"" febrero 2015 ~ El Chut <br> Expertos deportivos

"Que quien se calla cuanto me callé
no se podrá morir sin decirlo todo.".

José Saramago.

Aquí no dimite ni Dios

Perdonen la blasfemia, pero Dios también habría de dimitir de su cargo divino, si es verdad aquello que Alejandro Blanco afirmó en su condición de muy respetable presidente del Comité Olímpico Español. "Dios va con Madrid", dijo muy ufano. Qué cosas tiene el señor Blanco. Dios, ya se sabe, carga con demasiadas responsabilidades, y uno no puede pretender que se ponga siempre de su lado.

Ganó Wimbledon, perdió la “Batalla de los Sexos”

Este 25 de octubre se han cumplido 18 años del fallecimiento de una de las personas que más ha contribuido al progreso del tenis femenino y también a la igualdad de premios de la que tanto se habla en la actualidad.

Novelismo (I): “El germen de la traición”

Pateaban un balón de fútbol contra una pared, igual que cuando contaban apenas doce años. Se entendían sin palabras y agradecían mutuamente el silencio con el que se comunicaban. Pep Guardiola y Tito Vilanova hacían tiempo antes del entrenamiento de la mañana.

Mi futbolista favorito

Habría que recordar más a menudo la razón que convierte al fútbol en el más universal de los deportes: el fútbol es lo que es porque lo juegan niños de toda condición, y los ricos pocas veces son los mejores.

La decisión

"¿ Todos los días tomamos decisiones. Es inevitable. Prácticamente desde el primer momento, al despertar, cuando escoges poner primero un pie u otro en el suelo. La mayoría son nimias. "

26 febrero 2015

El tifo de la discordia en Valencia

--> El Valencia es especialista en encontrar problemas, incluso cuando no los busca. Es una realidad que está tan arraigada a su historia como el escudo. Si las cosas funcionan en lo deportivo, habitualmente ha sido la vertiente institucional la encargada de enredar. Pocas veces ha sucedido a la inversa. Si de repente llega un momento donde todo converge en una dirección positiva como la actual, ya sucederá cualquier contingencia que alterará ese momento de felicidad. En este caso, el punto de discordia con buena parte de sus aficionados ha llegado con la prohibición del club a la ‘Curva Nord’ de realizar un tifo con imágenes de la ciudad, que incluían referencias a la virgen de los Desamparados, la patrona de la ciudad. Con la Iglesia hemos topado.

Un artículo de Jorge Segura (@joseguraclara).

El tifo de la discordia.

     España es un país aconfesional. No lo digo yo, lo proclama la Constitución de 1978, esa que muchos no quieren modificar lo más mínimo por temor a provocar un desequilibrio en la estabilidad lograda tras la dictadura franquista. Esa calificación del Estado básicamente respeta (o debería) cualquier convicción religiosa y la tendencia tendría que ser a igualarlas. La realidad social es otra. La mayoría de ciudadanos son creyentes católicos y las fiestas de casi todos los pueblos, grandes y pequeños, vienen marcadas por el antiguo santoral. Pese a la aconfesionalidad legal, se da por entendido, casi ni se discute. Yo mismo, que unos días creo y otros no, celebro la Navidad o la Semana Santa y animo a mis hijos a hacerlo, pese a no estar bautizados ni educados diariamente en ninguna religión. De hecho el Valencia, como institución, jamás en su historia democrática había llegado a plantearse esta situación. Digo democrática porque es evidente que durante los 40 años de dictadura era impensable oponerse a cualquier directriz de la iglesia católica española.
     Mestalla, como el estadio Ciudad de Valencia del Levante, tiene una capilla propia en sus instalaciones. La valencianista se encuentra en el acceso al mismo túnel de vestuarios de salida al campo de juego. Es la única. 
     Quiero decir que no hay otro recinto dedicado a la oración. Da igual si son musulmanes, budistas, protestantes o testigos de Jehová, quienes quieran dedicar unos minutos a sus meditaciones. El club a inicios de cada temporada realiza una ofrenda floral a la virgen de los Desamparados en la catedral. Tradicionalmente. Y creo que aquí está la clave del debate y la decisión de los nuevos dirigente valencianistas a la hora de prohibir esta manifestación popular que incluía una vertiente religiosa.
    Tradición no equivale a hacer bien las cosas. No debe al menos. Las costumbres de la mayoría siempre que sean legales y respetuosas, deben ser igualmente respetadas por el resto. Pero la mayoría debe aprender también a aceptar las minorías y una gran institución tiene la obligación de plantearse la idoneidad de ceder su imagen a según qué actos. Más aún si son tan fervientes y a veces extremas como las religiosas o políticas.
     Hay que felicitar a los nuevos dueños por habérselo planteado y reconocerles el legítimo derecho a hacerlo. Más aún como institución privada. Y no porque pertenezca a unas personas en concreto sino porque en esa creencia (un tanto idílica ya) de que el club siempre será de sus aficionados, a muchísimos se les olvida que eso incluye también a los que no sienten o piensan como ellos. Sean de izquierdas o derechas, creyentes o ateos.   

     Durante años esto no ha sido así. No sé los motivos, pero pueden intuirse. No cambiar las cosas por temor a que nadie se ofenda, puede ser una. Porque quienes mandaban en su organización tenían esas mismas creencias y ni se lo planteaban, puede ser otra. Ahora alguien cree conveniente variar ese inmovilismo. Y lo aplaudo. No sólo porque el Valencia tenga seguidores por todo el mundo que profesen otras creencias totalmente diferentes y que no se vean representados en ese tipo de manifestaciones. Ni siquiera por los miles también nacidos en la ciudad y a los que les suceda lo mismo. Básicamente lo aplaudo porque un club donde se reúnen tantas variedades en todos los ámbitos vitales, no puede ser plataforma ni escaparate para reivindicaciones masivas de cualquier tipo. Por muy tradicionales que sean. No vaya a ser que algún día y salvando muchas distancias, unos cuantos consideren que por llevar 30 años gobernando en Valencia, Rita Barberá será un elemento tradicional más, le quieran dedicar un mosaico y celebrarlo al grito del ya famoso “caloret”.


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara)

Pinche aquí para consultar otros artículos de Jorge Segura.


Comparte este artículo:

22 febrero 2015

Los números que aúpan al Valencia

--> Los números son siempre significativos en el deporte profesional. No siempre son definitivos ni definitorios, pero sí muy importantes y habitualmente trascendentes. Hay disciplinas donde la traducción del juego en estadísticas es tenida muy en cuenta, el baloncesto por ejemplo. Tanto que la normal elección del jugador más decisivo del partido se hace con una suma, resta y división de diferentes porcentajes. Incluso aunque una canasta o tapón resuelva un encuentro en el último segundo, no será considerado como el mejor quien la haya realizado si el resto de su participación ha sido pobre numéricamente.

Un artículo de Jorge Segura (@jseguraclara)



     En el fútbol no sucede tanto y no se valoran con esa intensidad, pero la realidad es que raramente los dígitos finales engañan, al menos en una competición de larga duración como la Liga. Los números suelen traducir perfectamente dónde está cada cual, quizás por ello conviene valorar los alcanzados por el Valencia hasta ahora, justo cuando la competición ha cubierto dos tercios de su recorrido.
     Más allá de los 50 puntos logrados, que suponen la mejor marca desde que los valencianistas fueron campeones en 2004, de las 15 victorias o de los 43 goles a favor, que no hacen más que reflejar con claridad la cuarta plaza que ocupan en la clasificación; conviene pararse a analizar con detenimiento otros datos que significan el nuevo espíritu competitivo del equipo de Nuno
     Con sólo 21 goles encajados, el Valencia es el segundo conjunto que menos recibe tras el Barcelona con 14. Son prácticamente la mitad de los que consigue, lo que deja claro que en general, y pese a las primeras jornadas del campeonato, aprovecha muy bien los pocos tantos que consigue. Hay que concluir pues que es un conjunto mucho más sólido defensivamente. De hecho desde la temporada 2005-06 en la que sólo había sufrido a estas alturas 20 goles, no recibía tan pocos. El cambio de tendencia, tan reclamado por un importante sector del valencianismo, es por tanto evidente.

Si la lupa la ponemos sobre las diferencias entre los números de casa y los conseguidos como visitante, la radiografía del conjunto blanquinegro es translucida porque no hay comparación posible. En Mestalla: 10 partidos ganados, sólo una derrota y un empate, con 27 goles a favor y 8 en contra, lo que le sitúan junto al Atlético de Madrid como el mejor local, con un partido menos. Fuera, curiosamente como los colchoneros, empata a 19 puntos. Sólo ha sido capaz de ganar 5 encuentros de los 12 disputados. Eso sí, aquí los número recientes muestran otro motivo para el optimismo, ya que las dos últimas salidas a Cornellà y Córdoba son triunfos, puede que un cambio de tendencia. Hasta aquí los datos evidentes en cualquier clasificación que puede ojearse.

     Otros números también positivizan el devenir valencianista. 
     De 6 partidos jugados contra los otros 5 equipos de la parte alta de la Liga, han sumado 4 victorias, un empate y sólo una derrota, cosechada además en el último minuto. Es decir, la competitividad ante los grandes perdida y tan reclamada en la última década también ha sido recuperada. 
     La vertiente negativa que traduce el dato es que han perdido demasiados puntos con equipos de zona media y baja. La pregunta evidente es: ¿qué será capaz de alcanzar el Valencia si mantiene el nivel con los grandes y mejora con los más asequibles?

     Son sólo números, sí, pero datos que transmiten buenas sensaciones. Después hay otros que lo refrendan. Los buenos de un portero de primer como Diego Alves, un defensa como Otamendi, un todoterreno como Gayà y la fiabilidad de un centrocampista como Javi Fuego. A eso suma la recuperación futbolística, traducida también en números, de Piatti. Si Enzo Pérez, André Gomes, Negredo y Alcácer son capaces de revalorizar sus estadísticas, quién sabe qué puede pasar.

     Puede que no tengamos demasiado claro cómo y a qué juega, no al menos regularmente, el Valencia. Pero últimamente tampoco me queda muy claro a qué lo hacen el Barcelona, el Atlético de Madrid e incluso el Real Madrid. Quizás por ello y desde hace mucho, las distancias con ellos son más cortas que nunca a estas alturas. Conviene valorarlo y no despreciar los números.    


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara)

Pinche aquí para consultar otros artículos de Jorge Segura.


Comparte este artículo:

05 febrero 2015

La salsa del fútbol

--> El deporte rey. El fútbol. Seguramente ningún otro despierte tantos instintos y tan diversos en el mundo. Concentraciones masivas en los estadios, en los bares, en cualquier hogar... en plena calle. Pocos mueven las cantidades económicas que revolotean entorno a esta práctica centenaria, que gira alrededor de una pelota y de (habitualmente) veintidós tipos que se la disputan para meterla en una 'jaula'. Tanto tiene de histórico como de presente, pero quizás no tanto de futuro. Porque el fútbol sigue empeñado en vivir de espaldas a la evolución que revoluciona el mundo en sí, seguramente porque sigue gobernado por dinosaurios empeñados en mantener no sé cuántos códigos, un buen puñado de reglas obsoletas y, básicamente, cientos (puede que miles) de estómagos agradecidos, de barrigas prominentes.

Un artículo de Jorge Segura (@jseguraclara).

Viejo estadio de Atocha.

     En la era de la imagen, este apasionante deporte renuncia a ella. Bueno, no a toda. El negocio continúa siendo el negocio. Así que las grandes ligas y competiciones de clubes o selecciones a gran escala, sí que se manejan por los ingresos que tienen unos u otros de las cadenas o productoras que adquieren los derechos de retransmisión. Los hay más democráticos como en Inglaterra, donde el reparto entre los participantes es más equitativo. Los hay dictatoriales como en España, donde los ricos cada vez lo son más porque siguen recibiendo más que el resto. 
     Pero, más allá del necesario abastecimiento, la utilización de la tele no interesa mucho a los futboleros. Son unos románticos.
     Mientras otros grandes deportes de masas como el baloncesto o el fútbol americano ya han incorporado hace tiempo la utilización de las repeticiones de imágenes para que los árbitros puedan corregir errores graves o, al menos, dilucidar el resultado real de una acción comprometida, los futboleros, los de verdad, los de toda la vida, se empecinan en ni siquiera darle uso a posteriori. Lo que pasa en el campo, se queda en el campo. Y tan panchos. Da igual si lo que ha ocurrido es algo que puede decidir un resultado, acabar con la carrera profesional de un compañero por sufrir una grave lesión o si se cometen faltas de respeto a uno o varios miles de personas. Ni me molestaré en dar ejemplos. Con echar un vistazo a las imágenes de los últimos veinte días basta.
     A la negación máxima y el absurdo constante, se añade la utilización posterior y la repetición hasta la saciedad de esas imágenes en momentos y días posteriores por los diferentes programas televisivos de debate, las webs deportivas.... es la polémica, la salsa del fútbol que dicen también los futboleros de toda la vida. Entiendo que si por ellos fuera, aún se jugaría en campos de tierra, con gradas de cemento y una retahíla de tópicos balompédicos.
     No es que yo pretenda que todo cambie. Es más, comparto la idea de que ciertos aspectos del juego y lo que le rodea se mantengan inalterables. Como sucede en tantas otras disciplinas, eso es lo que sigue protegiendo el deporte en sí y dándole ese carácter heroico en ciertos momentos. Pero más allá de unos pocos puntos, el inmovilismo restante me resulta desesperante y me aburre. Casi tanto como el ochenta por ciento de los partidos en sí. Insoportables de ver por escasos de calidad, de velocidad y finalmente, de pasión. Sólo dos cuestiones comprendo a los que se tragan 93 minutos que viene a durar un suplicio de estos: que juegue tu equipo o estés enfermo. Ya he comentado en otros artículos las necesidades de modificar ciertas reglas para que el juego evolucione, pero sé que no lo hará. Les da igual. A los estómagos agradecidos el negocio les sigue funcionando.

     Al menos en ciertas ligas adoptarán la próxima temporada el famoso 'Ojo de halcón', que ya se utiliza en tenis desde hace años para saber si una bola dudosa finalmente toca la línea o no. Los futboleros le darán uso en los goles fantasmas, algo es algo, aunque como todos sabemos jugadas de este tipo en una temporada regular hay pocas, muy pocas.


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara)

Pinche aquí para consultar otros artículos de Jorge Segura.


Comparte este artículo:

03 febrero 2015

La aritmética y Luis Súarez, Iniesta, Busquets

--> Está usted aburrido, reconózcalo. De lo contrario, a santo de qué habría pinchado para leer este artículo. El fútbol llena nuestros pequeños vacíos, calma nuestros desasosiegos y mantiene ocupada la mente con banalidades cuando la mente corre el riesgo de torturarse con las preocupaciones del día a día. ¿Qué le sucede a Luis Suárez? A Luis Suárez no le sucede nada. Su rendimiento en el Barça, de hecho, es óptimo. Pero en esto del balompié siempre hay que hablar de alguien, y la víctima es a menudo el que no mete demasiados goles.

Un artículo de Sergio M. Gutiérrez.

Luis Suárez, delantero del F.C. Barcelona.

     La crónica futbolística es terreno abonado para el simplismo. Si el fútbol fuera una operación matemática, para el 99% de los aficionados se asimilaría a una suma o a una resta. Los cálculos algorítmicos, las proporciones, las ecuaciones de doble incógnita no existen, o pertenecen al terreno de lo mágico, de los espíritus del bosque y los conjuros contra las fuerzas malvadas que habitan la oscuridad.

     En fútbol, por definición, el orden de los factores siempre alterará el producto. Si Messi es capaz de hacer 70 goles por temporada, si Neymar y Luis Suárez pueden marcar 40 cada uno, ¿por qué no logran 150 entre los tres? Este absurdo criterio es el que se está aplicando con inconsciente severidad al delantero uruguayo. Es el mismo tipo de ceguera que acusa a Andrés Iniesta de improductivo por la simpleza estadística de que su casillero de goles y asistencias continúa a cero.
     Nos ha sometido la tiranía de los números ordinales, de las operaciones aritméticas básicas. Los gurús de las tablas de Excel han inoculado el virus de la mediocridad en el análisis social del juego, y ya no nos podemos escapar.
     El ojo del aficionado se está acostumbrando a mirar sólo lo evidente, lo que salta a la vista, y desdeña en sus juicios aquello que le exige una atención particular, un cálculo matemático algo más complejo. Si Busquets llega tarde a la pelota, se afirma con estulticia que el 5 del Barça ya no sirve, que está lento, que quién lo ha visto y quién lo ve. Se eliminan de la ecuación todos los elementos que la complican: los espacios ingentes a su alrededor, la posición no siempre idónea de sus compañeros, la misma evidencia de que Sergio Busquets jamás fue un velocista. Se borra con saña todo lo que molesta, se levanta el brazo, se señala con el dedo y se pronuncia la sentencia sumaria sin miedo a cometer una injusticia.

     Cómo es posible que Iniesta no haya dado aún un pase de gol. Dónde está su varita, qué fue de su magia. En un Barça estirado, que va y viene sin cesar, el manchego es el último pegamento de la cordura posicional y del sentido del ritmo colectivo. Si Iniesta no aparece en las malditas bases de datos, ¿por qué no dudamos antes del modo de elaborar las estadísticas que del fútbol de Andrés?

     No, no vamos a negar que Luis Suárez está algo desacertado en la definición. Los futbolistas también son esclavos de la tiranía de los números. Miren a Cristiano Ronaldo, tan obsesionado por igualar las cifras de Messi, como si la figura inconmensurable de Leo se pudiese resumir en un puñado de goles.
     No, no vamos a negarlo: Luis Suárez está algo ansioso por marcar. Pero cuánto fútbol genera a su alrededor, y cuán feliz hace a Messi. Liberen a Luis Suárez de la tiranía de los números sencillos. Liberen a todos los futbolistas.
        Descubran los complicados algoritmos que rigen el fútbol y el universo. Sean rigurosos, o renuncien a la aplicación de estadísticas burdas. Maldita sea.


Escribe para 'El Chut': Sergio M. Gutiérrez (@sergiomguti)

Pinche aquí para consultar otros artículos de Sergio M. Gutiérrez.


Comparte este artículo: