--> El Valencia ganó 4-0 en un partido brillante al Inter de Milán y la euforia se desató. Volvieron las colas a Mestalla para renovar o comprar un abono, unas cuantas ventas más de camisetas, portadas optimistas en los medios locales. Daba la sensación de que, ahora sí, con Miroslav Djukic al frente del equipo la dinámica negativa de la última temporada quedaría aparcada.
Un artículo de Jorge Segura (@jseguraclara).Seguir a @jseguraclara
Estadio de Mestalla. Foto: unoodostoques. |
Nadie quiso advertir a la
gente que aquella victoria fue ante el peor Inter de los últimos años,
representante de un fútbol italiano en franca decadencia salvo excepciones como
la Juventus o el reciente Nápoles de Rafa Benítez. ¿Por qué? Quizás porque hay
demasiada necesidad en el club, en los aficionados y en el entorno en general
de querer ver más de lo que hay. De impulsar un positivismo necesario para
salir de la sensación de mediocridad que tiene el club y el primer equipo en
estos años.
El aficionado valencianista necesita volver a sentirse importante, creer al menos que su equipo puede pelear por ganar. Conscientes de que la Liga es una quimera, sí esperan rendimiento en competiciones eliminatorias.Si el Atlético de Madrid o incluso el Athlétic Club han podido llegar, por qué no el Valencia. No les falta razón. Esperan competitividad y compromiso. El mismo que todos los que acuden a Mestalla han echado en falta por parte de sus jugadores en el escaso mes de competiciones que se han disputado por el momento. Y no les falta razón.
No les falta porque, por loco
parezca, hay muchos de los habituales seguidores valencianistas que renuncian a
otras muchas cosas por conseguir un abono de la temporada de su equipo, por
pagar televisión de pago para ver los partidos que ejerce como visitante o,
simplemente, para comprar y actualizar una camiseta, por fea o diferente que
sea. Los 'antifútbol' son incapaces de entender tales comportamientos, pero
para muchos es igual de escandaloso gastar 100 euros (una tercera parte de lo
que puede costar un pase de temporada futbolística) por un concierto de música.
En fin, gustos y colores.
El caso es que en tiempos
de crisis, cuando uno hace ese tipo de esfuerzos económicos, al menos, solicita
la misma honradez y sacrificio por parte de los jugadores. Y ahí, los
futbolistas del Valencia están fallando, jornada a jornada, minuto a minuto,
carrera a carrera.
La afición valencianista
puede ser demasiado exigente (a mí no me parece que lo sea más que otras de la
Liga), pero está en su derecho, porque su club, su equipo, siempre ha sido un
conjunto entregado y además con un espíritu ganador en las últimas décadas. Y
por encima de todo, casi siempre había dado la sensación de eso: equipo.
Viendo el rendimiento y
el nivel de los primeros partidos, es muy evidente que ahora sólo transmite
sensación de ser una banda. Desafinada además. Cada instrumento toca por su
cuenta y, para colmo, no hay ningun violín prodigioso que lidere musicalmente.
La mayoría son instrumentos de percusión que tocan mal y a destiempo. Ni ellos
demuestran el supuesto nivel que se les supone ni el director parece capacitado
para armonizarlos.
Djukic ha pasado de
impetuoso con carácter ganador tanto en el campo como en la sala de Prensa, a
parecer el hombre de la triste figura. Sin respuesta técnico-táctica ni verbal....
Escribe para 'El Chut': Jorge Segura (@jseguraclara)
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