--> El fútbol no es sólo un deporte. Parten de esa realidad. Aquellos que defienden lo contrario o son ingenuos o mienten por interés. El fútbol es un inmenso negocio del que viven y dependen muchísimas personas en el mundo, cientos de miles de ellas en España. Desde el nivel máximo profesional a escuelas de base. Mucha gente trabaja y depende cada mes de que el negocio siga rodando, como el balón que lo representa. Luego, más allá de los que depende de él, están los que se aprovechan del juego. Ahí, como en política, empresa, justicia y cualquier ámbito de la vida, el fútbol no deja de estar ausente de ‘chorizos’ que se benefician para enriquecer las cuentas propias y las de los ‘amigos’ que van por el camino.
Un artículo de Jorge Segura (@JSeguraClara).Seguir a @JSeguraClara
Saludo entre jugadores rivales al término del España 10-0 Tahití de la Copa Confederaciones. Foto: Ronald Martinez. |
Ahí es donde entra la creación de una competición como la Copa
Confederaciones. Un sinsentido ante un calendario tan extenuante que maltrata
físicamente al futbolista. Como la ATP en tenis o las extenuantes etapas
ciclistas, al deportista profesional se le exprime, con lo que su rendimiento
difícilmente puede ser constante y, en algunos casos, les ‘obliga’ a caer en el
recurso del dopaje.
El torneo es aún más sospechoso si cabe cuando se da cabida a una selección como la tahitiana. Es evidente que su fútbol es amateur, qué sentido tiene entonces enfrentarlo a los profesionales en una competición oficial. Seguramente sólo uno, que los votos de la zona de la polinesia o de otras regiones futbolísticas desfavorecidas sirvan a algún candidato a mantener el cargo en la FIFA o renovarlo.
Pero, sin quererlo, al menos por una vez, la inclusión de Tahití en la
Confederaciones brasileña sirvió para darnos una lección genérica a todos los
que, de una manera u otra, en el primer nivel futbolístico casi vivimos
pendientes de este negocio. Además, verla competir delante de la mejor
selección del momento, España, resultó un ejemplo de deportividad difícilmente
reconocible en cualquier ámbito de este negocio.
Tahití y el 'fair play'
Los tahitianos llevaron un paso más allá el famoso ‘fair play’ que FIFA
y UEFA impostaron hace tiempo sus asociados. Recibieron a los dueños de la
estrella en el pecho con un regalo en forma de sonrisa y de collar tradicional
en el cuello. Puede que ese simple gesto, y las fuerzas físicas que su
amateurismo les concede, hicieron que en los primeros 30 minutos España sólo
fuera capaz de marcar un gol.
La siguiente lección tahitiana hace referencia al famoso ‘respect’ que
se bordó no hace tanto en las mangas de las camisetas de cada uno de los
equipos. Hay una corriente que defiende que un equipo demuestra ser mejor y más
competitivo cuando, en medio de una humillación futbolística, empieza a
repartir patadas y agresiones. Pues bien, Tahití demostró que, precisamente,
ser mejor es hacer todo lo contrario. Decidieron seguir compitiendo lo más
dignamente posible, dentro de lo que ya sus escasas fuerzas y su escaso nivel
futbolístico les permitía.
Ni una mala patada ni un mal gesto ni una protesta fuera de tono. Su respeto por el rival como equipo e individualmente fue tan brillante como el que demostró España por el juego al seguir disputando el partido con intensidad.
Lo mejor de la Confederaciones
La última lección y quizás la mejor, la reservaron los tahitianos para el final. En un negocio que se ha acostumbrado a ver a algún que otro empeñado en desprestigiar la victoria del rival, da igual el motivo, marchándose de una celebración, quitándose una medalla… los tahitianos se ubicaron en fila, con una sonrisa limpia y serena en cada uno de ellos, para felicitar a los jugadores de la selección española. Para mí, acostumbrado a lo contrario en el negocio futbolístico, el mejor momento posible de la Confederaciones, gane o no España, Brasil o Italia. Tahití se ganó el corazón de la gente y, ahí sí, seguramente en el mejor escenario posible: Maracaná.
A los niños, en las escuelas de fútbol, deberían ponerles un video de
todo lo que los tahitianos nos enseñaron anoche en Río de Janeiro. Tiempo
tendrán de aprender posicionamiento, la defensa en línea, el juego en rombo y
el desmarque de ruptura… Ver cosas como las que enseñaron al mundo los
tahitianos, desgraciadamente, podrán ver muy pocas. Al menos en el negocio del
fútbol.
Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@JSeguraClara).
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