"" octubre 2014 ~ El Chut <br> Expertos deportivos

"Que quien se calla cuanto me callé
no se podrá morir sin decirlo todo.".

José Saramago.

Aquí no dimite ni Dios

Perdonen la blasfemia, pero Dios también habría de dimitir de su cargo divino, si es verdad aquello que Alejandro Blanco afirmó en su condición de muy respetable presidente del Comité Olímpico Español. "Dios va con Madrid", dijo muy ufano. Qué cosas tiene el señor Blanco. Dios, ya se sabe, carga con demasiadas responsabilidades, y uno no puede pretender que se ponga siempre de su lado.

Ganó Wimbledon, perdió la “Batalla de los Sexos”

Este 25 de octubre se han cumplido 18 años del fallecimiento de una de las personas que más ha contribuido al progreso del tenis femenino y también a la igualdad de premios de la que tanto se habla en la actualidad.

Novelismo (I): “El germen de la traición”

Pateaban un balón de fútbol contra una pared, igual que cuando contaban apenas doce años. Se entendían sin palabras y agradecían mutuamente el silencio con el que se comunicaban. Pep Guardiola y Tito Vilanova hacían tiempo antes del entrenamiento de la mañana.

Mi futbolista favorito

Habría que recordar más a menudo la razón que convierte al fútbol en el más universal de los deportes: el fútbol es lo que es porque lo juegan niños de toda condición, y los ricos pocas veces son los mejores.

La decisión

"¿ Todos los días tomamos decisiones. Es inevitable. Prácticamente desde el primer momento, al despertar, cuando escoges poner primero un pie u otro en el suelo. La mayoría son nimias. "

24 octubre 2014

Mendilibar apagó la luz

--> Hay una teoría en los deportes de conjunto que es sencilla de comprobar y que, prácticamente, es cierta en la mayoría de casos. El enunciado de la misma sería más o menos el siguiente: "Construir un buen equipo lleva muchos años. Destruirlo puede ser cuestión de días". Si lo piensan y son aficionados, serán capaces de encontrar un buen puñado de ejemplos, más o menos cercanos, en cualquier categoría y modalidad, relevantes, insignificantes... Por mi parte, sólo en el ámbito profesional más próximo, he visto descomponerse al magnífico Valencia de inicios de este siglo, al Villarreal de la misma época y, ahora, daba toda la sensación de estar asistiendo al declive del mejor Levante de la historia.

Un artículo de Jorge Segura.

José Luis Mendilibar, exentrenador del Levante.

     El balance numérico del equipo granota en las ocho primeras jornadas del actual campeonato es clarificador, más aún comparado con el de las temporadas anteriores. Tras la derrota frente al Real Madrid del pasado sábado, el Levante es penúltimo con 5 puntos, sólo ha ganado un partido y lleva 4 goles a favor por 20 en contra. 
     Los números de los encuentros en su estadio son aún peores: 0 puntos, 0 goles en su haber y 14 encajados, aunque quizás aquí haya que reconocerle la dificultad del inicio al haber recibido al campeón de Europa, el Barça y el Villarreal
     Claro que no sólo de números conviene hablar en estos casos y, la campaña anterior sin ir más lejos, los blaugrana empataron con el equipo barcelonista y a sólo dos minutos del final ganaban a los blancos, que acabaron imponiéndose en la prolongación. Sensaciones muy diferentes a las actuales.

     Volviendo a las 'frías' estadísticas, en el ejercicio 2013-14, los levantinistas eran novenos en la clasificación liguera con 10 puntos. En la 2012-13, séptimos con 13, y en la 2011-12, lo máximo, líderes con 20 puntos. Es cierto que aquel histórico día tras ganar 0-3 en El Madrigal, la plantilla tenía poco que ver con la actual, pero no ocurre lo mismo si el precedente con el que comparamos es el más reciente. De hecho, teóricamente este equipo está mejorado respecto al anterior. Es evidente que su mejor jugador ya no está y no es un cualquiera. La ausencia de Keylor Navas no era fácil de cubrir, pero incluso en esa posición, Manolo Salvador adquirió dos porteros jóvenes pero de garantías, que no mejoran al costarricense pero que no me parece hayan sido los culpables del mal inicio de los blaugranas. Por lo demás, el mismo bloque, las mismas cualidades y los mismos defectos.

     Está claro entonces que ha fallado el entrenador. No es que Mendilibar sea un mal técnico, todo lo contrario. Es más, personalmente valoro su propuesta de juego mucho más que la de su predecesor Caparrós, muy defensivo para mi gusto. Pero la realidad es que hay equipos construidos para desarrollar un estilo y si intentas cambiar, se desmoronan. Es tan sencillo como encender o apagar la luz con sólo tocar el interruptor. Y creo que el técnico de Zaldívar se confundió al accionarlo. Buscó cosas para las que los futbolistas no estaban preparados o no le entendieron y así dejaron de creer en lo que hacían y, de paso, olvidaron lo que hacían bien en temporadas anteriores. Las lesiones y los golpes de mala fortuna hicieron el resto.

     Puede que para muchos el cambio de entrenador y la contratación de Lucas Alcaraz haya sido precipitada. Sinceramente pienso que tanto los números como las sensaciones dan la razón a la medida. A partir de hoy veremos si el preparador granadino es capaz de volver a enchufar a sus jugadores, de encender el interruptor.


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara)

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13 octubre 2014

La valentía según Luis Enrique

--> Cuenta un 'luisenriquista' muy conocido que la mayor virtud de Lucho es su temeridad. Y dice temeridad y no valentía porque la valentía es una cualidad a medias, discutible como tal en términos estrictos: valiente será el que pueda permitírselo, temerario sólo el loco o el que apenas tenga nada que perder. Si analizamos los proyectos futbolísticos triunfadores en los últimos tiempos (la España de Luis Aragonés, el Barça de Guardiola, la Alemania de Löw), concluiremos con rapidez que sus cimientos estaban hechos de un material altamente inflamable: una apuesta desesperada y a contracorriente, una audacia que al principio fue simple ingenuidad, un cambio radical de rumbo por el que pocos daban dos duros antes de empezar a funcionar.

Un artículo de Sergio M. Gutiérrez.

Thomas Vermaelen, calentando antes de un partido con el Arsenal. Foto: joshjdss.

     Luis Enrique es, en efecto, un tipo temerario. Se diría que toma decisiones extremadamente negligentes por pura inercia, porque es lo que toca y porque el Barça de hoy no está para detenerse a reflexionar: el gasto en un central magnífico pero en declive como Vermaelen, el respaldo público al muy discutible fichaje de Douglas, la fe ciega en las virtudes de Mathieu (ciega, si obvia sus defectos), la insistencia en un sistema táctico muy específico, la afirmación rotunda de que no lo cambiará.

     En fútbol se habla con demasiada frecuencia en términos absolutos: este jugador es mejor que aquel, con tal esquema cómo se puede ir a ningún sitio, no es normal que nunca juegue Fulanito, cualquier suplente de esa plantilla lo haría mejor que Menganito. El carácter lúdico del deporte abona los discursos más estrafalarios. Se intenta reducir la impresivibilidad del juego a variables matemáticas, cuando la experiencia afirma que en el césped dos más dos nunca sumaron cuatro.

     Se trata de hacer el mejor equipo, no de reunir a los mejores jugadores.
     El eje de la línea defensiva azulgrana (adelantado, agresivo en la búsqueda de la recuperación, desguarnecido en exceso por sus laterales) refleja como ninguna otra realidad ese carácter temerario que está en la base del nuevo proyecto culé. Recordemos (con ánimo peyorativo, sí) quiénes eran hace sólo unos meses los cinco centrales de Luis Enrique:
- Jérémy Mathieu: defensa que nunca lo fue, corrector con altura y zancada, extremo larguirucho, lateral algo despistado, de costumbres laxas pero con formidables condiciones físicas.

- Javier Mascherano: mediocentro de jerarquía mundial, central parcheado que ya no debía volver a serlo, bajito y sin cuerpo para la refriega, extraordinario lejos de la portería, afligido con frecuencia cerca de ella.

- Gerard Piqué: imponentes cualidades, espíritu libre; algo acomodado, abandonado en la exigencia física, tendente a la falta de concentración.

- Marc Bartra: proyecto de figura mundial que no termina de cuajar, castigado por su presencia en derrotas dolorosas, algo escaso de masa muscular; todos dijeron confiar en él, nadie lo demostró.

- Thomas Vermaelen: el mejor central de Europa mientras el físico se lo permitió, degradado después como líder 'gunner' (y belga) en busca de un destino mejor; y aquel destino resultó ser el más importante de su carrera, y le llegó quizá en su peor momento.
     ¿Ofrecían fiabilidad antes del último verano? Al cien por cien, ninguno. Y sin embargo Luis Enrique ha construido con ellos, y casi se diría que a partir de ellos, un equipo aparentemente sólido, que encaja pocos goles y empuja a los compañeros con actitud positiva hacia la portería rival.
     Son cinco futbolistas en la cuerda floja, perdidos entre el pasado que no volverá y un futuro demasiado incierto, a medio camino entre la brillantez y la mediocridad. Quizá por ello resultaron ideales para el proyecto de Lucho: porque los centrales del Barça deben vivir al límite, porque se espera de ellos más capacidad de reacción que rigor posicional, porque carecen de colchón y sin él no podrán ser valientes, porque su virtud ha de ser antes la temeridad.

     Las numerosas rotaciones y la lentísima recuperación de Vermaelen nos impiden aventurar las jerarquías reales del cuerpo técnico en esa posición crítica. La estricta alternancia de las parejas Mascherano-Mathieu y Piqué-Bartra acabará pronto. Las dificultades de los primeros para defender cerca de su guardameta no otorgan mayor rango a los segundos. Pese a sus impecables actuaciones (también con la selección española), Marc Bartra sigue siendo el último de la fila.

     Ninguno de los cinco centrales del Barça es considerado a día de hoy un defensor de primer nivel europeo. Puestos en el mercado, difícilmente algún club pagaría 20 millones de euros por cualquiera de ellos. A Luis Enrique no le importa: él espera (lo espera honestamente, aunque de un modo desesperado, temerario sin duda) que en pocos meses lluevan las alabanzas, que esa idea extemporánea deje de antojarse una decisión de riesgo y pase a la historia como una genialidad estratégica de un entrenador sin par.

     Así se ha escrito la historia de los más grandes equipos en los últimos tiempos: la nueva apuesta culé había de ser negligente, perdedora a todas luces. Sólo de ese modo se podía generar el estado de ánimo colectivo que suele preceder al éxito absoluto.

     (O a un fracaso que llamarán previsible, de los que con el tiempo nadie se suele acordar).


Escribe para 'El Chut': Sergio M. Gutiérrez (@sergiomguti)

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12 octubre 2014

La decisión

--> Todos los días tomamos decisiones. Es inevitable. Prácticamente desde el primer momento, al despertar, cuando escoges poner primero un pie u otro en el suelo. La mayoría son nimias. Qué jersey, qué pantalones, qué color de calcetines, estos o aquellos zapatos. Algunas son tan intrascendentes que ni siquiera te das cuenta de estar dilucidando. Otras acaban por ser tan importantes que angustian y cuesta una vida decantarse. La realidad es que, más o menos fundamental, seguir un camino y no el otro marca el futuro más inmediato e inevitablemente también el lejano. Cualquiera entiende de qué hablo, supongo que Fernando Alonso camina ahora por esa delgada línea que separa el acierto del error.

Un artículo de Jorge Segura (@jseguraclara)


Fernando Alonso. Foto: PresidenBertho.

     Cuando escribes sobre personas con las que has tenido un mínimo contacto directo, siempre debes hablar de suposiciones. Cuando el individuo en cuestión está tan expuesto públicamente, al menos te permite poder valorar con cierta perspectiva real la consecuencia de sus elecciones. Más allá de las sensaciones personales de felicidad o tristeza, con el paso del tiempo, cualquiera se atrevería a valorar como erróneos los caminos que ha tomado Fernando desde que se convirtió en el bicampeón Mundial más joven de la historia de la Fórmula 1 en 2006. A mé esa conclusión siempre me parecerá equivocada.
     En 2007, con el pelo rapado y dos títulos en casa, Alonso se presentó en Valencia con McLaren. El mejor piloto decidió marcharse a la mejor escudería del momento, a una histórica donde había triunfado su ídolo Ayrton Senna. Pocos se fijaron, aquella noche de enero en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, en el joven inglés que sería su compañero esa temporada. A todos les pareció entonces maravillosa y muy acertada la resolución del asturiano. Lo que pasó meses después es muy conocido.
     Seguramente, la consiguiente medida a aquel tortuoso año estuvo más provocada por la necesidad de la persona de ser feliz, que la del profesional por seguir conquistando records. ¿Algo que objetar? Acaso nunca hemos tomado una decisión más por salud física y mental propia que por hacer lo laboralmente correcto. Fueron dos años largos en Renault, nada que ver con los anteriores. Pero quedaba por venir la opción más vertiginosa.

     Llegó 2010 y apareció Ferrari. Portadas de diarios, informativos y revistas. Reconocimiento Mundial a la llegada a la ‘SCUDERÍA’, dónde sólo pilotan los más grandes, los mitos. Decisión acertadísima, que comenzó con victoria en Bahrein. ¿Alquien dudaba? Ni siquiera un complicadísimo campeonato con un coche inferior al de Red Bull, hizo tambalear la confianza en que Fernando había escogido bien. Incluso después de perder el título en Abu Dhabi por un absurdo error de estrategia de los que estaban en el muro, no escuché a alguien aventurar que se había equivocado yendo a Maranello. Cuatro años más tarde, los ‘visionarios’ dicen que ya lo avisaron. Cuanta falsedad y mediocridad.

     La envidia de los que esperan y están convencidos de que volverá a equivocarse. La mayoría de ellos españoles. Qué típico. Qué tópico. Es evidente que Fernando Alonso no goza de las cualidades que tanto agradan aquí. No es un tipo campechano, simpático y dicharachero. Es sincero, directo y contundente. Eso en este país no gusta. Además, si quien así se comporta tiene éxito, la mayoría se sienta a esperar el fallo, para cebarse en la crítica y en la mofa. Una pena. Algunos siguen recordando a Carlos Sainz más por el “trata de arrancarlo” que por sus títulos Mundiales, a Olano por no vencer el Tour que por los éxitos que cosechó y así con tantos otros referentes del deporte... Por mi parte espero a que Alonso escoja y que esa decisión le vaya bien. Aunque muchos le seguirán esperando a la vuelta de la esquina. 


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (jseguraclara)

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06 octubre 2014

PAREJO, con mayúsculas

--> Las estadísticas reflejan casi 400 pases, poco más de 50 errados y únicamente 9 interceptados. Son los datos puros, los que hablan del brillante inicio de temporada que está realizando, pero no está en ellos el valor del triunfo personal de un futbolista que apareció en Valencia con todos los condicionantes para estrellarse. Porque Dani Parejo transitó en el primer año y medio de su estancia en Mestalla por la acequia que le llevaba directo al abismo. Desorientado, desconfiado, desacertado, desplazado. De Coslada a un infierno prácticamente. Entre 2011 y finales de 2012, jugó poco y mal, le cazaron en un control de alcoholemia y terminó siendo duramente criticado por la Prensa y prácticamente crucificado por los aficionados.

Un artículo de Jorge Segura (@jseguraclara).

Dani Parejo, jugador del Valencia CF.

     Aguantar la presión del entorno valencianista y de su grada en contra suele ser insoportable. A los 23 años, diría que impensable. Jugadores más experimentados y con más talento fueron incapaces de superarlo, así que era una quimera pensar en Parejo revirtiendo la situación. Dudo que él mismo siquiera lo creyera. Pese a los cinco años de contrato firmados, su marcha parecía la única salida y quedaba la sensación evidente de que otra prometedora carrera iba a despeñarse.

     Sin embargo, Dani encontró un inesperado asidero al que agarrarse. La aparición de Ernesto Valverde fue el necesario viento del norte que le despertó. El 'Txingurri' le dió la confianza que hasta el momento el mundo le había negado. No sólo le ofreció el mando del equipo en el campo, quizás lo más importante es que le tendió la mano amiga necesaria fuera del terreno de juego. Empezó a sentirse valorado y respetado por el entrenador y por los compañeros. A partir de ese momento, todo fluyó normalmente.

     El talento innato de los grandes futbolistas que tiene Parejo floreció partido a partido. Tras el asentamiento en el control del juego de ataque del equipo, vino la progresión para corregir sus defectos: las pérdidas de balón en zonas peligrosas de campo propio básicamente. Ahí ha trabajado e insistido, primero con Valverde, luego con Pizzi. Hasta que todo cuadró. Fue el 1 de febrero de este año en Barcelona
     El Valencia llegó como víctima segura al Camp Nou y salió de allí con un triunfo convincente, de prestigio, de los de antaño. Fue el encuentro casi perfecto de Parejo, arriba y abajo, porque el '21' (era su número entonces) apareció en todas partes, hasta en el gol, y frente al rival más difícil (25 victorias consecutivas en casa llevaba ese Barça). 
     Seguramente allí acabó de ganarse por derecho el número '10' que ahora luce con maestría en la espalda, tanto como el brazalete de capitán con sobriedad y liderazgo. Nada es casual, tampoco el cambio de número.

     Hoy, las apariciones estelares de André Gomes en la zona de ataque dan la sensación de quitarle protagonismo e importancia. Nada que ver. De hecho es su liderazgo en la zona central y el dominio de la circulación del balón, lo que liberan al portugués para llegar con soltura al área del rival, donde él también aparece con más asiduidad. Es un crecimiento en el entendimiento de juego constante lo que, con tan sólo 25 años, le convierten en una potencial estrella del fútbol mundial. Probablemente ya lo sea.

     De Parejo dijo Alfredo Di Stefano en su día que "es el mejor talento de 'La Fábrica' (cantera del Real Madrid)" y ahora que el histórico entrenador valencianista ya no está, Dani camina por la vida dándole la razón. "Cuando salgo al campo siempre me digo: 'No puedo dejar mal a Alfredo, con lo que ha sido en el fútbol'. Eso me sirve de apoyo en momentos difíciles", le dijo a mi compañero Darío Puig en Marca el pasado 18 de abril. Seguro que Di Stefano le ve orgulloso donde quiera que esté, solía equivocarse poco o nada en lo futbolístico la 'Saeta'. Ahora sólo falta que Del Bosque se anime a dar el paso. Seguro que no tardará mucho, la selección espera a PAREJO, con mayúsculas. 


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara)

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