"" ¿Qué nos pasa? Diagnóstico: nula empatía ~ El Chut <br> Expertos deportivos

"Que quien se calla cuanto me callé
no se podrá morir sin decirlo todo.".

José Saramago.

23 agosto 2013

¿Qué nos pasa? Diagnóstico: nula empatía

--> Vivimos en un mundo individualista, sujetos a una estructura de poder que anima el egoísmo e incluso lo considera virtud, dentro de un discutible código de valores desarrollado a partir del inocente "ándeme yo caliente, y ríase la gente". Olvidamos por ello a menudo que el ser humano es un animal gregario, que sólo sabe y puede vivir en sociedad, que necesita a los demás para ser lo que es. Corremos el riesgo de ignorar esa verdad absoluta, indiscutible: no somos nada sin el otro. Y así levantamos muros, pensamos fronteras, establecemos barreras comunicativas y económicas. Lo creemos un enemigo, cuando el otro es el dios que nos da la vida.

Un artículo de Sergio M. Gutiérrez.

Aficionados de la selección española de fútbol celebran la victoria de la Roja en la Eurocopa de 2012.
     Disculpen la generalización, pero entiendan que a un servidor también le toca: el español es un individuo desconfiado y peligroso, altivo pero de pasiones bajas, en muchos casos cainita, más apegado al interés propio que a la verdad, con frecuencia intolerante y desde luego miedoso de aquello que pueda venir a perturbarlo desde algún lugar desconocido.

     El español anhela creer, mucho más que cualquier otro ciudadano de cualquier otro lugar, que tiene siempre la razón. Por ello lee sólo lo que le interesa, consume mucha televisión con el doble objetivo de reforzar sus puntos de vista y no verse obligado a reflexionar, huye de los productos comunicativos complejos y se refugia en una ignorancia orgullosa, pueril y desafiante: mi país es el mejor, ningún lugar como mi pueblo, los ladrones son los otros, los míos jamás se equivocan, tú y yo, los buenos y los malos, mis amigos y mis enemigos.
     El fútbol saca lo peor de ese especimen tan peligroso.

España y el periodismo deportivo 

     Está de moda poner el grito en el cielo contra el periodismo deportivo de este país, vergonzoso sin duda se mire por donde se mire. Pero el periodista fabrica el producto que le compran, ni más ni menos. Más allá de la extrema laxitud de los mecanismos de autocontrol, la prensa deportiva española es un reflejo fiel de la decadencia intelectual de nuestra ciudadanía.

     La culpa no es (sólo) del profesional de la información sin respeto por su profesión. La culpa no es (sólo) de la clase política. Es de la gente desinformada (o partidista, o soberbia, o cainita) que la elige.
     Más que en peligro de extinción, la especie de los periodistas deportivos sin colores futbolísticos declarados ha desaparecido sin dejar rastro.
     Ayer, querido lector, escribí un tuit quizá no muy afortunado. Decía así: 

     Ustedes no me conocen. No saben quién es el Sergio M. Gutiérrez hijo, hermano, padre o compañero. No imaginan al escritor o al politólogo, y es posible que ni siquiera hayan escuchado al comentarista. Ustedes conocen sólo el perfil de un profesional del periodismo deportivo que, después de comprobar qué pedían las redes sociales, decidió adoptar una perspectiva futbolera para hacerse notar; y sólo se impuso la cordura y la dignidad como principios que jamás debía conculcar.
     El tuit anterior, por supuesto, fue jaleado por barcelonistas y vilipendiado por atléticos de toda condición (chavales y viejos, cultos e iletrados, obreros y directores).
     El mal del español medio, del español desconfiado, peligroso, altivo, de bajas pasiones, cainita, intolerante y miedoso, afecta a todos por igual, incluido (faltaría más) quien firma este artículo.

     Quizá no esté de más explicar que detesto la violencia, y que el más mínimo tufo de comportamiento brusco me provoca sarpullido y activa todas mis alertas. Por eso me pareció tan grave el vídeo en el que Godín parece indicar a Miranda que pegue a Messi en la zona lesionada.

     Quizá tampoco sobre aclarar que siento una profunda repulsión hacia los defensores del fútbol rastrero: si aplauden una agresión en un campo de fútbol, qué atrocidad no serían capaces de realizar en un estado de guerra con un kalashnikov entre las manos.

     Pero no es ése el escenario horrendo al que pretendo llegar. La realidad (descorazonadora donde las haya) es que en los tiempos que corren resulta aparentemente razonable que un culé aplauda y un atlético critique el tuit de marras.

En los zapatos del otro

     Miramos la realidad con lentillas blaugranas, o rojiblancas, o rojigualdas, qué más da la combinación de colores. Y no nos hacemos la más básica de las preguntas: ¿qué pensaría de este tema si los papeles estuvieran cambiados? O mejor: ¿qué pensaría de este tema si yo fuera del otro equipo, del otro país, del otro continente, del otro partido político?
     Alteremos la escena para ilustrar el argumento. Pongamos que Dani Alves está indicando a Busquets una lesión muscular de Óliver Torres, y que acompaña la indicación con un gesto fácilmente interpretable como "pégale ahí, que le duele".
     Los culés no querrían ver maldad en la gesticulación de su lateral. O acudirían al tópico "eso ha ocurrido toda la vida" (una bruja muere quemada en la plaza de algún pueblo cada vez que alguien lo utiliza). O sostendrían que esto es fútbol, un deporte de hombres (y violento por tanto, se entiende). Los atléticos, sin duda, denunciarían la iniquidad y exigirían parar los pies a los agresores, que el niño tiene 18 años y es un fenómeno, por favor: qué monstruo sin corazón lo querría lesionar.
     Después es usted, querido lector, quien se queja del pésimo periodismo deportivo de nuestro país. Pregúntese si lo fomenta.
     Y póngase, por favor, en el lugar del otro, en sus zapatos según la expresión anglosajona. Trate de imaginarse catalán si es andaluz, andaluz si es catalán. Procure ver el mundo con los ojos de quien lo percibe distinto. Haga un esfuerzo por pensarse ruso homófobo, polaco ultracatólico, estadounidense de un pueblito de Wisconsin. Qué pensaría de nuestra Europa si fuese usted un pobre agricultor somalí al que han arrebatado la tierra y las semillas.

     Mire usted la realidad desde otro lugar. Cambie la perspectiva, por lo que más quiera.

     Y juzgue después con la conciencia tranquila, liberado por fin del mayor mal de nuestro tiempo: la falta de empatía.


Escribe para 'El Chut': @sergiomguti

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5 comentarios:

  1. Tremendo este artículo, amigo Sergio.

    Estoy totalmente de acuerdo, y sí, a veces recurro a esa práctica para saber si una falta debe ser considerada como tal o no... ¿Si se la hacen a mi equipo, la reclamo? Pero bueno. Hoy estaba viendo una tertulia. A un lado, los de izquierdas. Al otro los de derechas. Estaba una diputada del PP.. Y yo me pregunté, ¿Para qué la llevan? Unos van a atacar, y los otros a defenderse, o en su defecto, contraatacar. "Tú hiciste esto", "Sí, pero tú hiciste esto aquella vez y no pasó nada". Obvio decir que en ningún momento la diputada asumió alguna culpa. Balones fuera, tantos que parecía Maldini en sus mejores años, oye. Este país va mal. Los nuestros siempre son los mejores. Un penalti en contra es asumido como conspiración. Uno a favor es lo más legal del mundo. Nadie mira su ombligo.. Pero, añadiendo el punto político... ¿Qué intentamos conseguir si nos quieren vender la "Marca España" por todos lados? Como diciendo que somos la hostia, que nadie nos supera... Cuando no somos como diría el gran Manolo Preciado la última mierda que cagó Atila, pero tampoco somos la creme de la creme.

    En fin. Siempre pensaré que la crisis actual no es de la prensa, ni la política... Es una crisis moral. La gente no sabe ni a dónde va ni de dónde viene. Y así, todo va mal.

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    1. Sí, así es, Diego: crisis de valores.

      El fútbol es pasión, dicen. Y como tal comprendo que conlleve una carga de irracionalidad que a menudo me da miedo.

      Las pasiones han de ser moduladas por la razón.

      En realidad, una parte de mí está convencida de que el fútbol no es pasión. De que es todo mentira. Pero eso lo dejamos para otro día. ;-)


      Salud.

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  2. Pues os voy a criticar: precisamente lo que sobra en España es empatía. Si no sería imposible que seamos el país DEL MUNDO con más donaciones de órganos. Un país que se vuelca completamente cuando el chapapote inunda las costas gallegas, cuando mueren 191 personas inocentes en los trenes de Atocha (sin que apenas nadie pida venganza hacia los terroristas) o cuando fallecen 79 personas y hay cientos de muertos en el accidente de tren de Santiago. Un país del que nos tenemos que sentir orgullosos, posiblemente el país más proeuropeo de toda Europa. El país que recibe a más estudiantes universitarios de Erasmus de toda Europa. Eso es España. Vamos a empezar a mirar más todo lo bueno que tenemos y quizás salgamos antes de la crisis de valores.

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    1. Creo que confundes la solidaridad entre semejantes con la empatía.
      La empatía es precisamente la capacidad de ponerse en la piel del que es diferente.

      El otro día la agencia EFE titulaba algo así como: "Una patera con XX inmigrantes ASALTA la costa de Algeciras".
      Eso es España, Rafita: un país que se siente asaltado por unos pobres inmigrantes en patera.

      El español medio (y perdón de nuevo por la generación) es tremendamente solidario con su semejante, sobre todo cuando no teme por lo suyo.
      Pero es una criatura orgullosa y celosa de sus bienes, y por lo mismo cicatera con el que cree diferente.

      En España no votamos a un partido político, votamos para que no gobiernen los otros.
      En España no somos de un equipo de fútbol sin odiar al rival.
      España es el único país del mundo que no ha condenado el fascismo habiéndolo sufrido.
      Somos nuestra historia, Rafa. Y nuestra historia da pena, aunque nos sonroje.

      Por cierto, los Erasmus vienen, no los traemos. Y vienen además a lo que vienen, que pareces nuevo. ;-)

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  3. Desgraciadamente hubo 79 fallecidos y cientos de heridos en el accidente de tren de Santiago del pasado julio. Perdón por el error.

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