"" Perspectiva y análisis del Barça de Luis Enrique ~ El Chut <br> Expertos deportivos

"Que quien se calla cuanto me callé
no se podrá morir sin decirlo todo.".

José Saramago.

29 agosto 2014

Perspectiva y análisis del Barça de Luis Enrique

--> Acaba de echar a andar, pero ya poseemos datos suficientes para la disección: Luis Enrique atacará de este modo y defenderá de aquel otro, sus laterales ensancharán el campo y sus interiores correrán como nunca, sus extremos no lo serán y sus delanteros buscarán el gol como si no hubiera un mañana. El técnico asturiano es valiente en lo formal y lo explícito. Asume el coste de sus decisiones y no se arruga a la hora de tomarlas. Pero es, sin remedio, esclavo de sus circunstancias, de la coyuntura culé, de la vida futbolística en la Liga y fuera de ella; de una historia que existe (o habría de existir) para no ser repetida.

Un artículo de Sergio M. Gutiérrez (@sergiomguti).

Luis Enrique Martínez, en un entrenamiento con el Barça. Foto: FC Barcelona.

     Hay dos tipos de entrenadores: los buenos y los que sólo piensan en el aquí y el ahora, en sí mismos y en los resultados que los perpetuarán en la butaca. van Gaal es un ejemplo maravilloso del primer grupo, exiguo a todas luces; los miembros del segundo son legión, y no pretendemos amargarles de momento el presente.

     Se dirá que esta clasificación es simplista, pues en un club como el Barça el presente siempre manda. Que cada cual opine lo que estime oportuno.
     Aquí defendemos la idea de que el Barça sólo podrá ser el Barça si camina tratando de alcanzar el horizonte.
     Guardiola siempre persiguió aquel horizonte lejano (el de un equipo perfecto a tres años vista), sin dejar de mirar por el rabillo del ojo el suelo que sus pies habían de pisar. Y fue tan grande su ambición que aquel proyecto utópico pervive, y el Barça actual continúa siendo el de Pep remedado.

Evolución táctica

     Se quiera o no, las bases del estilo de Luis Enrique son 'guardiolescas': estricta ética de trabajo, entrenamientos de alta intensidad, defensa lejos de la propia portería, presión, recuperación, toque, posición. Elementos como el 4-3-3 inicial, la responsabilidad global de Messi o la figura imponente de Busquets reafirman la idea del origen 'guardiolesco' de todas las cosas en el Barça de hoy.

     Tito Vilanova se enfrentó al problema de romper partidos frente a rivales atrincherados. Abrió a los extremos, generó espacio en el medio para Messi y pidió a Cesc que lo aprovechara. El modelo funcionó muy bien contra equipos menores, pero fracasó cuando un oponente sólido sabía sacar ventaja de la vulnerabilidad de Busquets y Piqué en campo abierto. Martino se dejó llevar de modo reverencial, y apenas se refugió en un 4-2-3-1 disimulado cuando percibió la debilidad de una plantilla encantada de conocerse a sí misma.

La idea de Luis Enrique

     Lucho transforma el sistema:

- Defiende en 4-3-3, pero los extremos apenas ayudan al lateral de su lado; esa responsabilidad corresponde a los interiores.

- Ataca en 3-4-3. Sergio Busquets se retrasa para jugar como un central más, casi como líbero. Los dos laterales ensanchan el campo a la vez. Los extremos no existen, son delanteros. Los interiores (Iniesta y Rakitic) empiezan y terminan la jugada, a menudo demasiado lejos del área. Se busca el gol de modo directo, particularmente cuando la presión produce un robo de pelota.

     Si un interior pierde la posesión, hay orden clara de acudir prestos a la recuperación. Pero esa presión es más complicada cuando las distancias entre compañeros son grandes.
     Es el mismo problema descubierto por Tito, con sus extremos abiertos, y experimentado por el Tata, con su desbarajuste estratégico: si creas espacios, también los sufres.
     Iniesta y Rakitic corren como posesos en ayuda del central de su lado. Los laterales, no; los laterales de Lucho roban muchas pelotas porque siempre se encuentran adelantados (esta temporada, al menos, hablaremos poco de la espalda de Dani Alves), pero difícilmente apoyarán a su central en la transición defensiva cuando el rival supere la primera línea de presión.

     Busquets, integrado como central, acaba convertido en hombre de cierre, en defensa escoba. El Barça pierde su faro defensivo, el hilo que evitaba la rotura de todas las costuras, el mejor futbolista del mundo en esa posición gracias a una inteligencia táctica fuera de toda medida y al trabajo coordinado de sus compañeros. Busquets sufrirá como líbero, si es que no le quita el puesto Javier Mascherano, mucho más apto para tales menesteres.

     Los centrales, por supuesto, deben ser extremadamente rápidos (Mathieu, Bartra y Mascherano dan el perfil) o estar siempre extremadamente bien colocados (Piqué y Vermaelen deben demostrarlo).

Herencia y coyuntura


     Luis Enrique ha gastado casi todo su presupuesto para fichajes (el de dos años, de hecho) en el mejor delantero centro del planeta, y ha asumido que los demás refuerzos serían parches. Cubre con Luis Suárez una necesidad largamente debatida (la alternativa de Messi al gol), pero aplaza la solución de otras urgencias para mejor ocasión. Si el uruguayo mete muchos goles, el mundo aplaudirá; pero un equipo debe generar las condiciones adecuadas para que brille su delantero; incluso Messi las necesita.

     Todo técnico, sea bueno o de los que sólo miran por su asiento, debe lidiar con una directiva. Y ha de conciliar los intereses propios con los de su presidente, intereses ambos pocas veces coincidentes con los del club.

     A menudo me pregunto cuáles son las prioridades de Luis Enrique, si sueña o no sueña con ese Barça perfecto a tres años vista, si toma las decisiones que toma pensando en el futuro valiente o en el cobarde presente. Cuánto habrá cedido Lucho a las prioridades de una junta directiva de muy discutible honorabilidad, cuánto a la tentación de ganar ya y sólo ganar.

     Vermaelen, Douglas...

     No, Luis Enrique no es de ésos. O sí, quién sabe. Sólo el tiempo lo dirá.


Escribe para 'El Chut': Sergio M. Gutiérrez (@sergiomguti)

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