--> Soy de los que siempre pensó que la carrera profesional de Rafa Nadal no se prolongaría demasiado. Si tenías en cuenta que alcanzó un nivel difícilmente superable siendo aún muy joven y te fijabas en el desgaste físico que realizaba en cada partido, parecía lógico pensar que más bien antes que después, alguna lesión muy grave y/o crónica le obligaría a dejar el tenis antes que otros de los mejores del momento.
Un artículo de Jorge Segura (@JSeguraClara).Seguir a @jseguraclara
Rafa Nadal. Foto: jfranarias. |
Cuando llegaron
los serios problemas en las rodillas, acrecentados en un loco calendario de
torneos en pista dura o las exigencias de la hierba de Wimbledon,
desgraciadamente esa percepción que sentía cada vez estaba más cerca de
confirmarse. A Rafael (como siempre y casi únicamente le llama su tío y
entrenador Toni Nadal) se le escapaba una vida y a los demás, la sensación de
estar conviviendo y disfrutando de una leyenda casi irrepetible de nuestro
deporte.
Los que no le
conocemos más que por su vida profesional y pública, pero al que admiramos por
aquello que transmite, tanto en la victoria como en la derrota, sufrimos con su
primera caída en la tierra de Roland Garros. Donde Nadal era invencible, un
buen día se mostró débil ante el sueco Soderling. Saber que algunos problemas
familiares le estaban afectando, le hizo aún más humano. Más cercano.
De aquello salió pronto, pero verle sufrir físicamente te daba pena. Supongo que a todos nos daba pena. A todos menos a él y su entorno de trabajo.
Ese entorno es
mucho más necesario en un deporte individual y tan exigente como el tenis que
en cualquier otro. El tenista profesional vive sólo en la pista y normalmente
eso se traslada a una agotadora temporada de viajes eternos, de una parte a
otra del planeta. El tenista puede tener muchos amigos en la profesión pero
siempre es consciente de que debe olvidarlos cuando los tiene al otro lado de
la red. Uno no puede sentirse mal al ver a un amigo sufriendo en esa otra
parte. Es más, debe ‘machacarlo’. Ser consciente de eso y sobrellevarlo tampoco
es fácil.
Si la gente que
trabaja con ellos, entrenadores, preparadores
físicos, fisioterapeutas, managers… es capaz de entender cómo debe ayudar a
desenvolverse al tenista en todo ese mundo y aconsejarlo bien, las cosas son
mucho más fáciles.
Rafa ya había
sido adalid de las críticas contra el calendario tenístico y cómo esto
destrozaba físicamente a los jugadores. No sólo a él, a la mayoría, siendo Del
Potro otro de los exponentes del desgaste que conlleva un año tenístico. Pero
el negocio deportivo es el negocio de muchos que no lo son, así que poco caso
recibieron los tenistas como el escaso que reciben los deportistas de cualquier
índole a la hora de mejorar sus disciplinas.
Así que, dados
los problemas físicos, decidieron variar sus apariciones en el calendario,
cambiar el estilo de juego para conseguir golpes más contundentes y ganadores
que sirvieran para acortar los partidos en su favor, seleccionar muy bien dónde
y contra quién hacer los mayores esfuerzos… todo lo necesario para volver al
mejor nivel. Y lo han conseguido.
Pero en todas estas modificaciones, hay algo que no depende de la planificación o el cambio de juego. Se trata del corazón y del convencimiento.
Ahí es dondeRafa Nadal establece la diferencia entre ser uno de los mejores y ser el mejor.
Pone corazón en cada punto y convencimiento en cada partido. Siente respeto por
el juego y por quienes lo juegan, demostrándolo en cada felicitación al rival
desde la atalaya de la victoria o el foso de la derrota. Jamás fue cómico o
manipulador en los gestos como Nole Djokovic ni especialmente sensible como
Roger Federer, aquel día en Melbourne donde rompió a llorar tras caer con Rafa
en la final del Open de Australia cuando acuñó su famoso “esto me está
matando”. Rafa es capaz de mantener la línea arriba y abajo. Cree en él y él ha
vuelto al número 1. El siguiente objetivo es abanderar a la delegación olímpica
en los Juegos de Río. Las rodillas se lo impidieron en Londres. Estoy
convencido de que lo conseguirá y nos volverá a dar otra lección de vida.
Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara)
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Nadie puede discutir que estamos ante uno de los 3 mejores tenistas de al menos los últimos 30 años, a lo mejor de toda la historia (Roger Federer, Pete Sampras y Rafa Nadal). Eso sí, mientras que Federer y Sampras nunca sufrieron una lesión gravísima, Nadal sí ha pasado por eso y además se ha levantado para volver a su mejor nivel. Eso hay que contarlo a las generaciones venideras y es quizás lo que le da incluso más mérito si cabe frente a Federer y Sampras. Rafa es un referente social por muchas cosas pero especialmente por cómo supera las adversidades y cuando todo se le pone en contra. Es un ejemplo para la vida.
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