--> Hay veces en las que antes de escribir ya eres consciente de que a la mayoría no gustará lo que digas. Esta es una de ellas. Lo asumo. El Valencia vuelve a estar inmerso en una complicada ampliación de contrato (o no) de un futbolista importante para su presente y futuro cercano. No es la primera vez. Ahora le toca a José Luis Gayà, quien en poco más de año y medio se ha ganado la revisión de contrato por merecimientos. En el campo por haber mostrado brillantez y fuera por dejar entrever una madurez seguramente impropia en este mundo.
Un artículo de Jorge Segura (@jseguraclara)Seguir a @jseguraclara
José Luis Gayà. |
Conviene felicitar a Rufete, el manager general valencianista, que no dudó en
traspasar a Bernat al Bayern de Múnich porque era consciente de que el relevo
que tenía en el filial era incluso mejor. Acertó de pleno. Tanto que ahora la
entidad se ve abrumada por las ofertas de varios clubes potentes, el Real
Madrid principalmente. Llegado este punto, las partes andan en un tira y afloja
de negociaciones. Previsible, lógico y comprensible, casi todo.
Aunque no comparta, puedo llegar a entender la publicidad que se empeña en dar el presidente ejecutivo a cada paso de la negociación, con filtraciones interesadas a sus medios y periodistas afines. Es tan viejo como el juego en sí. Meter presión mediática y popular a la otra parte. Incluso las medias verdades o mentiras que se encarga de transmitir no me asombran. No es patrimonio único. Todos los grandes y sus dirigentes se aprovechan de estos engranajes. Tampoco es suyo el problema sino de quienes prefieren hacerle el juego, que algún rédito tendrán. En este sentido, sólo diré que el cálculo de asociaciones es sencillo: cláusula de rescisión alta equivale a sueldo elevado. Y viceversa.
Aunque no comparta, puedo llegar a entender la publicidad que se empeña en dar el presidente ejecutivo a cada paso de la negociación, con filtraciones interesadas a sus medios y periodistas afines. Es tan viejo como el juego en sí. Meter presión mediática y popular a la otra parte. Incluso las medias verdades o mentiras que se encarga de transmitir no me asombran. No es patrimonio único. Todos los grandes y sus dirigentes se aprovechan de estos engranajes. Tampoco es suyo el problema sino de quienes prefieren hacerle el juego, que algún rédito tendrán. En este sentido, sólo diré que el cálculo de asociaciones es sencillo: cláusula de rescisión alta equivale a sueldo elevado. Y viceversa.
Más allá de esa lógica matemática, tanto el club como los agentes tienen experiencia y envergadura suficiente como para defender sus intereses, hasta el límite. En este caso además, no hace tanto que ya se las han visto en los precedentes de Soldado y Alcácer. Se conocen de sobra.
El punto que no comprendo de todo este agotador proceso y que suele
venir cargado de peligrosas consecuencias es el de pretender inmiscuir
públicamente al jugador. Y en esas está ya la bancada presidencial. Presión
constante, peticiones de pronunciación, consejos diarios… todos desde la
supuesta benevolencia del que desea lo mejor para el chico. Como si de amigos
de Pedreguer de toda la vida habláramos. Hablan en primera persona del
valencianismo porque el valencianismo son ellos. En esto tampoco tienen la
culpa, es quien les cree el que debe reflexionar.
¿Qué sentido tiene poner en la picota a Gayà? Ninguno. No le
beneficiará personalmente y tampoco a la entidad. Cualquier fallo en el campo,
cualquier gesto se interpretara subjetivamente y seguramente de forma errónea
en muchos casos. Incluso tratándose de un chico inteligente como José Luis. Al
Valencia le interesa, por lo fundamental de su participación para el equipo, un
profesional plenamente centrado, lo que incluye el trabajo en el terreno y la
tranquilidad en su vida.
No hace tanto que algunos de los supuestos valencianistas de cuna (una
minoría ínfima) malinterpretaban los mensajes que se lanzaban alegremente y
vivimos desagradables escenas como el intento de agresión a Fabián Ayala, el
zarandeo del coche de Héctor Cúper, los insultos y desprecios a Mendieta… y
unos cuentos episodios más propios del esperpento. Así que mejor dejar en paz a
Gayà.
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