"" La línea Maginot del periodismo deportivo ~ El Chut <br> Expertos deportivos

"Que quien se calla cuanto me callé
no se podrá morir sin decirlo todo.".

José Saramago.

28 marzo 2013

La línea Maginot del periodismo deportivo

--> Ocurrió tras la Gran Guerra del 14. Francia, espantada ante la previsible revancha bélica de una Alemania encolerizada, se empeñó durante dos décadas en la construcción de una costosísima estructura de fortificaciones a lo largo de su frontera. Allá por 1940 (apenas cuatro años después de su conclusión), la línea Maginot se demostró inútil ante el avance fulgurante de las tropas nazis. Perdone usted, querido lector, tan desafortunada comparación. Quizá la justifique si continúa leyendo este artículo.


Artilleros franceses de la línea Maginot, en formación casi futbolística.

 --> La fortificación (I): Si es verdad que el periodismo es el cuarto poder, la cuarta pata de la democracia, entonces resultará imprescindible la prevención de las amenazas que lo pudieran subyugar. Por ello existen derechos propiamente periodísticos, tales como el secreto profesional (que consiste, a grandes rasgos, en la potestad de no revelar la fuente informativa) y el derecho de todo ciudadano a recibir una información libre y veraz.

 --> La fortificación (II): La necesidad de procurar el correcto desempeño de esa función periodística, crucial a todas luces, ha conllevado el aprovisionamiento general de pertrechos contra los usos desviados. Y así se han desarrollado durante décadas manuales deontológicos (es decir, códigos de comportamiento ético para el profesional). Y se ha escenificado el teórico sometimiento del poder político al control del periodista. Y se han creado premios y distinciones, reconocimientos internacionales incluso.
Se ha mitificado la labor del periodista en el cine y la televisión, en la literatura y el arte. Somos imprescindibles, se nos dice. Informamos al pueblo. Contenemos los desmanes de los que mandan.

El periodismo deportivo

--> El elemento lúdico: El periodismo es reo de tres amenazas, complementarias entre sí: la política, la económica y la lúdica. Cómo podrá el periodista ejercer su labor de control si la misma actividad periodística es regulada de modo arbitrario e interesado por los que gobiernan. Cómo se desprenderá de la influencia atroz del poder económico, si el poder económico sostiene la empresa periodística. Y la utiliza a su antojo. Y la destruye cuando le conviene. Cómo sabrá el profesional, por último, cuándo informar y cuándo entretener, si el espectáculo se ha apoderado de todo, si la misma información es un producto de consumo y el consumo es ocio y sólo ocio.

--> El consumidor deportivo: El periodismo deportivo, por definición, carece de mecanismos de control. Su función es entretener, aligerar la existencia, hacerla más llevadera, más alegre, menos severa, más despreocupada. El consumidor de información deportiva (o de ocio deportivo, dicho con propiedad) no desea que le hablen de los excesos del poderoso. Apenas le interesan las corruptelas, las malversaciones, la utilización sin duda interesada de sus hábitos de consumo deportivo.
Pero la información deportiva es un producto de consumo de masas. Y donde están las masas está el poderoso, tanto el político como el económico. El uno persigue votos; el otro, más dinero

Periodistas y aficionados

--> El periodista deportivo: Todo empezó con un "no pasa nada por decir que me gusta tal equipo". En efecto, nada ocurre por ello. La objetividad no existe. La subjetividad es inherente a la actividad humana, con más motivo aún a la periodística. El profesional que redacta una pieza informativa, o una crónica interpretativa de la realidad, sólo puede aspirar a conocer la propia debilidad, la propia subjetividad, y a actuar en consecuencia del modo más profesional posible. ¿De qué equipo es aficionado José Ángel De la Casa? ¿A qué club apoya el diario deportivo francés L'Equipe?

--> El periodista español: Todo empezó, desde luego, con un "no pasa nada por decir que me gusta mi equipo". Pero por esa vía nació el periodista fanático. Y así también los comentaristas expertos (exfutbolistas en el caso más extendido) se expresan desde una perspectiva parcial, sesgada, e incorporan una subjetividad desprovista de autocontrol ("estamos jugando fenomenal", "nos han metido un gol"), y vociferan y animan como aficionados bufanderos en la barra de un bar ("vamos, así no, por ahí, por ahí, venga, pásala, pásala, ¡pero no te la quedes!, ¡chuta, hombre, chuta!"). Y poco importa incluso su pobre expresión oral o escrita, lindante en algunos casos con el analfabetismo.
La culpa es nuestra, del consumidor de información deportiva, del  consumidor español de nuevo cuño. Porque la información, por desgracia, es un producto de consumo como otro cualquiera. Y quien la vende, quien fabrica ese producto, ofrece aquello que el consumidor demanda.

La línea Maginot

--> El resultado: El estado de la profesión periodística es desolador: poderosos que no rinden cuentas a los periodistas, periodistas encantados con esa situación, perritos falderos del poderoso. El panorama del periodismo deportivo, en concreto, anima al suicidio colectivo: tertulias de gañanes pagados con dinero público, periodistas gañanizados, sin la más mínima inquietud cultural (si la tienes, mejor disimularla); información rosa por doquier, información amarilla, información que no es información porque a nadie informa de nada, porque tampoco controla, porque sirve al poderoso en lugar de denunciar sus iniquidades.
Violencia verbal generalizada. Demagogia, populismo. Enfrentamientos continuos con el que es diferente (animar a otro equipo, vea usted qué simpleza). El enojo cotidiano como medio de reafirmación y de definición profesional del periodista deportivo. Del periodista fanático. Los míos y los otros. Los buenos y los malos.
 --> La dignidad: Son muchas las voces que se alzan contra esta realidad desoladora. Voces en ocasiones autorizadas, solemnes siempre. Voces que claman al cielo por el deterioro de la profesión periodística. Adoptan estos compañeros con pretendida dignidad la posición de defensa de los valores tradicionales del periodismo. Y se empeñan en desmarcarse. Y no se dan cuenta de que el populismo se ha apoderado también de ellos. Incluido el que firma este artículo, faltaría más. Hemos caído en esa espiral y no sabemos salir de ella. Hemos traspasado la línea Maginot con la rapidez del ejército nazi. Nos hemos reído de las antiguas fortificaciones, absurdas y anacrónicas. Y marchamos con paso firme camino de la destrucción total.

Escribe para 'El Chut': @sergiomguti (Pinche aquí para leer otros artículos de @sergiomguti).

Sergio M. Gutiérrez es periodista, politólogo y escritor.


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