--> 57 kilómetros pueden ser una distancia corta o pueden ser un ‘mundo’. En este caso es ambas cosas a la vez. Esa es la diferencia terrenal entre Valencia y Villarreal y, a la vez, es una diferencia casi sideral entre el Valencia CF y el Villarreal CF. La única coincidencia de ambos en el presente socio-deportivo pasa por sus siglas: VCF. Es evidente que no soy tan inconsciente como para comparar la entidad de ambos clubes. El Valencia arrastra en la espalda una mochila llena de años de historia en la élite futbolística, de títulos, de grandes victorias mezcladas con grandes fracasos y de más de un millón de aficionados. Esa carga supone un peso que afianza cualquier proyecto, pero que también lastra el caminar cuando la situación es mala.
Un artículo de Jorge Segura (@jseguraclara).Seguir a @jseguraclara
Escudos del Valencia C.F. y el Villarreal C.F. |
Lo de Villarreal es otra
historia. Por años de vida que tenga el club, realmente hay que
pensar en una especie de refundación y nacimiento a mitad de los
años 90, cuando Fernando Roig decidió cambiar baloncesto por fútbol
y jugar sus cartas en una pequeña ciudad de poco más de 40.000
habitantes. Son algo más de 15 años donde el descenso de 2012
puede considerarse el único golpe duro sufrido, rodeado de momentos
pletóricos como un subcampeonato de Liga y la disputa de dos
semifinales europeas.
Son dos resúmenes
livianos, pero creo que válidos como punto de partida para entender
la distancia invertida que ahora hay en la clasificación de la Liga
y, seguramente lo que es más importante, la diferencia en cuanto a
saneamiento empresarial de las dos sociedades.
Mientras Roig supo
interpretar el giro que estaba produciéndose en el fútbol,
originado por la crisis económica que, por ejemplo, tanto ha
afectado a la región azulejera donde se encuentra Villarreal, en el
Valencia, personificado en la triste figura de Juan Soler y con la
connivencia política se metieron en el ojo del huracán.
Uno recortó gastos
fastuosos y apostó por invertir en casa, con una modélica ciudad
deportiva y una inteligente estructura de cantera. El otro invirtió
lo que tenía en jugadores de excelente pasado y dudoso porvenir,
para acabar gastándose lo que no tenía en un proyecto de estadio
inacabado… que a punto ha estado de acabar con el club.
Cierto es que al
Villarreal el cambio y la nueva apuesta le costó el descenso. Pero
qué es un año cuando lo importante es cimentar el futuro de décadas
por delante. Ahora, sólo un año después y con esa base, el primer
equipo galopa en la Liga cerca del regreso a Europa con muchos
jugadores de cantera… y los que vienen por detrás. Por cierto, más
de uno ex residente de la ciudad deportiva de Paterna, donde no
quiso continuar o donde no le quisieron tener, lo cual es más
grave.
El Valencia intenta ahora
alcanzar ese modelo, claro que juega con dos hándicaps muy adversos.
Su situación económica es indefiniblemente mala y la presión que
ejerce su afición por conseguir resultados, le hace aumentar el peso
de esa mochila, ya de por sí muy pesada históricamente.
Lo que no acabo de
entender es por qué Amadeo Salvo y Aurelio Martínez, en la
escenificación de su llegada al Valencia, decidieron acrecentar el
peso de la presión poniendo como ejemplo a seguir al Borussia de
Dortmund. Cierto es que los alemanes son subcampeones de Europa y
recientes bicampeones de la Bundesliga, por tanto ponerlos en el
escaparate del aficionado valencianista era muy goloso. Pero les
faltó decir que llegar ahí le costó 8 años de crisis existencia
al Dortmund… No hubiera sido más lógico poner como ejemplo el
modelo de gestión del Villarreal?
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