"" Todos somos culpables ~ El Chut <br> Expertos deportivos

"Que quien se calla cuanto me callé
no se podrá morir sin decirlo todo.".

José Saramago.

01 diciembre 2014

Todos somos culpables

--> La muerte de Francisco Romero, el seguidor radical del Deportivo de la Coruña, en una reyerta organizada entre iguales de su equipo, del Atlético de Madrid, Rayo Vallecano y Alcorcón no es la primera que inmiscuye al fútbol español, desgraciadamente puede que tampoco sea la última. Al fallecido le conocían como 'Jimmy'. Los que le acompañaban en la barbarie (en un bando u otro) operan bajo los pseudónimos de 'Riazor Blues', 'Frente Atlético', 'Bukaneros' y 'Alkor Hooligan'. Da igual la denominación o el supuesto color ideológico, son cerebros rapados en la mayoría de casos.

Un artículo de Jorge Segura (@jseguraclara).

El río Manzanares y el estado Vicente Calderón. Foto: El coleccionista de imágenes.

     Algunos de los personajes que viven del mundo del fútbol o merodean en el entorno, se han apresurado a intentar despojar de culpabilidad al deporte rey. Son patéticos tergiversadores de la realidad, mentirosos interesados o enfermizos y, sobre todo, inconscientes. Tanto me da si son dirigentes, jugadores, entrenadores, periodistas o meros aficionados. Claro que el fútbol es culpable, el principal de hecho, porque alberga, acoge e incluso protege en muchos casos a estos grupos de cobardes, violentos y en algunos casos asesinos.

     Durante décadas, los directivos han facilitado entradas a coste cero a estos grupos de desalmados. Más allá, en innumerables casos, les han puesto un cuartillo en el estadio propio para que guardaran parte de su material de uso. Pancartas, banderas anticonstitucionales, armas de batalla o cualquier otro enser que necesitaran los violentos. Patético. Más allá de esa protección institucional, han sido capaces de fomentar su existencia por acción u omisión. Capaces de facilitar reuniones entre los líderes de estos reductos de majaderos y los jugadores, además de ser incapaces de censurar públicamente sus actuaciones, más bien lo contrario.

      Los jugadores tampoco están al margen, especialmente los más representativos. Uno se harta de ver celebraciones en las que los futbolistas se dirigen al rincón, curva o fondo del estadio donde se encuentran estos ultras para, incluso, abrazarse a ellos en el éxtasis del gol. Lamentable. Capaces de ir hacia ellos al terminar un partido para agradecer no se sabe bien qué, regalarles las camisetas, lanzarles un aplauso... Escandaloso. Por no hablar de aquellos que acceden a hablar cuando reciben una de las amenazantes visitas a sus lugares de entrenamiento. Yo he presenciado varias en la ciudad deportiva de Paterna, tal cual la han sufrido en otros clubes, la más llamativa la que llevó a un grupo de encapuchados a suspender un entrenamiento del Atlético de Madrid no hace tanto tiempo.
     Al único entrenador que recuerdo plantarse por completo ante estos salvajes fue a Guus Hiddink. Siendo técnico del Valencia se negó a que su equipo comenzara un partido en Mestalla hasta que no retiraran una bandera con una esvástica. La mayoría, tal y como sucedió con el Cholo el domingo, no pone el énfasis y la contundencia necesaria en la condena. “Que si el fútbol no es el culpable, que si es sólo un problema cultural y educacional...”, milongas.
     Los periodistas, mi gremio, mis colegas. Frente a los que condenan constantemente los gritos, los cánticos violentos, cualquiera de las actuaciones antes referidas, aparecen unos cuantos que son capaces de fotografiarse con estos ultras y alabarles en los medios donde trabajan por su capacidad de animar un estadio o de cualquier otra barbaridad por el estilo. Quizás por ser mi mundo en estos últimos 20 años, es lo que me resulta más asqueroso.

     Tampoco muchos de los aficionados que se dispersan por el resto de la gradería de un estadio quedan libres de culpabilidad. Muchos se animan a cantar lo que estos bárbaros les proponen desde una esquina y otros cierran los ojos ante peleas o reyertas como las de este fin de semana junto al Manzanares. Aun así, de todos los responsables futbolísticos, me parecen los menos. Entiendo el miedo ante las intimidaciones y amenazas de los radicales. Miedo que no exime de actuación al resto de actores implicados, incluida la Prensa.

     Por último, los políticos. Aquí incluyo a los dirigentes de los órganos deportivos del estado, las comunidades autónomas, los ayuntamientos y las organizaciones futbolísticas. Siempre sobrepasados, siempre tenues en la condena, siempre tardíos en las medidas, siempre mal. Incapaces durante años de pedir una reforma legislativa que condene con más dureza estos actos, lleguen o no al asesinato. ¿A qué tenéis miedo? ¿O es sólo incompetencia? Sí, claro que el fútbol es culpable. El principal culpable. Pero no el juego en sí sino todas las personas que forman o toman parte en su disputa. TODAS.


Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara)

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