir. 
     En los tres días que transcurrieron entre los enfrentamientos con Real Betis y Espanyol, el entrenador introdujo 7 cambios en el equipo titular y, además, 5 de ellos correspondieron a jugadores fichados este verano. No fueron rotaciones, fue un especie de suicidio.
     Es inevitable buscar comparaciones en este tipo de situaciones, más aún cuando el técnico es el mismo. A estas alturas, la temporada pasada el Valencia era líder de la Liga y acumulaba 13 goles a favor. Ahora, a expensas de lo que suceda hoy, el conjunto blanquinegro es noveno con 6 puntos y sólo ha marcado 2 goles. Resultó por tanto más chocante (por ser suave) que la apuesta en la delantera titular el martes fuera Rodrigo, dejando en el banquillo a Alcácer y Negredo. Más arriesgada si cabe teniendo en cuenta la creciente animadversión de la grada de Mestalla con el punta hispano-brasileño. Le salió mal, como casi todo. Sólo la apuesta por Jaume le da tregua de momento.

     Más allá de los números, la sensación básica es que los valencianistas han pasado de ser reconocibles en el campo a no saber a qué juegan. De aquel equipo intenso defensivamente; dinámico, vertical y rápido en la transición; con pegada arriba... que pasó entre otros por encima del Atlético, Barcelona o Real Madrid por momentos, parece que queda poco o nada.

     En descargo de Nuno hay que apuntar las ausencias de sus jugadores más decisivos respecto al ejercicio anterior. Más allá de la baja de Diego Alves, conviene no olvidar el traspaso de Otamendi y, fundamentalmente, la lesión de André Gomes. Las dos primeras no parece haberlas notado en demasía en Liga, donde sólo ha encajado dos goles, teniendo en cuenta eso sí el nivel de los rivales a los que se ha enfrentado, no demasiado potentes. Sin embargo, sí está echando en falta muchísimo la capacidad de desequilibrio y la magia del enganche portugués. De hecho, puede que los mejores minutos de la temporada fueran con él en la segunda parte frente al Zenit. Su talento no lo tiene otro compañero y ahí no hay recambio.
     De momento la trayectoria de otros rivales como el Sevilla da cierta cancha al entrenador. Pero si Villarreal o Celta mantienen el ritmo, se le puede haber complicado ya mucho la pelea por volver a terminar entre los cuatro primeros. Además, en la Liga de Campeones, la derrota casera obliga a no fallar la próxima semana en la salida a Gerland
     Parece conveniente pues que Nuno deje a un lado los cambios, apueste por un bloque sólido y busque la esencia pasada. Quizás así recupere la confianza perdida de algunos hombres que son claves, el espíritu de equipo ("amigos" dijo en sala de Prensa) y puede que así vuelvan los resultados. Si mantiene la línea por la que ha optado será incomprensible, salvo un cambio radical no sólo en los puntos sino también en el juego, que no se atisba.

     Hasta aquí lo puramente futbolístico. Acertado o no. De los otros charcos en los que se ha metido el propio Nuno por sus decisiones, respaldadas por su amigo (y jefe) Peter Lim y alentadas por su amigo (y agente) Jorge Mendes, habrá que abrir otro capítulo... por no alargarme. 


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara)

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20 septiembre 2015

La leyenda de Gasol, la humanidad de Pau

--> Hubo otros grandes deportistas españoles antes que Gasol. Geniales e irrepetibles, pero no mejores que el pívot barcelonés. Fernando Martín en baloncesto, Seve Ballesteros en golf, Paco Fernández Ochoa en esquí... podría nombrar un buen puñado más. Acompañándole en el camino o siguiendo su estela ha llegado otro grupo equiparable y que hace historia en diferentes modalidades. Rafa Nadal, Fernando Alonso, Lorenzo y Márquez.... pero no encuentro alguno tan completo como Pau, deportiva y humanamente.


Un artículo de Jorge Segura.



     El jugador de los Chicago Bulls ha ganado tantos títulos colectivos e individuales que cada cual guarda una de esas imágenes en la memoria. Sólo la Euroliga y la medalla de oro en los Juegos Olímpicos se le han resistido de momento, puede que para siempre, aunque poco importa. Le vimos volar sin capa en la Copa que ganó en Málaga antes de trasladarse a la NBA. Le escogieron número 3 en la ronda del draft, pero él ya se encargó en la pista de ser 'rookie' del año. Llegaron los Lakers, tres títulos de Conferencia y dos de Liga, para acabar cambiando a la costa Este, a la casa del mejor de todos los tiempos. Otro reto. Por el camino fue 5 veces 'All Star' y en 3 formó parte del quinteto inicial de la mejor liga del planeta. 
    Pero es con la selección española con la que el compromiso de Gasol se agiganta. En 17 años sólo faltó a tres citas, por lesión a una y por agotamiento a dos. Nada que reprochar. 
     Su andadura comenzó ganando el Eurobasket junior de 1998, pero la leyenda se originó en el Mundial de 1999, liderando junto a su amigo Juan Carlos Navarro el germen de un combinado único. En Lisboa se impusieron a Estados Unidos y asentaron las bases de un equipo histórico que llega hasta hoy, más de tres lustros después. Por primera vez hemos visto a un grupo de españolitos blancos jugar al baloncesto como negros y, así, no sólo han reinado en Polonia, Lituania y Japón, también les disfrutamos en Pekín y Londres, sus mejores partidos aunque no consiguieran vencer, porque delante estuvieron las mejores selecciones USA desde el 'Dream Team'.

     Hasta que Pau Gasol llegó a la selección nacional, España no había ganado nada en baloncesto. Con él, no sólo se han cosechado títulos y medallas, ha añadido mucho orgullo. Abanderado español en los últimos Juegos Olímpicos sustituyendo a su amigo Nadal, siempre ha demostrado un comportamiento impecable en la victoria y la derrota. Líder en la cancha y en el discurso, nunca una palabra más alta que otra, nunca un desprecio, a pesar de haber aguantado unos cuantos.

     Porque para entender la dimensión de esta estrella, conviene no olvidar los palos que ha sufrido y ha superado. Algunos endulzados como su ausencia en la final del Mundial de Saitama, en 2006, cuando se lesionó ante Argentina y se perdió la fiesta en la pista ante Grecia. Aun así fue reconocido como el MVP del torneo. No tuvo el mismo reconocimiento cuando falló aquel último tiro en el Eurobasket de 2007, ante Rusia, en casa y que le dejó hundido, tumbado en el parquet del Palacio de los deportes.

     En Memphis, donde ahora reina su hermano Marc, le llegaron a ridiculizar y acusar de blando. Nunca se le escuchó protestar. Hizo las maletas y se fue a Los Angeles para tapar un buen número de bocas. Incluso tras sus éxitos allí, en 2014 dijeron que estaba acabado. Una vez más se mostró sereno, indestructible y en su segunda emigración, a Chicago, ha firmado una gran temporada que le ha traído hasta el torneo de selecciones francés. 
     En Lille, ante la anfitriona y teórica heredera de la dinastía española, Gasol se quitó de golpe las espinas de Memphis, Los Angeles, Madrid o Saitama. Sus mates, tapones y golpes en el pecho parecieron una suerte de liberación. Con el peor combinado de los últimos campeonatos, Pau fue más líder que nunca.
     Sin embargo, esa capacidad de liderazgo entre sus compañeros, respeto de rivales y admiración de aficionados, no se entiende sólo con el Gasol deportista. Es Pau el ciudadano quien completa el círculo perfecto. Embajador de UNICEF desde el año 2003, ha recorrido varias de las regiones del planeta donde los niños son azotados por las penurias, además de añadir en 2010 el 'Proyecto de Pau' en 'Schools for Africa', para que cada vez más niños puedan ir a la escuela en ese continente. Junto a su hermano Marc creó después la 'Gasol Foundation', que busca ayudar a niños y jóvenes a que lleven una vida más saludable.

     Además de esa activa implicación y actuación, Pau no rehuye el resto de cuestiones sociales o políticas, opinando llegado el momento desde la coherencia y la responsabilidad. Se atreve incluso a cantar y como casi todo lo que hace, para hacerlo bien. 

Pd: Finalizo el artículo a las seis menos cuarto de la tarde del domingo 20 de septiembre. Faltan unas 3 horas para saber si España ganará a Lituania en la final del Eurobasket. Y es que el resultado no siempre importa.   


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara).

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12 septiembre 2015

El esperpéntico discurso de Florentino Pérez

--> Florentino Pérez está de gira mediática. La cosa sucede cada tanto tiempo que conviene prestarle atención, incluso interesando poco. Es algo así como un 'Rollings Stones on tour'. Sus trayectos son más cercanos eso sí. Por ahora, de Gran Vía a las cercanías de la Puerta de Alcalá, es decir, le escuché en 'El Larguero' y 'El partido de las 12'. De momento, porque no tardará en pasar por 'Al Primer Toque' y alguna plaza más, incluída la Sexta, aunque ahí ya tenga el pábulo bien cubierto con Pedrerol y Ferreras.

Un artículo de Jorge Segura.


     La excusa para la ronda ha sido explicar con cierta claridad (blanca, claro está) lo que sucedió para que De Gea no acabara traspasado en el Real Madrid. Ya saben, las teorías de los sistemas informáticos, los pantallazos del momento de recepción de los documentos, la inexperiencia de los nuevos dirigentes del United... Un absurdo. No hay que andar muy espabilado para ver que los Diablos lo fueron más que nunca y se la jugaron al presidente madridista. ¿Feo? Sí. ¿Lícito? También. No son los ingleses los primeros y, seguramente, a partir de ahora le saldrán más imitadores. Pero, permítanme que inisista, todo ese cuento no fue más que un pretexto.

     Florentino se tuvo que enfrentar a varias preguntas comprometidas (no demasiadas, para qué engañarnos) pero no se esmeró realmente en contestarlas. Pérez iba decidido a hablar de su libro y recondujo cada salida del camino al discurso que llevaba preparado. Un tratado en toda regla de lo mal que los medios de comunicación tratan al Real Madrid. Sí, no me lo invento. Afortunadamente ahora tienen recursos tecnológicos para escucharlo si no lo hicieron en directo. 
     El máximo mandatario de Chamartín llegó a estirar tanto el 'chicle' que afirmó, sin rubor: "Tengo miedo de que haya jugadores que no quieran venir al Madrid porque se vean incapaces de soportar esa presión". Toma castaña; así, sin anestesia.
     La mezquindad (por pequeñito) de la que se disfrazó el presidente, así le llamaron muchos durante las entrevistas al más puro estilo del inquilino de la Casa Blanca (la otra), alcanzó límites esperpénticos. Quiso transmitir la famosa teoría de la conspiración de aquellos que pretenden mangonear en su club y darle una patada a su sillón. Como si alguien pudiera tras las cláusulas que él promulgó para optar a la presidencia madridista, sin rebuscar demasiado. El cuento (ya era hora de estar en la cama) se apoyó en otras fábulas divertidas como que el primer equipo no hace giras por donde quiere sino donde le envían, que a Casillas sólo le pitaban los violentos (se olvidó del trabajo de campo que hizo Mourinho en ese sentido)... y unas cuantas más.

     Aunque por momentos, tirando de imaginación y nostalgia, me recordó al guiñol de aquellas maravillosas noticias que desaparecieron en 2008, la realidad es que Florentino hizo honor a su estirpe: la de los directivos futbolísticos españoles. He visto a tantos y tan malos, de cerca y de lejos, de aquí y de allá. Lo peor de este negocio que mueve más del 1% del PIB. Algunos eternos como Villar o Núñez... otros breves como Boluda o Reina... por rememorar unos pocos. Un espectáculo vergonzoso en la mayoría de casos con honrosas excepciones. Así que FP sólo hizo lo que la mayoría: llorar.

     Ya lo decía uno de los primeros y exitosos culebrones, allá por los 80, "los ricos también lloran". Pero que lo hagan no sólo resulta bochornoso en ocasiones, también patético. El Real Madrid no sólo es el equipo que más atención mediática recibe sino también al que mejor se trata. Indiscutible. 
     Claro que no hay un pensamiento único de halago, sólo faltaría. Pero lo grave de todo el alegato 'florentiniano' es que su pretensión última es la misma: No sólo debéis hablar siempre del Real Madrid, sino que siempre debéis hacerlo bien. Y a correr.
     Debe de tener algo que ver aquel 'bautizo' como "ser superior" que le dedicó Emilio Butragueño en su momento. Al final tantas alabanzas acaban por confundir a los personajes para acabar convirtiéndolos en caricaturas de si mismos.


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura

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04 septiembre 2015

Quién es Sergi Roberto

--> Ya nadie lo recuerda, pero la frase se repetía como un mantra hasta no hace mucho: "Sergi Roberto es el futuro del Barça". Lo dijeron, de un modo u otro, todos sus entrenadores. Lo afirmó Guardiola, lo aseguró Tito, lo dejó caer un poco de mala gana (sólo por su afán de corrección política) el mismísimo Tata Martino; y apenas Luis Enrique se mostró más comedido, aunque bloqueó en varias ocasiones su salida del club. Sergi Roberto parecía el más completo entre la legión de interiores que poblaba la cantera culé: si Thiago era la brillantez (también la capacidad una vez moldeado por Pep), Roberto sostenía la comparación con el mayor de los Alcántara y adelantaba en el orden de preferencias a Rafinha, Javi Espinosa, Pol Calvet, Patric Gabarrón... Hablo de tiempos felices, en los que debutar y triunfar en la primera plantilla del Barça se antojaba un juego de niños.

Escribe para El Chut: Sergio M. Gutiérrez.


     Sí, creo preciso recordar quién era Sergi Roberto hace cuatro años y medio, cuando Pep Guardiola lo presentó en sociedad en unas semifinales de Copa de Europa... y contra el Real Madrid. Entonces se decía de él que se trataba de un centrocampista 'box to box', de largo recorrido, conducción exquisita y zancada poderosa. Se exaltaban sus pulmones y su llegada al área rival porque ésas eran desde luego sus virtudes más vistosas; pero el comentario acabó convirtiéndose en lugar común, y tantas veces se omitió su formación en La Masia, su capacidad como futbolista de dos toques, que muchos acabaron por olvidarla.

     Pep jamás hubiera apostado por un centrocampista negado con la pelota, de los que no saben asociarse.

     Tito creía en las cualidades de Roberto. Le encajaba de maravilla en su Barça amplio, con espacios para Messi, para Cesc, con espacios también para el rival. Pese al superávit de calidad con el que contaba en las dos posiciones de interior (Xavi, Iniesta, Cesc, Thiago), le ofrecía de cuando en cuando minutos de rotación.
     Vilanova lo probó incluso como pivote, en el puesto de Sergio Busquets, y acabó satisfecho con el experimento. Aquella facilidad para jugar sencillo también en esa complicadísima posición sorprendió más que a nadie a uno que sufría horrores cuando la ocupaba: Javier Mascherano declaró que Sergi Roberto era su futbolista favorito de toda la cantera culé.     
     Entonces llegó Martino, y la vida volvió a dar un vuelco. Su Barça intentó mantenerse fiel a una idea cada vez peor recordada por quienes habían de ejecutarla, fiel también a unas jerarquías cada día con menos razón de ser. Thiago se marchó al Bayern (o lo invitaron a salir), y Roberto ocupó su lugar en la plantilla; así que el Tata se vio en la obligación de exagerar los elogios que todos habían prodigado siempre a ese centrocampista de tanto futuro. Sin embargo, a la hora de utilizarlo sólo veía en él dos buenas piernas para correr cuando los de siempre estaban agotados.
     Y Sergi tuvo que cambiar de nuevo el chip: ya no era el futbolista elegante de Pep, nada que ver con el todocampista de Tito; ahora se había convertido en un chico sin calidad pero con buen físico. Y con esa actitud voluntariosa saltaba al campo, dispuesto a dejarse el alma en cuatro carreras, qué más daba si por el centro o pegado a una banda. Él era un simple apósito, munición contra el enemigo en el mejor de los casos. Casi debía agradecer al cielo compartir mesa y mantel con sus ilustres compañeros.
     Muchos creían que Lucho apostaría como Pep por los chicos procedentes del segundo equipo; que se la jugaría con un Tello o con un Cuenca a la hora de la verdad; que promocionaría por fin a Montoya, a Bartra, al mismo Sergi Roberto. Quién sabe si en otra coyuntura lo hubiera hecho. La realidad nos dice que pidió a Mathieu y Vermaelen porque no se fiaba de Bartra; que toleró a Douglas y lo acabó anteponiendo a Martín Montoya; que Sergi Roberto conservó su papel marginal (como interior de recorrido, como pivote ocasional)... hasta que las bajas y la sanción FIFA le ofrecieron otra extraña oportunidad.

     El Sergi Roberto lateral es una solución de emergencia, nada más. Si el chico de Reus tiene un defecto, es sin duda su lenta aceleración desde parado. Un extremo perspicaz se lo merendaría sin la ayuda permanente de un central rápido (Mascherano) siempre al quite en su espalda. Y, pese a todo, Roberto sigue cumpliendo. Hace gala de una inteligencia posicional pocas veces vista, e incluso ofrece un notabílismo nivel en fase ofensiva gracias a los conceptos mamados durante toda la vida en una de las mejores escuelas de fútbol del planeta.

     Tal es su recorrido con 23 años: joya de La Masia, medio exquisito para Pep, todocampista para Tito, piernas para el Tata, recurso de emergencia para Lucho. Muchos afirman estos días, errados a más no poder, que el chaval ha encontrado por fin su identidad. Siguen sin tener ni idea de quién es Sergi Roberto.

     (Lo sorprendente es que él aún no se haya vuelto loco, que no se haya echado a perder).


Escribe para 'El Chut': @sergiomguti



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29 agosto 2015

El Valencia de los 'sin nombre'

--> No debería preocupar al valencianismo que el club conforme una plantilla en la que no destaque el nombre de alguno de los refuerzos. Puede que cuando más y mejor ganó la entidad en sus casi cien años de historia, pocos fueron los fichajes que resaltaron a su llegada por la vitola con la que aterrizaban, incluido el de Rafa Benítez, casi desconocido en sus primeros días. Es más, podríamos recordar que cuando más se gastó en nombres para reforzar un proyecto que venía de ser triunfador, llegó la debacle deportiva.

Escribe para 'El Chut': Jorge Segura.



     Así pues, que este verano hayan sido los semi desconocidos Ryan, Danilo y Aderlan o los prometedores pero teóricamente inexpertos Bakkali y Santi Mina, los refuerzos blanquinegros (a dos días aún de que se cierre el plazo de contrataciones en el mercado), no tendría porque suponer un bajón de autoestima y creencia en las posibilidades del proyecto como el que (es evidente) han sufrido muchos seguidores. Sin embargo, es muy comprensible esa desazón, que sólo la llegada de Abdennour para la defensa parece haber mitigado algo.

     A diferencia de otras épocas que convendría ir dejando para la nostalgia y centrarse más en el futuro, esta nueva era en Mestalla se veía como la de la recuperación económica y la de aspiraciones más elevadas. ¿Competir con Barça y Real Madrid? Quizás era un pensamiento excesivo, más aún teniendo en cuenta el momento álgido que vuelve a vivir un tal Leo Messi y el mantenimiento de una plantilla descomunal en el Bernabéu
     Si la búsqueda de la comparación es con otros grandes clubes europeos (City, United, Bayern...), pese a la teórica inyección de dinero singapurense, tampoco se sostiene. Pero para llegar al último escalón primero deben subirse el resto.
     Seguramente la contratación a última hora la temporada pasada de Álvaro Negredo, uno de esos futbolistas que se esperaba ver caer como paracaidistas tras la compra de Peter Lim, tampoco ha 'ayudado' demasiado. Es lógico pensar que la gente esperara más llegadas de ese tipo un año más tarde, más aún con la definitiva clasificación para la Liga de Campeones. Sin embargo, el degoteo ha sido de jugadores de escasa impronta y la mayoría representados o 'aconsejados' por Jorge Mendes, evidente dominador de cualquier operación en la que participe el Valencia y su dueño. Era de esperar.

     Probablemente si el acceso a la interminable cartera del representante portugués hubiera sido a parte de sus representados de primer nivel, los top que diría José Mourinho, la visión del hincha habría sido totalmente distinta y la creencia en las posibilidades del equipo habría sido muy diferente. Puede que en un futuro sea así, pero de momento queda claro que habrá que conformarse con la clase 'B', aunque el coste dé la sensación de que sean de mayor categoría.

     Además, mientras tanto, la sensación es que Atlético de Madrid y, sobre todo, Sevilla se refuerzan mejor, con piezas de más peso y experiencia. Incluso el Villarreal ha realizado varias incorporaciones más ilusionante en cuanto a nombres. Claro que, volviendo al principio, no siempre eso es lo que más importa.       


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura

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24 agosto 2015

La otra final de Mónaco

--> Importa poco quién esté, la forma en la que ha llegado e incluso si la capacidad de jugar al fútbol es mejor o peor, claro que el camino más recto para conseguir objetivos es hacerlo bien. El Valencia necesita certificar su clasificación para la Liga de Campeones, sin más. No lograrlo supondría un colapso ecónomico, social y anímico, cuyas consecuencias son difícilmente imaginables para un proyecto que todo lo basaba en su presencia en la gran competición continental. Caer en Mónaco deprimiría el soufflé blanquinegro, justo en el lugar donde precisamente el club se coronó en 2004 como el mejor del Mundo tras derrotar al Oporto en la Supercopa.

Un artículo de Jorge Segura.



     Sin embargo, tengo la sensación de que el desasosiego que puede generar esa posibilidad y el no haber sellado del todo la eliminatoria en Mestalla, no tienen demasiado fundamento después de ver al equipo de Nuno en ese encuentro de ida. Es verdad que por momentos se vio al equipo valencianista desbordado por el monegasco, pero fueron pocos y acompañados de una evidente falta de agresividad y pegada del equipo de Jardim, que combinó bien pero sin profundidad y verticalidad en la mayoría de casos, puede que por eso no se notó la cercana ausencia de Otamendi.

     Por contra, los desajustes fundamentalmente defensivos que sufrió el Valencia, la mayoría por formar con un equipo desequilibrado, los corrigió la entrada de Javi Fuego. Su capacidad de orden y la asociación con Enzo Pérez hicieron avanzar las líneas de presión del equipo además de liberar a Parejo para que pudiera desequilibrar en la parte de arriba. Conclusión, si Espírito Santo reproduce ese esquema de los últimos 30 minutos de partido, no debería tener ya el equipo del Principado tanta claridad y espacio para la pelota.

     Además, más allá de que los escenarios 'infernales' hace tiempo que no engullen a un equipo medianamente experimentado, la certeza es que el estadio dónde se jugará el partido difícilmente amedrantará a los valencianistas o dará alas a los blanquirrojos. El Luis II, con aparencia exterior de edificio sesentero pasado de moda y de rancio abolengo, carece de ambiente, capacidad de presión y puede incluso que se escuche más a los aficionados blanquinegros que irán. Como si de una final se tratase, los alrededores de Mestalla se han colapsado en estas últimas horas de seguidores dispuestos a conseguir alguna de las entradas puestas a la venta. Quizás ese sea el valor desequilibrante. La hinchada ha entendido el valor del partido de mañana. ¿Lo habrán asimilado igual en el equipo? No deberían tener dudas. 


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura.

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16 julio 2015

Aimar, el futbolista diferente

--> Fue en el último enlace de un largo viaje transoceánico donde perdieron una de mis maletas. Tras realizar tres intercambios desde la pequeña Pensacola de Florida hasta París, fue en la capital francesa donde se produjo el error y lo que me obligó a permanecer más tiempo del esperado en Valencia, antes de seguir el rumbo vacacional hacia Almería. El tiempo en Estados Unidos fue de desconexión total. Por teléfono mi padre me dijo que Mista se había marchado al Atlético de Madrid, cosa que esperaba, pero nada más significativo.

Un artículo de Jorge Segura (@jseguraclara)



      Ya de camino por carretera, sonó el móvil: “Hola Jorge, cómo andás”, era la inconfundible voz de Aimar. “Bien, Pablo, aún de vacaciones. ¿Qué tal tú?”... A continuación me confirmó que acababa de rescindir su contrato y que se marchaba al Zaragoza, que si podía ir al día siguiente a la ciudad deportiva, pasaría a recoger sus últimos trastos, despedirse de la gente y quería darme la última “nota” (entrevista). Entonces yo trabajaba en Canal 9, habíamos hecho muchos reportajes, nos unieron diversas circunstancias desde hacía 6 años, existía mutuo respeto, confianza y cariño. Me dolió en el alma no poder acudir a la cita. Me disculpé y fue mi compañero Vicent Sempere (Aimarista convencido) quien le tomó esas últimas declaraciones como valencianista. Se fue casi en silencio, prácticamente sólo…

     Su llegada en el año 2000 fue todo lo contrario. A la firma de un traspaso desde River Plate que se cerró casi a las tres de la madrugada, le sucedieron portadas en todos los diarios deportivos, recibimiento de cientos de aficionados y medios de comunicación en el aeropuerto de Manises y debut soñado ante el Manchester United en Liga de Campeones. El Valencia había fichado a la gran promesa del fútbol argentino y Mundial. El ‘Cai’, el ‘Payasito’, ‘Pablito’… daba igual el apodo. 
     Su juego transmitía alegría y Maradona le señalaba como el sucesor. Llegó para liderar un proyecto que a punto había estado ya de ser Campeón de Europa y que se había asentado solo unos meses antes con compañeros como Ayala, Deschamps, Baraja….
     Desde el primer momento se vio que era tan bueno, pensaba y jugaba tan rápido que no iba a conectar bien con el equipo de Cúper. Construido para la defensa y el contragolpe, Pablo no terminaba de ensamblar. Aun así y pese a la juventud, se hizo indiscutible y sólo la tanda de penaltis de Milán le apartó de la gloria nada más llegar.

     Con Rafa Benítez dio la sensación de alcanzar su mejor momento. Decisivo en la primera Liga con goles bellos y decisivos como el de Tenerife y horribles y más decisivos como al Deportivo. Eje del ataque de un equipo campeón y sólido. Cuando más y mejor se alineaba, con experiencia ya de sobra y asentado en el país, las lesiones empezaron a martirizarle. Especialmente la de pubis, que le alejó de la titularidad en la temporada del doblete y le impidió brillar mucho más hasta su marcha.

     Futbolísticamente Pablo no sólo quedará ligado a la mejor etapa hasta ahora del Valencia. Aimar repartió profesionalidad desde su llegada, se partió literalmente la cara aquel día en que su tocayo en el Atlético de Madrid le pateó involuntariamente la cabeza, sufrió una meningitis… de todo. Pero, fundamentalmente, dejó talento y alegría a muchos en el campo con aquel ‘caño rodado’ o la rabona que inventó en un derbi contra el Levante y que sólo el palo impidió que se convirtiera en uno de los mejores goles de la historia. Con otra buena parte de los aficionados, como le sucedió en muchos momentos con el estilo de juego de su equipo, simplemente no conectó. Así es el fútbol.
     Aimar no es seguramente uno de los mejores de la historia porque tampoco le interesaba. Pablo jugaba al fútbol por diversión, por amor al juego. Lo hizo desde pequeño y quizás eso le hizo llegar tan lejos. No luchaba por mejorar estadísticas personales, lo hacía por bailar con el balón, hacerlo llegar al compañero mejor colocado y marcar. Ganar, pero no de cualquier manera. Triunfar divirtiéndose y divirtiendo. ¿Acaso hay algo mejor?     
     Puede que por ello su mejor amigo en el fútbol fuera Riquelme. Otro que jugaba por el hecho de disfrutar. Igualmente tímidos, siempre recordaré sus conversaciones en el túnel de vestuarios de El Madrigal, aún sin ducharse, medio desvestidos y sentados en el suelo… hablando del partido y, sobre todo, de la vida.
Aquí es donde Pablo sí marcaba las diferencias y se convertía en el número uno, en comparación con el resto de compañeros de profesión. Inteligente, culto, lector empedernido, amante de la música, del teatro y del cine. Gran admirador y amigo de Ricardo Darín (que le profesaba la misma devoción), no se perdía una de sus obras cuando pasaba por Valencia. Aimar prefirió vivir en el centro de la ciudad, la sintió y la disfrutó, pese a que salir le costaba por el agobio constante de la gente que le idolatraba.

     Sin embargo, se escapaba de tanto en tanto para disfrutar de la mejor lasaña o helado… para eso y para estar cerca de los niños. Porque cuando nadie le veía, Pablo pasaba unas cuantas horas en la planta de oncología de la Fe o de algún que otro hospital local, siempre con la promesa de que no le darían publicidad a sus visitas para animar a los chavales. Así es Aimar.

     Entiendo el debate futbolístico que generó en Valencia. Entiendo que si hubiera caído en otro equipo con otras condiciones, seguramente hubiera sido más grande. En el campo, la mejor definición es que sea el ídolo de Leo Messi, poco más se puede añadir. Yo aprendí a disfrutarlo en el terreno de juego, pero aún más fuera de él. Ahora recuperará su vida y al fútbol… al fútbol seguirá jugando como siempre, para divertirse.


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara)

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18 junio 2015

Perder con los tuyos o ganar con mercenarios

--> No hay color. Si usted pregunta a un aficionado medio al fútbol, no importa cuál sea su equipo, observará que casi siempre prefiere ganar con una pandilla de fichajes caros a perder con un puñado de chicos criados en el pueblo. Existen excepciones, por supuesto; tradiciones que honran la idiosincrasia de instituciones admirables como el Athletic Club de Bilbao. Pero incluso en esos casos las condiciones de raigambre exigibles para formar parte de la plantilla se estiran cuando la situación es delicada, y llegan a ponerse en duda los principios fundacionales si el descenso amenaza o el futuro inmediato adelanta nubarrones. Quién se atrevería a juzgar a los hinchas de voluntad cambiante: lo que uno desearía de verdad es ganar con once chicos de la casa, pero pocas veces es posible.

Un artículo de Sergio M. Gutiérrez.

Marc Bartra se fotografía en la rúa del triplete del Barça.
     La gran obra de Pep no fue el triplete, sino el triplete con Pedros y Sergios, con muchos chicos de La Masia y con una identidad propia, única e irrenunciable. Todo se puede comprar en el fútbol, menos la identidad.
     El Barça de Pep, de hecho, hizo todo lo posible por fichar a Cesc por pura identidad, porque Cesc era un pedacito de Barça y el Barça anhelaba casi tanto como la victoria ganar con once chicos de la casa.
     Ocurre, sin embargo, que de un tiempo a esta parte la costumbre en Can Barça es ganar. ¿A qué se debe tamaña sucesión de éxitos? No voy a afirmar que sea consecuencia única y directa de la aplicación del modelo de cantera, pero tampoco nadie podrá negar que el modelo de cantera ha sido determinante. Un buen observador debería tener en cuenta infinidad de factores, desde el surgimiento inimaginable de Lionel Messi hasta la misma polarización geopolítica de la vida social y futbolística: ser uno de los dos grandes equipos de la Liga tiene sus ventajas. Nunca hay, en fin, una sola razón. Las cosas suceden, y no siempre es fácil explicarlas.

     Los títulos alegran el ánimo del culé, ensalzan a quien los consigue y relativizan las tormentas que rodean al club en su vertiente institucional. Incluso el modo de conseguirlos parece secundario. No, no se me enfade el devoto de Luis Enrique: siempre he reconocido las virtudes del técnico asturiano, su excelente trabajo, los resultados innegables que al final proporcionó su tozudez. Es cierto que mantengo la sospecha de que el triplete ha sido bastante casual, resultado de una encrucijada de voluntades difícilmente repetible: la situación personal de Messi, su relación con Neymar y Suárez, el empeño de recuperación de Piqué, el dilema vital de Alves, el pegamento silencioso de Iniesta y de Xavi, la convocatoria de elecciones de Bartomeu. Pero cómo voy a toserle a Luis Enrique. A Luis Enrique ahora mismo no le tosen ni sus compañeros de rutas ciclistas.

Los jóvenes

     Hace cuatro años, el Barça contaba con una generación de jóvenes que parecía llamada a marcar otra época: Thiago Alcántara y Deulofeu, seguramente los dos mayores talentos en bruto del fútbol mundial desde Leo Messi; Martín Montoya, dueño de la banda derecha en la exitosa selección española sub-21; Marc Bartra, el coraje de Puyol con el talento de Piqué; Sergi Roberto, un todoterreno con asombrosa facilidad para jugar sencillo, al estilo Barça; Rafinha Alcántara, Tello, Grimaldo, Sergi Samper, Sandro Ramírez, Munir, Adama... Casi todos han acabado fagocitados, o están en serio peligro de no llegar jamás a aquello que soñaron.
     Las circunstancias hacen al futbolista: Pedro y Busquets dieron el salto con Guardiola, demostraron sus respectivas capacidades y se quedaron. Los chicos de las generaciones posteriores sufrieron épocas de mayor exigencia, de cambios constantes de entrenadores, de proyectos que empezaban desde cero y siempre relegaban a los jóvenes.
     A menudo se habla de las dificultades que vivió el mismísimo Andrés Iniesta para hacerse con un puesto de titular en el Barça. Si se juzga sumariamente a los que no lo han conseguido, se concluirá que no son tan buenos. Y lo cierto es que seguramente no lo sean.

     En la victoria, en cualquier caso, pocos se detienen a pensar en estas cosas. Montoya está a punto de dejar el Barça. Bartra se lo está pensando muy seriamente: más culé que él no hay nadie, pero su cláusula ha bajado a 12 millones y, maldita sea, el chico quiere jugar. Pedro ha renovado por motivos familiares, pero asumiendo un rol en el equipo por completo secundario. Sergi Roberto aguardará una temporada más, imaginando que quizá se pueda consolidar como suplente de Busquets; incluso ser suplente está caro. Rafinha va entrando, pero las elecciones le traerán a un Pogba o un Kondogbia, y es posible que le acabe ocurriendo como a Bartra con Mathieu. Munir y Sandro ya saben que el quinto delantero rasca muy poca bola. Y hasta Douglas tiene hueco antes que Grimaldo.

     En la victoria pocos lamentan las bajas colaterales, pero en la derrota el hincha desea al menos poder agarrarse a algo. Y perder con los tuyos, con tus chicos, siempre fue un buen consuelo. El Barça, de hecho, se dice a sí mismo más que un club por motivos como ése.

     Que la derrota, cuando llegue, coja a todos los culés bien agarrados a algo.


Escribe para 'El Chut': @sergiomguti

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