--> Cuenta un 'luisenriquista' muy conocido que la mayor virtud de Lucho es su temeridad. Y dice temeridad y no valentía porque la valentía es una cualidad a medias, discutible como tal en términos estrictos: valiente será el que pueda permitírselo, temerario sólo el loco o el que apenas tenga nada que perder. Si analizamos los proyectos futbolísticos triunfadores en los últimos tiempos (la España de Luis Aragonés, el Barça de Guardiola, la Alemania de Löw), concluiremos con rapidez que sus cimientos estaban hechos de un material altamente inflamable: una apuesta desesperada y a contracorriente, una audacia que al principio fue simple ingenuidad, un cambio radical de rumbo por el que pocos daban dos duros antes de empezar a funcionar.
Un artículo de Sergio M. Gutiérrez.Seguir a @sergiomguti
Thomas Vermaelen, calentando antes de un partido con el Arsenal. Foto: joshjdss. |
Luis Enrique es, en efecto, un tipo temerario. Se diría que toma decisiones extremadamente negligentes por pura inercia, porque es lo que toca y porque el Barça de hoy no está para detenerse a reflexionar: el gasto en un central magnífico pero en declive como Vermaelen, el respaldo público al muy discutible fichaje de Douglas, la fe ciega en las virtudes de Mathieu (ciega, si obvia sus defectos), la insistencia en un sistema táctico muy específico, la afirmación rotunda de que no lo cambiará.
En fútbol se habla con demasiada frecuencia en términos absolutos: este jugador es mejor que aquel, con tal esquema cómo se puede ir a ningún sitio, no es normal que nunca juegue Fulanito, cualquier suplente de esa plantilla lo haría mejor que Menganito. El carácter lúdico del deporte abona los discursos más estrafalarios. Se intenta reducir la impresivibilidad del juego a variables matemáticas, cuando la experiencia afirma que en el césped dos más dos nunca sumaron cuatro.
Se trata de hacer el mejor equipo, no de reunir a los mejores jugadores.
- Javier Mascherano: mediocentro de jerarquía mundial, central parcheado que ya no debía volver a serlo, bajito y sin cuerpo para la refriega, extraordinario lejos de la portería, afligido con frecuencia cerca de ella.
- Gerard Piqué: imponentes cualidades, espíritu libre; algo acomodado, abandonado en la exigencia física, tendente a la falta de concentración.
- Marc Bartra: proyecto de figura mundial que no termina de cuajar, castigado por su presencia en derrotas dolorosas, algo escaso de masa muscular; todos dijeron confiar en él, nadie lo demostró.
- Thomas Vermaelen: el mejor central de Europa mientras el físico se lo permitió, degradado después como líder 'gunner' (y belga) en busca de un destino mejor; y aquel destino resultó ser el más importante de su carrera, y le llegó quizá en su peor momento.
Las numerosas rotaciones y la lentísima recuperación de Vermaelen nos impiden aventurar las jerarquías reales del cuerpo técnico en esa posición crítica. La estricta alternancia de las parejas Mascherano-Mathieu y Piqué-Bartra acabará pronto. Las dificultades de los primeros para defender cerca de su guardameta no otorgan mayor rango a los segundos. Pese a sus impecables actuaciones (también con la selección española), Marc Bartra sigue siendo el último de la fila.
Ninguno de los cinco centrales del Barça es considerado a día de hoy un defensor de primer nivel europeo. Puestos en el mercado, difícilmente algún club pagaría 20 millones de euros por cualquiera de ellos. A Luis Enrique no le importa: él espera (lo espera honestamente, aunque de un modo desesperado, temerario sin duda) que en pocos meses lluevan las alabanzas, que esa idea extemporánea deje de antojarse una decisión de riesgo y pase a la historia como una genialidad estratégica de un entrenador sin par.
Así se ha escrito la historia de los más grandes equipos en los últimos tiempos: la nueva apuesta culé había de ser negligente, perdedora a todas luces. Sólo de ese modo se podía generar el estado de ánimo colectivo que suele preceder al éxito absoluto.
(O a un fracaso que llamarán previsible, de los que con el tiempo nadie se suele acordar).
En fútbol se habla con demasiada frecuencia en términos absolutos: este jugador es mejor que aquel, con tal esquema cómo se puede ir a ningún sitio, no es normal que nunca juegue Fulanito, cualquier suplente de esa plantilla lo haría mejor que Menganito. El carácter lúdico del deporte abona los discursos más estrafalarios. Se intenta reducir la impresivibilidad del juego a variables matemáticas, cuando la experiencia afirma que en el césped dos más dos nunca sumaron cuatro.
Se trata de hacer el mejor equipo, no de reunir a los mejores jugadores.
El eje de la línea defensiva azulgrana (adelantado, agresivo en la búsqueda de la recuperación, desguarnecido en exceso por sus laterales) refleja como ninguna otra realidad ese carácter temerario que está en la base del nuevo proyecto culé. Recordemos (con ánimo peyorativo, sí) quiénes eran hace sólo unos meses los cinco centrales de Luis Enrique:- Jérémy Mathieu: defensa que nunca lo fue, corrector con altura y zancada, extremo larguirucho, lateral algo despistado, de costumbres laxas pero con formidables condiciones físicas.
- Javier Mascherano: mediocentro de jerarquía mundial, central parcheado que ya no debía volver a serlo, bajito y sin cuerpo para la refriega, extraordinario lejos de la portería, afligido con frecuencia cerca de ella.
- Gerard Piqué: imponentes cualidades, espíritu libre; algo acomodado, abandonado en la exigencia física, tendente a la falta de concentración.
- Marc Bartra: proyecto de figura mundial que no termina de cuajar, castigado por su presencia en derrotas dolorosas, algo escaso de masa muscular; todos dijeron confiar en él, nadie lo demostró.
- Thomas Vermaelen: el mejor central de Europa mientras el físico se lo permitió, degradado después como líder 'gunner' (y belga) en busca de un destino mejor; y aquel destino resultó ser el más importante de su carrera, y le llegó quizá en su peor momento.
¿Ofrecían fiabilidad antes del último verano? Al cien por cien, ninguno. Y sin embargo Luis Enrique ha construido con ellos, y casi se diría que a partir de ellos, un equipo aparentemente sólido, que encaja pocos goles y empuja a los compañeros con actitud positiva hacia la portería rival.Son cinco futbolistas en la cuerda floja, perdidos entre el pasado que no volverá y un futuro demasiado incierto, a medio camino entre la brillantez y la mediocridad. Quizá por ello resultaron ideales para el proyecto de Lucho: porque los centrales del Barça deben vivir al límite, porque se espera de ellos más capacidad de reacción que rigor posicional, porque carecen de colchón y sin él no podrán ser valientes, porque su virtud ha de ser antes la temeridad.
Las numerosas rotaciones y la lentísima recuperación de Vermaelen nos impiden aventurar las jerarquías reales del cuerpo técnico en esa posición crítica. La estricta alternancia de las parejas Mascherano-Mathieu y Piqué-Bartra acabará pronto. Las dificultades de los primeros para defender cerca de su guardameta no otorgan mayor rango a los segundos. Pese a sus impecables actuaciones (también con la selección española), Marc Bartra sigue siendo el último de la fila.
Ninguno de los cinco centrales del Barça es considerado a día de hoy un defensor de primer nivel europeo. Puestos en el mercado, difícilmente algún club pagaría 20 millones de euros por cualquiera de ellos. A Luis Enrique no le importa: él espera (lo espera honestamente, aunque de un modo desesperado, temerario sin duda) que en pocos meses lluevan las alabanzas, que esa idea extemporánea deje de antojarse una decisión de riesgo y pase a la historia como una genialidad estratégica de un entrenador sin par.
Así se ha escrito la historia de los más grandes equipos en los últimos tiempos: la nueva apuesta culé había de ser negligente, perdedora a todas luces. Sólo de ese modo se podía generar el estado de ánimo colectivo que suele preceder al éxito absoluto.
(O a un fracaso que llamarán previsible, de los que con el tiempo nadie se suele acordar).
Escribe para 'El Chut': Sergio M. Gutiérrez (@sergiomguti)
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Pues sí: el mejor central que tiene ahora mismo el Barça es el último de la lista para Luis Enrique. Lo mismo pasa en el lateral derecho, vaya.
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