"" Castilla 1980: El triunfo del hermano pequeño ~ El Chut <br> Expertos deportivos

"Que quien se calla cuanto me callé
no se podrá morir sin decirlo todo.".

José Saramago.

03 junio 2013

Castilla 1980: El triunfo del hermano pequeño

--> A lo largo de la historia del deporte, se han sucedido muchísimos acontecimientos que han demostrado una superioridad infinita por parte de distintos equipos, ya sea en fútbol (el F.C. Barcelona de la era de Guardiola, por ejemplo) o baloncesto (véase el Dream Team de los Juegos Olímpicos de Barcelona’92), por citar los deportes que gozan de mayor popularidad en España. Pero este argumento es igualmente válido si lo trasladamos a cualquier otra disciplina deportiva. En este relato me voy a adentrar en un hecho acaecido en la temporada 1979/1980, donde ocurrió algo jamás visto hasta la fecha y que nunca más se volvió a repetir en el mundo del fútbol.

Un artículo de Enrique Delgado (@relatosydeporte).

Cartel ilustrativo con el resultado de la final de la Copa del Rey de la temporada 1979/80.

     Como muchos ya habréis podido imaginar, me refiero a la final de la Copa de S.M. el Rey que enfrentó al Real Madrid con su filial, el Castilla. Era la primera vez que ocurría algo similar. Y fue la última, ya que ante la dificultad que suponía cuadrar los bombos para evitar un enfrentamiento entre el primer y el segundo equipo en las siguientes rondas, y para evitar suspicacias ante posibles ‘apaños’ de estos partidos, se decidió a partir de la temporada siguiente que ningún equipo filial podía disputar la competición del K.O. Hoy día estamos acostumbrados a ver cómo en España los equipos filiales no pueden disputar nada más que la competición doméstica, si bien lo hacen compitiendo contra todos los equipos y no en un campeonato aparte para ellos, como ocurre en Inglaterra, por ejemplo. Pero hasta esa temporada, la Copa del Rey la podían disputar todos los clubes, incluidos sus equipos ‘B’. Lo que nadie podía llegar a imaginar es que el Castilla se plantaría en la final después de eliminar a unos cuantos equipos netamente superiores sobre el papel.

Un largo camino hasta la final

     Antes de llegar a la final, el Castilla tuvo que enfrentarse a una serie de rivales muy duros. La primera eliminatoria fue contra el Extremadura. El filial blanco aplastó a su rival en ambos partidos por 1-4 y por 6-1. El Alcorcón esperaba en la segunda ronda, que también claudicó en los dos partidos con resultados de 1-0 y de 1-4, respectivamente. Las siguientes eliminatorias fueron contra el Racing de Santander (3-1 y 0-0) y contra el Hércules. Aquí vino la primera gran gesta. El partido de ida lo perdió el Castilla por un contundente 4-1 en el José Rico Pérez. Pero la vuelta se convirtió en toda una fiesta para el conjunto blanco. Los jóvenes del segundo equipo se impregnaron del famoso Espíritu de Juanito que tantas alegrías había dado al Real Madrid (término acuñado así en referencia a las remontadas del Real Madrid en la Copa de Europa, con Juanito como uno de sus artífices).

     Una vez superadas estas cuatro eliminatorias, los jóvenes blancos se plantaban en la ronda de octavos de final, donde esperaba el Athletic de Bilbao. En esa temporada el club vasco no pasaba por un buen momento. Ya no era el mismo equipo que pocas temporadas atrás había llegado a una final europea contra la Juventus. Pero aun así era un gran equipo. Y más para unos muchachos cuyos objetivos distaban mucho de los de las principales potencias futbolísticas de España, ya que militaban en la categoría de plata del fútbol nacional. En el partido de ida en Madrid empataron 0-0. En la vuelta parecía fácil para el Athletic, pero el resultado final sonrió a los madridistas, que se impusieron por 1-2. Aún quedaba mucho camino por recorrer, y no iba a ser nada fácil lo que les esperaría de aquí en adelante.

Mala suerte en el sorteo

     En los cuartos de final, el sorteo deparó que habían de enfrentarse a la Real Sociedad, nada más y nada menos que el líder de Primera División en aquel momento. La escuadra txuri-urdin había disputado ese mismo año la Copa de la UEFA, cayendo eliminada ante el Inter de Milán, aunque a punto estuvieron de consumar una remontada histórica en el estadio de Atocha. Además, ese mismo año establecieron el récord de partidos consecutivos sin perder en liga, con 32 victorias (38 si contamos las seis últimas jornadas de la campaña anterior). El partido de ida se jugó en Atocha, con resultado favorable para la Real Sociedad de 2-1. Tocaba remontar de nuevo en el estadio blanco, y a pesar de los resultados cosechados en las eliminatorias anteriores, era una tarea casi imposible. Además, el Real Madrid había perdido en liga contra los realistas en San Sebastián y empatado en el Bernabéu. No era un buen precedente. Lo único con lo que contaba a favor el Castilla era con el apoyo de sus aficionados, unas 90.000 almas que se reunieron para llenar el Santiago Bernabéu e intentar nivelar algo más la eliminatoria.
Nadie había podido imaginar que poco antes de finalizar la primera mitad el Castilla iría ganando por 2-0, resultado que a la postre sería definitivo. La gente no daba crédito a lo que estaba sucediendo. El filial blanco se había colado entre los cuatro mejores.
     El siguiente sorteo deparó que había que jugarse el hipotético pase a la final contra la piedra más dura de las dos que podían tocar, el Sporting de Gijón, en el que militaban hombres como Enrique Castro “Quini” (que acabaría la temporada como máximo goleador en liga, y que al final de la misma acabaría firmando como jugador del F.C. Barcelona) y que era el tercer clasificado del campeonato español, por detrás de la ya mencionada Real Sociedad y del Real Madrid. Así que iba a resultar casi imposible conseguir el pase a la final. Ya era una gesta haber llegado a la semifinal, los hombres de Juanjo sabían que ya habían pasado a la historia y que se iban a escribir más páginas sobre ellos de las que ya se habían escrito. Pero siempre quedaba un pequeño halo de esperanza, y mientras el resultado no dijese que el Castilla había quedado eliminado, ¿por qué no soñar? La ida se jugaba en El Molinón, y tras dos penas máximas el Sporting se colocó 2-0 en el marcador.
El Castilla, con un hombre menos, se defendió como pudo, como había hecho en la eliminatoria contra la Real, con una ordenada defensa y con la actuación sensacional de Agustín, portero del filial que se estaba ganando a pulso un puesto en el primer equipo y que realizó probablemente la mejor temporada de su carrera.
     En el partido de vuelta se volvieron a congregar en el coliseo blanco una gran cantidad de aficionados para animar al filial, unos 85.000. No eran tantos como ante la Real, ya que la afición no creía que su filial pudiese ganar por tres goles de diferencia al todopoderoso Sporting, que como ya hemos comentado, en aquella época era uno de los equipos más fuertes del territorio nacional. Pero si había una palabra que no entraba dentro del vocabulario del Castilla esa era la palabra ‘imposible’. El filial salió como un torbellino y con una exhibición de fútbol y de poderío ofensivo, en media hora ya iban ganando por 3-0. El conjunto asturiano no daba crédito a lo que estaban viviendo. La afición casi que tampoco se lo terminaba de creer, ya que era algo impensable al comienzo del partido. Aún faltaba por llegar el cuarto gol merengue, y a falta de veinte minutos para el final el gol de la honrilla para el Sporting de Gijón. Ya estaban en la final. Un equipo de chavales derrotando a tres de los equipos más poderosos de España, uno tras otro: Athletic de Bilbao, Real Sociedad y Sporting de Gijón. Ahora había que esperar el rival, que se dilucidaría del derbi madrileño entre Real Madrid y Atlético de Madrid. Si vencían los blancos, el Castilla tendría pasaporte asegurado para jugar competición europea el próximo año. Si lo hacían los colchoneros, tendrían una oportunidad de lujo para conquistar el título de Copa, ya que parecía que podrían ganar a cualquier equipo que se le pusiese por delante, visto lo visto.

Una final con marcado color blanco

     Era el 4 de junio de 1980, y un Bernabéu repleto asistió a un acontecimiento único en la historia: una final de color blanco. El equipo de Boskov salió con García Remón, Sabido, Benito, Pirri, Camacho, Ángel, Del Bosque, Stielike, Juanito, Santillana y Cunningham. El Castilla lo hizo con Agustín, Juanito, Castañeda, Herrero, Casimiro, Gallego, Bernal, Álvarez, Pineda, Paco y Cidón. Y juntos protagonizaron un episodio único en la historia del balompié nacional. El Real Madrid, algo picado con la cantidad de elogios que había recibido su hermano menor, salió en tromba a por la copa. No había ni una sola muestra de cariño por parte de los jugadores blancos a los que algún día querían dar el salto al primer equipo.

     Y durante veinte minutos el filial aguantó bien, con un fútbol descarado y sin amedrentarse. Pero un gol de Juanito y otro de Santillana al borde del descanso tiraron por la borda cualquier opción que tuviese el conjunto de Juanjo de levantar el trofeo. Tras el descanso, el Real Madrid siguió con su fútbol arrollador, con contras muy rápidas protagonizadas por Juanito y Cunningham, y con un dominio en el centro del campo por parte de Vicente Del Bosque espectacular. Además, la contundencia de Pirri en la zaga y las paradas de García Remón eran toda una garantía. Por su parte, El Castilla lo intentaba con un Ricardo Gallego sublime en todos los aspectos, pero era insuficiente. Quizá estaban recibiendo demasiado castigo para lo que estaba siendo el partido, ya que el filial merengue había tenido opciones de marcar algún gol (sobre todo en el tiempo trascurrido entre el 1-0 y el 2-0) y los mayores, a pesar de su superioridad, tampoco habían llegado tanto. Pero pasados los minutos y con 4-0 a favor merced a los goles de Sabido y Del Bosque, todo el mundo estaba deseando que el partido acabase. El Castilla estaba sufriendo en exceso. Quizás algo arrugado en los primeros compases de partido, ahora estaban siendo castigados muy duramente. En esas, Álvarez logró el 4-1 con un zapatazo desde fuera del área imposible de ser alcanzado por el cancerbero blanco. Era el merecido gol que ansiaba el cuadro morado (segunda equipación madridista) y que todos esperasen que fuese un buen cierre para esta final. Pero dos goles más logrados por García Hernández (que había sustituido a Stielike) y Juanito respectivamente hundieron a los jóvenes aspirantes, dejando el resultado en un contundente 6-1.


     El Real Madrid consiguió el doblete ese mismo año, ya que además de la Copa del Rey, también se alzó con el título liguero por delante de la Real Sociedad y Sporting de Gijón. Esto denota la importancia del pase del Castilla a la final, habiendo eliminado a estos dos equipos, con remontadas históricas y desplegando un fútbol increíble. Pero la derrota sufrida en la final ante su hermano mayor no iba a dejar sin premio a los hombres de Juanjo. El año siguiente el filial disputó la ahora extinta Recopa de Europa, con distinto desenlace, ya que perdieron en la prórroga del partido de vuelta ante el West Ham inglés.

     De este grupo, finalmente saltaron algunos jugadores al primer equipo, como Ricardo Gallego o Castañeda. Pero para el recuerdo de los aficionados siempre quedará el magnífico torneo realizado por unos chavales cuya máxima aspiración era subir algún día al Real Madrid, y que se colaron en la élite del fútbol español ganándose un lugar en el corazón de todos los madridistas. Y encima jugando la final contra sus ídolos, en lo que se convirtió en la fiesta del fútbol más blanca en la historia.


Escribe para 'El Chut': Enrique Delgado (@relatosydeporte).

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1 comentario:

  1. ahora no puede ocurrir algo así, pero me gusta leer que el madrid y su segundo equipo jugaron una final de copa, ,e gustaria ver al castilla en la copa un año de estos pero creo que no puede ser...

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