--> Qué difícil resulta en la vida olvidar a LA PERSONA. Esa por la que has dado y recibido todo, que te llevó a llorar y reir sin motivo, con la que descubriste cielo y mar... aquella que un día se decidió a marchar y te dejó vacío. Dejar atrás todo lo sentido y buscar un nuevo camino, que podrá ser mejor pero pocas veces lo es, porque siempre será diferente. No hablo de fútbol. O quizás sí. Porque el juego de la pelota tiene tanto de pasional, de vital, que las sensaciones de pérdida no andan tan distantes. Es sencillo imaginar la desazón de los barcelonistas cuando Guardiola puso fin a su estancia en el banquillo azulgrana, el abatimiento de los seguidores del United con el adiós de Alex Ferguson o el desconcierto de los valencianistas con la despedida de Rafa Benítez. En aquel prematuro epílogo de 2004 vengo a centrarme.
Un artículo de Jorge Segura.Seguir a @jseguraclara
Rafa Benítez. Foto: k1ngk0ng. |
Desde la marcha del entrenador madrileño al Liverpool, buena parte del valencianismo se sintió descorazonado. La primera intentona para sacar de la depresión al aficionado del oscuro periodo de presidencia de Juan Soler sólo duro unos meses. El regreso al pasado de Claudio Ranieri se fracturó con aquella lesión de Vicente en Bremen y lo que fue un inicio continuista de éxitos se transformó en una temporada desastrosa. Ni el romano era ya el mismo de 1999 y, por supuesto, nada tenía que ver con su predecesor. Fue el primer paso que incidió en la depresiva búsqueda del nuevo Rafa.
Como los argentinos buscan en cada gambeteo de un joven emergente al nuevo Maradona y los brasileños en el quiebro al otro Pelé, los seguidores de Mestalla querían ver en cada innovación táctica del inquilino de turno de su banquillo al líder que se pareciera al exitoso Benítez.
Es un sentimiento tan inevitable como dañino. Tanto como el largo proceso de conflicto interior en el eterno proceso de venta que sigue sangrando. Y vete a saber si ese hastío en el que entró el hincha y la reactivación evidente por la (casi) llegada del nuevo proyecto de Peter Lim, han sido culpables al unísono del olvido temporal del 'Rafismo'. Y es aún más curioso que haya sido el entrenador que menos confianza generaba en un primer vistazo el encargado de hacerlo.
Con una experiencia corta en la Liga portuguesa, la mayoría miramos con recelo la aparición de Nuno como primera opción para entrenar al Valencia. Al conocer que además era una imposición del futuro nuevo dueño de la entidad, sonaba más a capricho con poco recorrido que a un aspirante sólido a conquistar el sitio por derecho y trabajo. Cualquier duda era más que razonable. Diría incluso que lo sigue siendo con sólo unas pocas jornadas disputadas. Pero la realidad palpable de momento es que el entrenador portugués vence y convence. Trabaja muy bien al equipo más joven de Primera. Como si del juego de tetris se tratara, ha encajado perfectamente las piezas recién llegadas a su plantilla con aquellas que ya estaban. El bloque defiende bien y ataca mejor. Para completar su aura de tipo competente, pese a estar pocas semanas en la ciudad, ha entenido perfectamente qué tiene que decir y cómo en cada una de sus comparecencias públicas, ante los medios de comunicación. Y ya se sabe, además de ser bueno, tienes que parecerlo, cosa que otros teóricos 'dominadores' del escenario mediático como Quique o Unai fueron incapaces de comprender.
Olvidar a Rafa Benítez no sería conveniente ni justo, su legado de éxitos será difícilmente repetible, pero aprender a vivir sin él y su recuerdo era necesario para centrarse en las cualidades del que ahora sí quiere estar en ese banquillo. Nuno ha empezado a difuminar el pasado. Que su figura siga generando pasión sólo dependerá de su trabajo y el de sus jugadores. Como en la vida, ¿verdad?
Como los argentinos buscan en cada gambeteo de un joven emergente al nuevo Maradona y los brasileños en el quiebro al otro Pelé, los seguidores de Mestalla querían ver en cada innovación táctica del inquilino de turno de su banquillo al líder que se pareciera al exitoso Benítez.
Así, durante años, con jugadores de la mejor época en la historia del club, con futbolistas consolidados o con proyección que llegaban temporada tras temporada, fueron dilapidándose uno tras otro Quique Sánchez Flores, Ronald Koeman, Unai Emery, Mauricio Pellegrino, Miroslav Djukic, Ernesto Valverde y Juan Antonio Pizzi. Por no hablar de las asombrosas interinidades de Antonio López, Voro, Oscar Fernández y la reciente de Nico Estévez.A todos se les vio o quiso ver algo del entrenador bicampeón de Liga en 2002 y 2004 cuando, en realidad, tenían poco o nada de él. Es lo que tiene la añoranza del que piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Es un sentimiento tan inevitable como dañino. Tanto como el largo proceso de conflicto interior en el eterno proceso de venta que sigue sangrando. Y vete a saber si ese hastío en el que entró el hincha y la reactivación evidente por la (casi) llegada del nuevo proyecto de Peter Lim, han sido culpables al unísono del olvido temporal del 'Rafismo'. Y es aún más curioso que haya sido el entrenador que menos confianza generaba en un primer vistazo el encargado de hacerlo.
Con una experiencia corta en la Liga portuguesa, la mayoría miramos con recelo la aparición de Nuno como primera opción para entrenar al Valencia. Al conocer que además era una imposición del futuro nuevo dueño de la entidad, sonaba más a capricho con poco recorrido que a un aspirante sólido a conquistar el sitio por derecho y trabajo. Cualquier duda era más que razonable. Diría incluso que lo sigue siendo con sólo unas pocas jornadas disputadas. Pero la realidad palpable de momento es que el entrenador portugués vence y convence. Trabaja muy bien al equipo más joven de Primera. Como si del juego de tetris se tratara, ha encajado perfectamente las piezas recién llegadas a su plantilla con aquellas que ya estaban. El bloque defiende bien y ataca mejor. Para completar su aura de tipo competente, pese a estar pocas semanas en la ciudad, ha entenido perfectamente qué tiene que decir y cómo en cada una de sus comparecencias públicas, ante los medios de comunicación. Y ya se sabe, además de ser bueno, tienes que parecerlo, cosa que otros teóricos 'dominadores' del escenario mediático como Quique o Unai fueron incapaces de comprender.
Olvidar a Rafa Benítez no sería conveniente ni justo, su legado de éxitos será difícilmente repetible, pero aprender a vivir sin él y su recuerdo era necesario para centrarse en las cualidades del que ahora sí quiere estar en ese banquillo. Nuno ha empezado a difuminar el pasado. Que su figura siga generando pasión sólo dependerá de su trabajo y el de sus jugadores. Como en la vida, ¿verdad?
Escribe para 'El Chut': @jseguraclara
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