--> ¿Es natural o impostada? Porque en Tiger no existe la improvisación. Tiger Woods es el control del juego, del entorno, de la compañía, del rival, del campo, de los elementos. Es un deportista robótico que aspira a una perfección de índole casi mecánica, la misma que lo elevó a la cumbre de su disciplina. Cuando Tiger sonríe, el golf suspira de alivio. Pero uno nunca puede asegurar que tal sonrisa sea verdadera.
Un artículo de Sergio M. Gutiérrez.Seguir a @sergiomguti
Tiger Woods, en su vuelta de prácticas en el Augusta National en 2012. |
--> El número uno: Tiger Woods recuperó el número uno de la clasificación mundial el lunes 24 de marzo de 2013. Fue una jornada atípica por ser lunes, por el escaso público que en consecuencia lo rodeaba y también porque Tiger no vestía de rojo. Fue una jornada de gloria, anticipada y aguardada en todo lo demás. Ganó el Tigre por octava vez en Bay Hill, en la casa y el torneo de Arnold Palmer, y desplazó de la cima de la clasificación mundial a su más claro heredero, el norirlandés Rory McIlroy.
--> La quinta chaqueta verde (II): En este 2013 ya ha ganado tres torneos, todos ellos en campos con los que siempre mantuvo una relación especial: Torrey Pines, el TPC Blue Monster de Doral y Bay Hill.
El Masters de Augusta
--> La quinta chaqueta verde (I): Tiger Woods ha ganado cuatro veces el Masters. La última, en 2005. Quedó clavada su cuenta de Majors en 2008 con un Abierto de los Estados Unidos finalizado también en lunes. Hubo de disputar Tiger un play-off a 19 hoyos contra Rocco Mediate. Hubo de jugarlo lesionado en la rodilla izquierda recién operada, consciente de que aquel día se acababa para él aquella temporada. Hubo de ganarlo cojo, como el militar que lleva dentro, herido pero a salvo. Y con el botín en las manos.--> La quinta chaqueta verde (II): En este 2013 ya ha ganado tres torneos, todos ellos en campos con los que siempre mantuvo una relación especial: Torrey Pines, el TPC Blue Monster de Doral y Bay Hill.
Acumula 77 victorias en el circuito PGA (a sólo cinco del récord absoluto de Sam Snead). Ha ganado seis veces en los últimos doce meses naturales. Ha recuperado el trono del golf mundial. Pero nada de eso le sirve: Tiger Woods quiere ganar su quinto Masters de Augusta. Y lo quiere ya.
Tiger y el cuento de hadas
--> La pesadilla: Tras aquella recaída en la lesión de rodilla, Tiger regresó en 2009 con ciertas limitaciones físicas pero con un golf bastante ordenado: ganó seis torneos y fue nombrado jugador del año. Sólo falló en los Majors. A finales de 2009, un accidente automovilístico y una luna trasera destrozada por el hierro siete de su esposa supusieron el inicio de la pesadilla: escándalo matrimonial, divorcio traumático, condena unánime de la muy puritana sociedad estadounidense, pérdida masiva de patrocinadores... Tiger se retiró provisionalmente del juego. Y ya nunca volvió a ser el mismo. Ya en 2012, obtuvo en el Arnold Palmer Invitational su primera victoria desde el escándalo. Doce meses después cerró el círculo ganando el mismo torneo y regresando al número uno de la clasificación mundial. Ordenada su vida sentimental junto a la esquiadora Lindsey Vonn (en la fotografía superior), Tiger Woods pretende vender la imagen de un hombre honesto que regresa a la senda del bien tras una época oscura de pecado.
--> Tiger y el budismo: Tiger Woods dice ser budista. Y afirma que se descarrió por haberse apartado de la senda marcada por su religión, interpretada en cualquier caso de modo muy personal por el número uno del golf mundial. En verdad, Tiger no conoce mayor divinidad que la que observa cada mañana frente al espejo. Su historia ha de ser perfecta; el final de su carrera profesional, ejemplar, sublime, sin parangón conocido. Se trata de una perversión quizá patológica de algunos sujetos, particularmente deportistas de elite: necesitan contarse a sí mismos un cuento de hadas perfecto, el cuento de sus vidas. Este prurito narrativo trasciende el ansia de dinero y reconocimiento.
Escribe para 'El Chut': @sergiomguti--> Tiger y el budismo: Tiger Woods dice ser budista. Y afirma que se descarrió por haberse apartado de la senda marcada por su religión, interpretada en cualquier caso de modo muy personal por el número uno del golf mundial. En verdad, Tiger no conoce mayor divinidad que la que observa cada mañana frente al espejo. Su historia ha de ser perfecta; el final de su carrera profesional, ejemplar, sublime, sin parangón conocido. Se trata de una perversión quizá patológica de algunos sujetos, particularmente deportistas de elite: necesitan contarse a sí mismos un cuento de hadas perfecto, el cuento de sus vidas. Este prurito narrativo trasciende el ansia de dinero y reconocimiento.
Tiger pretende escribir una novela redonda. Y para ello necesita a Lindsey Vonn. Y necesita ganar torneos. Tiger Woods sólo quiere ser recordado como un triunfador, con una gran sonrisa dibujada en su rostro. Su rostro de hombre perfecto.
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Sergio M. Gutiérrez es periodista, politólogo y escritor.
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