--> Villarreal ya no es la misma quince años después. Demográficamente es un poco más grande y ha pasado de los casi 42.000 habitantes de entonces por los cerca de 52.000 actuales. No ha crecido mucho. Seguramente porque la emigración del campo a la ciudad sufrió un parón con la grave crisis económica actual. Cuando todo empezó en el año 2000, la industria de la cerámica azulejera estaba en pleno auge, lo que convertía el porcentaje de paro en inexistente. Había trabajo, bien remunerado y la gente vivía cómodamente, feliz. Al abrigo de todo aquello, construyó Fernando Roig su proyecto futbolístico. Tras adelantarse en 1998 a sus expectativas y estrellarse sólo un año más tarde, con el cambio de milenio el Villarreal CF subió a Primera como la espuma, de la mano de su ciudad y la privilegiada región empresarial.
Un artículo de Jorge Segura (@jseguraclara).Seguir a @jseguraclara
Pocas
instituciones deportivas habrán tenido una simbiosis tal con su
entorno económico como la villarrealense. Durante años los éxitos
de la comarca y el club fueron de la mano. Había dinero para casi
todo, bien gestionado por otra parte. Así llegaron grandes figuras
consagradas e inversiones en jóvenes talentos emergentes. La época
dorada de los Palermo, Anderson, Arruabarrena, Riquelme, Sorín,
Senna, Cazorla, Pires, Forlán, Rossi... ellos pusieron en el mapa
geográfico a la localidad y en el futbolístico a la entidad. Tanto
que se quedaron a un paso de la final de la Copa de la UEFA de 2004 o
a un gol de jugar la de Liga de Campeones en 2006, tras perder sólo
2 de los 14 encuentros que jugaron en el torneo y después de
eliminar a históricos como el Benfica o el Inter de Milán. Solo dos
años después alcanzaron un histórico subcampeonato de Liga.
Para
entonces, verano de 2008, el club ya había comenzado un intenso
trabajo de captación de jóvenes futbolistas y de construcción de
una estructura de cantera que aligerara el gasto económico. La
vertiente empresarial del presidente Fernando Roig ya le hacía
atisbar que la crisis que comenzaba a entrar en todos los ámbitos
sociales, terminaría agitando el fútbol. Así, ese esfuerzo en la
base posibilitó el ascenso del equipo filial a Segunda y la
estabilidad del primer equipo en la élite. Hasta 2011. Todo pareció
derrumbarse con el descenso a Segunda, pero el trabajo previo que ya
habían realizado hizo la reconstrucción más fácil. Eso y
encontrar un entrenador a medida. El verdadero sucesor de Manuel Pellegrini. Porque aunque Juan Carlos Garrido tuvo buenos momentos al
frente del primer equipo, no acabó de asentarse y las apuestas
posteriores tampoco dieron sus frutos, hasta que Marcelino tomó las
riendas del proyecto para acabar logrando el tercer ascenso de la
historia amarilla.
A
partir de ahí, con la estructura de cantera como base, con jugadores
como Manu Trigueros, Jaume Costa o Mario Gaspar girando en torno a
las figuras de Bruno Soriano y Mateo Musacchio, García Toral mostró
la temporada pasada el potencial de bloque de su equipo y el suyo
propio. Ese técnico que a punto estuvo de comandar el Valencia en la
primavera de 2008.
Convirtió al Villarreal en una combinación de fútbol de toque, rápido en el desplazamiento y vertical por las bandas, sin miedo a nadie hasta el límite de volver a meterlo en competición europea nada más regresar a Primera.
Además
de lo futbolístico, el técnico asturiano se ganó el respeto
absoluto de Roig por decisiones de vestuario que refrendaron su mando
en el grupo. Si Pellegrini cortó de raíz en su momento el intento
de sublevación de Riquelme, al que decidió no poner más tras un
intento de pulso, Marcelino comprendió que por el bien del equipo le
tocaba hacer lo mismo con otros jugadores que habían sido
trascendentes bajo su propio paraguas. El caso más evidente ha sido
el del penúltimo referente de la primera gran época villarrealense,
Cani. No hay lugar en ese vestuario para quien cree tener un estatus
por encima del real. Incluso por caro que resultara el fichaje de
Gio, tampoco a Marcelino le ha costado entender que la titularidad la
merecía Vietto, emergente desde el incio de temporada y absoluta
revelación de la Liga tras sólo unos meses en ella.
Claro
que el éxito fundamental de Marcelino y por tanto del Villarreal,
radica en la capacidad que ha tenido de hacer sentir a 20 jugadores
como titulares. Más allá de la decisión de guardar siempre su
portería con Asenjo, cualquiera puede jugar en cualquier escenario.
Centrado en la Copa hasta alcanzar por primera vez las semifinales y
en Europa League hasta el cara a cara que le medirá con el Sevilla a
partir del jueves, dio la sensación de poner siempre lo mejor en las
eliminatorias. Todo hacía pensar que el glamour y escaparate del
Bernabéu le llevaría a disponer también a los elegidos. Pero ahí
surgió ese genio astur de Marcelino, quien se mantuvo fiel a la
idea. Jugó con los ‘titulares’ de la Liga y consiguió un golpe
de efecto que le ha hecho erigirse definitivamente en el líder, el
comandante del submarino.
Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara)
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