--> Todo tiene su explicación, incluido el titular de este artículo: aquí no vamos a cuestionar a Cristiano Ronaldo, entre otros motivos porque el siete del Real Madrid es aún joven y se muestra pletórico de facultades físicas. Así que no, no es ése el cristiano viejo del que venimos a hablar. Eche la mirada atrás, querido lector, si desea comprender. Recuerde que la locución "cristiano viejo" resultaba tan común en la España premoderna como hoy lo pueda ser el término español. Quienes poseían sangre pura, antepasados cristianos por los cuatro costados (ni judíos ni moriscos), disfrutaban de un prestigio social que ninguna riqueza ni ningún privilegio podían compensar.
Un artículo de Sergio M. Gutiérrez (@sergiomguti).Seguir a @sergiomguti
Diego Costa celebra un gol con su compañero Filipe Luis. Foto: Club Atlético de Madrid. |
Todo tiene su explicación, como digo; incluido que un puñado de necios mononeuronales, los que habitan el fondo sur del estadio Bernabéu, proclame a voz en grito que Diego Costa no es español (a diferencia de ellos, que sí lo son y de pura cepa, cabe entender).
Vivimos un tiempo de nacionalismos exaltados, un tiempo mucho más peligroso de lo que usted se imagina. Pregunte en la calle, en el bar, en la oficina, en la cola del supermercado. Son legión los españoles que consideran que Diego Costa no es de los suyos, y no porque Diego Costa se haya comportado durante años como un futbolista impresentable.
Les chirría, simplemente, que el brasileño haya nacido en Brasil, que juegue en un equipo rival, que no sea vallecano como Negredo, valenciano como Soldado o riojano como Fernando Llorente. Entienden esos adalides de la españolía que para poseer un DNI español hacen falta muchos más méritos que los reunidos por el delantero del Atleti.
Pregúnteles, querido lector, cuáles han de ser esos requisitos. Exíjales criterios diáfanos: cinco años de trabajo y cotización a la Seguridad Social, diez años, veinte años; quizá un abuelo emigrado, un resto al menos de sangre pura en sus venas. Puede que muchos afirmen que uno sólo es español en la medida en que se ha criado en algún lugar de España desde chiquitito. Pídales entonces que marquen la edad mínima, que establezcan el criterio con rigor, que afirmen con rotundidad si el niño Costa debió vivir en España desde los diez, desde los doce o siquiera desde los quince años.
Son racistas, sin más. Y muchos no lo saben.
Nacionalismo no español
Vivimos un tiempo de nacionalismos exaltados, también de tipo periférico. Lo peor es que el nacionalista no se tiene a sí mismo por un ciudadano peligroso, e incluso siente formar parte de una especie de hermandad superior, de un movimiento legítimo, de un grupo unido en pos de la causa más justa por la que se le ocurre luchar. Cito a continuación un par de ejemplos, delicados ambos donde los haya.
Nil Marín, guardameta del Girona B, falleció en un accidente de tráfico reciente. Su pobre padre, un hombre sin duda honesto y trabajador, ha publicado una emotiva carta abierta dirigida al impresentable presidente del Olímpic de Xàtiva, quien por motivos incomprensibles se negó a guardar un minuto de silencio en memoria del chaval.
El señor Marín, cargado de la legitimidad que otorga el dolor de un padre que ha perdido a su hijo, se expresa en los siguientes términos: "Porque nosotros, los catalanes, tanto si somos o no independentistas, somos gente de alma, carne y hueso, como ustedes, ustedes que el domingo nos discriminaron".
Víctor Marín está en posesión de la razón. Pero observen ese plural, ese "ustedes" que localiza la agresión fuera del núcleo nacional. Toda la carta está dirigida a un "usted" (el innombrable presidente del Xàtiva), pero en el momento de subrayar la afrenta el "usted" se transforma en "ustedes" (los que creen que mi hijo no merece respeto porque quizá fuera nacionalista) y el "yo" se transforma en "nosotros" (los catalanes agraviados sólo por serlo).
Repito: el señor Marín tiene toda la razón del mundo (y reciba desde aquí mi más sentido pésame por esa pérdida irreparable), pero le ruego que no confunda a esos especímenes xenófobos con el resto de ciudadanos, los normales de dentro y fuera de Cataluña, los que lloramos la muerte de Nil pensara como pensara, fuera nacionalista o no lo fuera.
¿Sabe una cosa, querido lector? A menudo siento miedo en las redes sociales. Las personas en apariencia más sensatas escriben auténticas barbaridades y disfrutan de un altavoz permisivo, inane, sin filtro alguno de calidad. Ayer mismo, una simpática e inteligente aficionada culé (y catalana) afirmó que cómo va a querer ella compartir DNI con los aficionados del Real Madrid, si le dan tanto asco que no desea ni compartir el aire que respiran. Era una exageración, por supuesto, pero una exageración impropia de una chica sensible, de mente despierta, lectora de poesía y que se expresa con tremenda corrección ortográfica y gramatical.
A esa chica no le importa compartir el aire con los catalanes de todo signo y condición. En Cataluña no hay gentuza, al parecer, o no tanta como en España.
En todas partes cuecen habas. En todos los rincones de Europa se están repartiendo carnés de cristiano viejo.
Y yo no sé qué certificado de pureza de sangre voy a enseñar el día que me lo exijan.
Escribe para 'El Chut': Sergio M. Gutiérrez (@sergiomguti)
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Vaya... Yo creía que ibas a hablar sobre algún jugador de hace un tiempo llamado Cristiano, pero no. Hace reflexionar sobre como actuamos hoy en día.
ResponderEliminarGente que se pasa, personas que para algunos (y me incluyo) están locas. "Vive y deja vivir".
Muy bueno Sergio, como siempre.
¡Gracias! :-)
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