"" La explicación no siempre está en las piernas ~ El Chut <br> Expertos deportivos

"Que quien se calla cuanto me callé
no se podrá morir sin decirlo todo.".

José Saramago.

03 marzo 2013

La explicación no siempre está en las piernas

Una buena preparación física no garantiza el éxito deportivo. Incluso al más alto nivel de exigencia hay diferentes grados de intensidad emocional que se hallan en la base del éxito... o del fracaso.

--> La trampa: Un ciclista atacado por su rival en la general de una gran vuelta. Está asfixiado, teme no soportar la siguiente acometida. Cruza una mirada con ese oponente bestial que está a punto de desarmarlo. Y lo desafía. Le hace creer que guarda fuerzas. Compone una mueca de satisfacción en el esfuerzo donde las facciones habrían de estallar desencajadas. Transmite sensación de fortaleza. Las piernas se le agarrotan, pero la mentira le funciona. El engañador triunfa. El engañado quizá nunca descubra el truco.

--> El miedo: A veces es el miedo. Miedo a un rival, o al éxito o al fracaso. En otras ocasiones el deportista no sabe qué hacer, se confunde, se obceca y se termina ofuscando. A menudo vemos a grandes estrellas empeñadas en hacer lo incorrecto como si de ello dependiera su propia valía. ¿Recuerdan al Cristiano Ronaldo que tiraba faltas sin ton ni son, a lo que saliera, con cara de niño de cuatro años que se emperra en jugar a un juego en el que se sabe perdedor?
Cristiano empezó a tirar buenas faltas cuando cambió su actitud, su estructura mental, cuando el entorno le pareció ordenado.
--> La rutina: ¿La rutina es buena o es mala? A bote pronto, se diría que lo rutinario aburre. Enumere usted mismo, querido lector, las connotaciones peyorativas que le sugiere la palabra rutina: la rutina desincentiva, te torna previsible, te acomoda, te limita. Son cosas del  castellano. No en todos los idiomas la rutina ha de ser nefasta. La rutina es un procedimiento conservador. La utilizamos porque la creemos útil. Lo hace el golfista antes de jugar un golpe, da igual si es intrascendente o si se trata del putt que lo elevará a la gloria. Lo hace el jugador de baloncesto antes de lanzar un tiro libre. Musitaba Garbajosa aquellas cuatro palabras mágicas. Y parecía que sin ellas el balón jamás hubiera podido entrar en la cesta. Evita pisar Rafa Nadal las líneas la pista. Y para qué cambiar, si el sortilegio siempre resultó efectivo.

--> El desorden: Cuántos grandes deportistas se ha perdido el mundo por contar entre sus defectos el del desorden más desordenado. Marcelo, lateral izquierdo del Real Madrid, es considerado el mejor futbolista del mundo en su posición hasta que se fractura un pie. Tres meses de baja. Regresa hecho un cochinillo, con sobrepeso evidente y una falta de actitud que enervaría al runner más perezoso. Síntoma inequívoco de una vida desordenada. ¿Qué diferencia había entre el Tiger Woods de los 14 Majors y el Tiger Woods que no termina de arrancar? Una lesión de rodilla, quizá. Puede que varias caretas quitadas. Lo cierto es que Tiger se sentía en el pasado el dueño del universo.
Tiger vivía una vida mentirosa, repleta de vicios inconfesables. Pero al menos era una vida ordenada.
--> El acomodo: Siempre juegan los mismos once. Cada cual conoce su papel, cada uno sabe cuándo va a jugar. Así progresó hasta hace diez días el Barça de Tito Vilanova y Jordi Roura. En la gestión de un grupo de trabajo, es importante que cada miembro conozca lo que se espera de él. El problema llega cuando los que están arriba se siente a salvo, también cuando los que están abajo se sienten más capaces que los que ocupan los grados altos. El problema del Barça se resumía hasta hace poco en puro acomodo. Ese acomodo se ha transformado en una carencia alarmante de confianza en el trabajo propio. Las piernas fallan, pero la clave no está en ellas. Hay que buscarla en las cabezas de los que juegan.


Escribe para 'El Chut': @sergiomguti


Comparte este artículo:

0 comentarios:

Publicar un comentario