"" ¿Sólo con macarrones? ~ El Chut <br> Expertos deportivos

"Que quien se calla cuanto me callé
no se podrá morir sin decirlo todo.".

José Saramago.

28 junio 2013

¿Sólo con macarrones?

--> Este jueves, en la redacción de Eurosport, rememorando con Eduardo Chozas tiempos de radio lejanos de vibrantes transmisiones del Tour de Francia, terminó por salir -tema recurrente- el dopaje en el ciclismo, los mitos caídos (se acababa de conocer que Jalabert también hizo trampas) y los mitos que están por caer. Se quejaba Chozas de la hipocresía de un sistema que solo se fijaba en el ciclismo y solo apuntaba su dedo acusador a los corredores. Y puede que tenga razón en su desencanto.

Un artículo de Luis Jiménez (@lujimmix)

Jan Ullrich, en su época en el T-Mobile. Foto: Moritz Petersen.

                Viene toda esta introducción a una reflexión posterior mientras veía el partido de España-Italia en ese invento llamado Copa Confederación, que no es más que otra manera de exprimir el limón de las selecciones para que la FIFA siga aumentando su cuenta de beneficios. La imagen de jugadores medio deshidratados, agotados, con la lengua fuera, al límite de su capacidad física, me hizo pensar en las palabras de Chozas y hacerme una pregunta: ¿es posible que un futbolista profesional aguante todo este esfuerzo inhumano con la dieta de los macarrones? Wimbledon. Conmoción en las primeras rondas con las eliminaciones de Nadal y de Federer. En una sola semana, la hierba londinense se ha merendado hasta 12 jugadores por lesión. ¿Los cuerpos de algunos tenistas han dicho basta ya?

Preguntas incómodas

                El dopaje es una lacra con muchas aristas. Hay intereses oscuros, indecentes cantidades de dinero, vanidades, pobres diablos, jornaleros de la gloria y, sobre todo, mucho cinismo hipócrita. Siempre me he preguntado cómo es posible que un ciclista se haga 200 kilómetros, tres puertos de primera, cinco horas sobre un sillín y al día siguiente se vuelva a montar en su bicicleta para recorrer una distancia parecida, con más puertos, metas volantes, llegadas brutales y no morir en el intento. Siempre me he preguntado cómo es posible que un tenista intercambie raquetazos con toda su alma durante cuatro o cinco horas, dispute al día siguiente un dobles y vuelva a la cancha en la siguiente ronda para jugar otro partido interminable. Siempre me he preguntado si es normal que un futbolista de primer nivel empiece una temporada a primeros de agosto, juegue Liga, Copa, Champions, amistosos y selección, para concluir su año deportivo a final de junio, con una media de dos partidos por semana. No me gustaban las respuestas que me daba a mí mismo.

                El deportista es el primer culpable por ensuciar su cuerpo con suplementos prohibidos. Sin embargo, sería muy necio responsabilizar únicamente al tenista, ciclista o jugador de la basura que envuelve al deporte de élite. El organizador de una gran prueba ciclista, por ejemplo, hace un diseño de carrera para que prime el espectáculo y el negocio televisivo, porque así lo exigen los patrocinadores. Sin publicidad, no hay equipos, no hay ciclistas, no hay carrera. ¿Piensa este organizador en algún momento en el corredor? Prácticamente se puede decir lo mismo de la WTA o la ATP y sus eternos calendarios, o de la FIFA, la UEFA, las federaciones nacionales o los mismos clubes, que explotan hasta el límite El Dorado llamado fútbol sin pensar por un instante si tanto partido es sano para la salud de los tenistas o de los futbolistas. Y usted, espectador que se indigna cuando cazan a un tramposo, al tiempo que disfruta de partidos de fútbol durante siete días a la semana, torneos de tenis doce meses al año y horas y horas de ciclismo épico. Todos somos un poco responsables.


Escribe para 'El Chut': Luis Jiménez (@lujimmix)

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1 comentario:

  1. El problema no es hacer 200 kilómetros. El problema es hacerlos al ritmo que llevan en las grandes carreras.

    El problema no es jugar dos partidos de fútbol a la semana. El problema es pretender la misma frescura y brillantez en ambos.

    El problema no es jugar 50 torneos de tenis al año. El problema es querer ganarlos todos.

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