--> Cuenta la leyenda que el magnífico Milán de Arrigo Sacchi se desvaneció el día que el entrenador italiano se acercó a Marco Van Basten mientras éste tomaba el desayuno. Sacchi se acercó para comentarle algunas cuestiones tácticas a las que Van Basten contestó un escueto "ahora no, estoy desayunando". Baste este ejemplo para entender lo complejas que son las relaciones entre las distintas partes que confieren una plantilla.
Un artículo de Ricardo Zazo (@RichiZazo).Seguir a @RichiZazo
Ancelotti, Rijkaard, van Basten y Gullit. Foto: AC Milan. |
Porque el Entrenador tiene una Idea de Juego.
Normalmente intenta ajustarla a su plantilla con mayor o menor acierto, pero
siempre con intención: Que en el campo de juego se vea lo que él quiere. Que
nada salga según lo previsto.
Pero el jugador también tiene su Idea, la que
él entiende para sí y para el equipo. Pero no sólo él, cada uno de los
jugadores tienen su propia Idea, muchas veces opuestas a la de sus propios
compañeros o incluso a la del entrenador. Como vemos, ensamblar todas estas
piezas no es una tarea fácil ni rápida.
Incluso puede que el club tenga su propia Idea de lo que quiere para su equipo. Es más, a veces, todo el club juega del mismo modo desde sus categorías inferiores. La complejidad es creciente según se suben los peldaños.
Ajustar las ideas de todos requiere de todos
para que la puesta a punto sea satisfactoria. Muchas veces entrenadores que no
encajan con la filosofía de tal o cual club (si es que la tienen) son fichados
porque tuvieron éxito en otros lugares completamente distintos. Y entrenadores
idóneos no tuvieron tiempo ni respaldo suficiente para llevar a cabo su Idea.
Es éste un mundo complicado, de entrenadores, jugadores e Ideas. Algo voluble e inflamable a cada acción, que requiere de un conocimiento profundo del juego y sus relaciones, de interactuar con los compañeros, de entender lo que se pide.
Pero cuando llega a buen puerto, eso es
maravilloso. Hay comunión entre la grada y el equipo, entre los jugadores.
Incluso los entrenadores son aplaudidos. Ese trabajo de precisión de cirujano provoca
alegrías inmensas cuando todas las partes ponen de su lado para que la obra
eche a rodar.
Quizá Van Basten nunca entendió a qué jugaba
su Milán. Quizá Sacchi nunca entendió a Van Basten y saliera de esa
conversación rascándose la cabeza pensando en si estaba todo en orden. Quizá,
solo quizá, esos años maravillosos en Maranello son producto de talento y
disciplina férrea, nunca de entendimiento. O puede que fuera todo lo contrario,
según a quien preguntemos.
Savater suele decir: "Piense lo que
quiera, pero piense". No se me ocurre mejor idea.
Escribe para 'El Chut': @sergiomguti
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