"" La sonrisa de Porto Alegre ~ El Chut <br> Expertos deportivos

"Que quien se calla cuanto me callé
no se podrá morir sin decirlo todo.".

José Saramago.

01 enero 2014

La sonrisa de Porto Alegre

--> Llegó sonriendo y su sonrisa cautivó a propios y extraños. No por su belleza intrínseca (sus dientes formaban descuidados y despreocupados, casi tanto como su juego), sino por la seguridad que ésta transmitía. Uno lo miraba sonreír y sabía que había picardía en su mirada, deseo de provocación y de satisfacer a los demás. En el fondo era como un chico jugando con sus amigos. Y de su virtud surgió su problema. Como Peter Pan, rechazó crecer y madurar, rechazó sacrificarse ya que un don divino le hacía superior a los demás… Pero como si de un sueño se tratara, un día despertó, y sin más, se dio cuenta de que ya no era como antes. Todo y todos habían cambiado, menos él. Hoy sigue dejando destellos, pinceladas de quien un día fue y nunca quiso dejar de ser, a pesar de todo. Hablo, claro está, de Ronaldinho Gaucho.

Un artículo de Diego García (@diegoelchut).

La sonrisa de Ronaldinho sigue siendo una de las imágenes más reproducidas en Brasil. Foto: zachleat.

3/9/2003

     Era una noche fría y lluviosa, y nada hacía presagiar que sería diferente a las demás noches intempestivas de Barcelona. El Fútbol Club Barcelona jugaba contra el Sevilla Fútbol Club en el Camp Nou. Víctor Valdés recoge el esférico y saca con la mano para un Ronaldinho que ya portaba el 10 a sus espaldas. El brasileño regatea a dos rivales y desde 25 metros golpea con furia el balón, que sigue una trayectoria recta, sin ningún tipo de efecto. Y ¡GOL! Del Barça. El Estadi comenzó a aplaudir a su nueva estrella. Primera vez que lo veían en su casa y por la escuadra. El 10 corría desbocado, sonriendo, feliz, liberado. Lo había hecho. ¿El qué? Levantar a todo un estadio. Era la primera vez de muchas.

19/11/2005

     El Barça llegaba al Bernabéu en un ambiente hostil propio del “Clásico” español. En el conjunto culé todavía eran titulares Gio, Oleguer y Edmilson, mientras que en el merengue formaban Zidane, Ronaldo y Pablo García. Eran partidos alejados del nivel mostrado hoy por hoy por ambos equipos, pero fue un partido espectacular. Ronaldinho se puso el traje de mago y tejiendo los hilos hizo la función. Movió a su antojo el balón, a sus compañeros y hasta a los rivales. Y como buen mago, guardó varios trucos que dejaron a todos atónitos. Tras su segundo gol (el que suponía el 0-3 final para los culés) el público se levantó y aplaudió. No era para menos, el “10” demostró que jugaba a otra cosa.

8/3/2005

     Entre Terry y Carvalho no cabía un regate, ni una finta, ni un amago. Inglés y portugués tapaban todas las opciones y ahí estaba él, con el balón enfrente de su bota, sin saber muy bien qué hacer. Por su cabeza pasó una idea descabellada, quizás la única opción que había. Emulando a Tiger Woods cogió su pierna derecha, y como si de un palo de golf se tratara, golpeó la pelota con la puntera. Los defensas no supieron qué hacer, jamás habrían esperado eso, y Cech quedó de piedra, siguiendo el balón con la vista con la única esperanza de que saliera fuera. Pero no hubo suerte y Ronnie, que había vuelto a tirar de varita, lo había vuelto a conseguir.

     Querido lector, acaba usted de leer tres de los mejores momentos que he querido recordar aquí de este grandísimo jugador. A uno le da lástima ver cómo un futbolista destinado a ser el mejor de la historia, un jugador divino, acabó siendo simplemente el mejor de los mortales. Hoy sigue dando muestras de calidad en su Brasil natal, lejos de la Europa que le dio a conocer. Todos somos culpables de su debacle, desde su familia hasta los aficionados, pasando por sus compañeros, y por supuesto, él mismo. ¿Qué habría llegado a ser si no se “hubiera ido” tan pronto? Uno nunca lo sabrá. La hemeroteca está ahí, para enseñarle a nuestros hijos que un día hubo un jugador terriblemente feo al que acabamos viendo guapo y esbelto, un jugador que era pura fantasía, imaginación, y que siempre encontraba luz donde el resto veía oscuridad. Tenía sus defectos y sus virtudes, como todos. Pero pocos hacían que el precio de una entrada fuera rentable, y por qué no, pocos hacían llorar de alegría.


P.D: Discúlpenme si este texto se aleja de uno puramente objetivo. No pretende ser más que una oda al mejor futbolista que mis ojos han visto.


Escribe para 'El Chut': @diegoelchut

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